Poco más de dos meses transcurrieron desde el lunes 14 de marzo cuando inició la primera audiencia del juicio por el asesinato de Nora Dalmasso (52), y por la Cámara Primera del Crimen de Río Cuarto ya desfilaron cerca de 65 testigos, de los más de 250 previstos por el fiscal de Cámara, Julio Rivero y el defensor Marcelo Brito; y ninguno de ellos aportó ningún dato que ubique al viudo Marcelo Eduardo Macarrón (62) en su rol de instigador que contrató un sicario para eliminar a su esposa, como consta en la absurda acusación que el fiscal de Instrucción, Luis Pizarro, el quinto de la causa, describió en un escrito de 192 fojas, que terminó de escribir el 23 de septiembre de 2019.
En su acusación, el fiscal Pizarro no responde a las 5W del periodismo, que son las mismas preguntas que conforman un hecho: ¿Qué, quién, dónde, cuándo y por qué?. Son justamente las presunciones sobre esas preguntas las que ahora el fiscal Julio Rivero debe justificar.
MÁS INFO
El lunes 14 de marzo, durante la lectura de la acusación, se respondieron parcialmente las dos primeras cuestiones:
-¿Qué?: Nora Dalmasso fue asesinada, pero aún no se sabe si su ejecutor fue un sicario.
-¿Quién?: Su viudo, el médico traumatólogo Marcelo Macarrón pagó a un asesino a sueldo para ejecutarla mientras él disputaba un torneo de golf en Punta del Este, Uruguay.
Ninguno del más de medio centenar de testigos que declaró frente a los tres jueces técnicos y los ocho jurados populares logró poner un manto de certeza a estas dos y las siguientes tres preguntas.
¿Quién fue el autor material del crimen?
¿Dónde se realizó la transacción para llevar adelante el plan criminal?
¿Cuándo se organizó la trama delictiva y el pago?
¿Por qué? ¿Realmente fue por codicia para no dividir los bienes de un posible divorcio?
Ninguna respuesta.
El regreso del ADN Macarrón
Fue el hermano de Nora, Juan Dalmasso, quién abrió la puerta hacia la hipótesis del cuarto fiscal de la causa, Daniel Miralles, quién había acusado al viudo de ser el autor material del asesinato de su esposa.
Juan Dalmasso habló de que alguien se benefició económicamente –su ex cuñado, el viudo Macarrón-; y alguien se benefició políticamente: el abogado laboralista y ex funcionario menemista Daniel Lacase. Las amigas de Nora abonaron esa idea, al declarar que Nora le temía a Lacase. Incluso, durante la instrucción, alguna de ellas ya había adelantado que el matrimonio de Nora Dalmasso y Marcelo Macarrón no pasaba sus mejores momentos y que fungía como testaferro de Lacase: “Que por rumores, a los cuáles la declarante da veracidad por lo observado durante los dos últimos eventos sociales que compartieron, el matrimonio entre Marcelo Macarrón y Nora Dalmasso no estaría pasando un buen momento, e inclusive ha oído que se querían separar; que ella le había pedido el divorcio a él, pero que Marcelo se lo había negado ya que deberían dividir por mitades los bienes, y que allí habría radicado el inconveniente ya que a ambos se los conocía como ‘testaferros de Lacase’”, declaró Leticia Beviacqua el 21 de diciembre de 2006.
La testigo también apuntó sobre la relación extramatrimonial de la víctima con el contador Guillermo Albarracín: “El comentario que escuché es que habiendo tantos hombres lindos en Río Cuarto, justo se viene a enganchar con este cara de boludo”. Increíblemente, Albarracín, la última persona con la que se comunicó Nora antes de ser asesinada, no fue llamada a declarar en el juicio y su testimonio se incorporó por lectura de las declaraciones dadas en la instrucción.
El martes, el agroempresario Miguel Rohrer, en su declaración de unas tres horas, también abonó la hipótesis de que detrás del asesinato de Nora Dalmasso está su esposo y único imputado, Marcelo Macarrón: “El juicio va eliminando incógnitas y sin dudas cualquier camino va sobre el imputado (Marcelo) Macarrón”. Rohrer también afirmó, sin dudas, que “Lacase y Macarrón eran uno solo desde Punta del Este, para adelante”.
