Este martes, Azul Schvartzman tuvo que abandonar por un ratito el predio de la 29° Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29), que este año se celebra en Bakú, Azerbaiján, para atender una urgencia. Cuál no sería su sorpresa cuando al volver se encontró con que personal de seguridad le impidió la entrada. ¿La razón? Su acreditación, que había sido gestionada por la Cancillería argentina y con la que había ingresado sin problemas hasta ese momento, había sido cancelada sin previo aviso.
Lo mismo les sucedió a Mariano Villares y a una parte importante de los argentinos que participan en la cumbre climática en calidad no de negociadores, sino de observadores. Entre ellos, se cuentan activistas e integrantes de asociaciones civiles que trabajan en cuestiones vinculadas con el ambiente.
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“Había como 60 argentinos registrados –cuenta Azul, desde Bakú–. Hoy, cuando tuve que salir del predio por una emergencia, me encontré con que mi acreditación estaba rechazada. Me había registrado como todos los años, a través del portal de Cancillería, y estuve toda la primer semana y hasta hoy entrando con ese permiso. Y bueno, hoy lo cancelaron. No tuve ninguna comunicación oficial de parte de Cancillería, ni del gobierno, ni nada”.
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Schvartzman trabaja para una organización europea de alcance global llamada World Benchmarking Alliance que analiza la performance del sector privado en lo que respecta a siete ejes, uno de los cuales es el cambio climático. “Colaboramos con ellos para que mejoren sus standards basados en la mejor evidencia científica disponible”, cuenta.
Villares integra la Fundación Sustentabilidad sin Fronteras, conformada por un equipo multidisciplinario de profesionales. “Desde que se ordenó el retiro de la delegación de negociadores de la Argentina corría el rumor de que esto podía suceder –explica– y finalmente la medida se concretó: dejaron a todos los representantes de la sociedad civil sin acreditaciones. No hubo ningún tipo de aviso. Nos enteramos hoy, a las 16 horas (hora local) cuando algunos salían de la COP y nos alertaban”.
Las ONG interesadas en que sus integrantes participen en estas convenciones pueden hacerlo de dos formas, explica el periodista especializado Fermín Koop, que está en Bakú acreditado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). Si están registradas ante las Naciones Unidas (ONU), pueden registrarse como observadores. Es un proceso no muy sencillo y que lleva tiempo. “Pero si tu organización no está registrada –dice–, lo que hacen muchos es venir con una acreditación que se llama ‘Party Overflow’, que se obtiene a través de la Cancillería. En cada COP, ese ministerio invita a empresas, ONG y otros, y les gestiona la acreditación. Como la Argentina se retiró de la conferencia, no los dejan entrar. Un momento feo”.
La conocida periodista ambiental Tais Gadea Lara por fortuna no sufrirá este contratiempo porque está acreditada por el medio español Climática, pero de todas formas se puso en comunicación con la embajada argentina en Azerbaiyán para tratar de dar una mano a los colegas. “Llamé y me atendieron muy bien –destaca–. Están preocupados y nos dieron un número de contacto para tratar de resolver este contratiempo. Es importante aclarar que los que están acreditados como parte ‘overflow’ pueden entrar como observadores, pero no integran la delegación oficial. La representación argentina se retiró. Ya no queda nadie, solo la embajadora, que vive acá. Incluso a ella se le dio la orden de que no concurriera a las negociaciones de la convención. Ayer se le preguntó al Secretario Ejecutivo de la ONU para el Cambio Climático, Simon Stiell, si habían ofrecido alguna explicación y dijo que no, que solo le notificaron que se retiraban”.
¿De quién es la responsabilidad de esta decisión abrupta? Para los afectados, de la Cancillería. “Hoy intenté comunicarme con ellos y no recibí respuesta –afirma Gadea Lara–. Es todo muy desprolijo, inaudito”. Schvartzman coincide: “Esto no tiene nada que ver con los organizadores”.
La COP29 lleva ocho días de deliberaciones para lograr un acuerdo sobre financiación para aplacar el cambio climático (fondos de los países desarrollados para los más empobrecidos) y debería finalizar este viernes, si no se prolonga. Mientras tanto, los argentinos “varados” en Bakú ya están recibiendo ayuda de ONG y delegaciones gubernamentales para que se les repongan las acreditaciones.
“Por suerte hay una red muy grande de organizaciones argentinas y regionales, y también de gobiernos que muy rápidamente se pusieron a disposición para acreditarnos –tranquiliza Schvartzman–. Yo, a menos de 20 minutos de que me hubieran cancelado el pase, ya tenía una acreditación de una organización argentina”.
“Alertadas acerca de esta situación, ONG de diferentes países actuaron rápidamente y nos están consiguiendo acreditaciones. Está funcionando bárbaro. Ningún argentino quedará afuera”, confirma Villares.
Entre otras cosas, en las sesiones de la COP29 se está discutiendo un compromiso sobre el aporte que debería hacerse efectivo a partir de 2030. Las inversiones necesarias para los países emergentes deberían rondar el billón de dólares anuales para esa fecha y ascender a 1,3 billones en 2035. Si no se participa por razones ambientales, al menos debería hacerse por motivos económicos…