El forense Martín Subirachs y el bioquímico policial Daniel Zabala terminaron de confirmar en el juicio la hipótesis que planteó en marzo de 2016 el fiscal Miralles, al acusar al viudo Marcelo Macarrón de haber sido el autor material de su homicidio: “Nora tuvo una relación sexual fuerte, consentida. Hubo un elemento disparador que hizo que su asesino decidiera matarla, primero la ahorcó a mano hasta desvanecerla y luego la estranguló con lo primero que agarró a mano, en este caso, el cinto de la bata. Desde el punto de vista médico-legal, fue un crimen pasional”, declaró Subirachs.
MÁS INFO
El perito forense agregó que “el asesino es una persona corpulenta, que pudo dominarla con su físico. Encontramos un puñado de pelos en la mano de Nora, que lo tomamos como prueba y luego desapareció” y que “el homicidio fue inmediatamente posterior a la relación sexual”, “no hubo un armado de la escena”. Ante el sólido testimonio de Subirachs, el defensor del viudo, Marcelo Brito, no hizo ni una sola pregunta.
El bioquímico policial, Daniel Zabala, con 35 años de carrera, declaró durante cinco horas y fue sometido a un interrogatorio que más de una vez pareció una mesa de examen: “El FBI nos dio la razón, me dio la razón. Cuando concurrimos a una escena del crimen lo hacemos como auxiliares de la Justicia, no de la policía, de la Justicia. Fui llamado por una autoridad judicial para que concurriera a la casa de Nora Dalmasso. Fue el fiscal Di Santo el que me llamó. Todas las pericias fueron solicitadas por el fiscal. Por la trascendencia del caso, realicé una y otra vez la prueba llamada Alfa naftil fosfato, que es la que determina la presencia de la fosfatasa ácida prostática, es decir si hay semen o no. Es irrefutable. Cuando me tocó actuar en el caso Dalmasso ya llevaba 20 años haciendo esos exámenes. Y el FBI confirmó con nombre y apellido a quién pertenecía el semen de la escena del crimen”. Cuando el presidente de la Cámara Primera del Crimen, Daniel Vaudagna, le dijo que declare a quién pertenecía el ADN del semen, Zabala respondió “no me corresponde hacerlo”; entonces el presidente del Tribunal lo obligó: “El ADN que envió el FBI pertenece a Marcelo Macarrón”.
El bioquímico declaró en la audiencia que “la muestra de ADN que analicé y corroboró el FBI sirvió para desincriminar y sobreseer definitivamente a Facundo Macarrón de la sospecha de ser el asesino de su madre”. Y ante El Destape ratificó sus dichos: “El FBI nos dio la razón, la muestra de ADN que analicé confirmó que ese semen no era de Facundo ni de su abuelo Félix Macarrón, ni de ninguno de los hombres y mujeres que estuvimos en la escena del crimen, desde los peritos hasta los amigos de la familia Macarrón que ingresaron a la habitación. Me llama poderosamente la atención que una huella genética que ubica al sospechoso en el lugar y horario del crimen sea desechada por la Justicia. Es un caso único en el mundo y en la historia de la criminología forense”.
Llamó la atención que ni los jueces Daniel Vaudagna, Natacha García y Gustavo Echenique Esteve, ni el fiscal de Cámara, Julio Rivero, se negaran a interrogar al testigo Zabala en referencia a las fotos de la víctima, que situaría al viudo Macarrón en el momento y lugar del homicidio.
En cambio, el Tribunal, a instancias del abogado defensor de Macarrón, llamó al estrado al bioquímico de Policía Judicial, Néstor Gutiérrez y a la genetista Nidia Modesti del laboratorio central cordobés CEPROCOR. Ambos testigos señalaron que en las pericias al material aportado por el bioquímico Zabala no encontraron semen: Gutiérrez, actual jefe del Interior de Policía Judicial no encontró semen en ningún material enviado desde Río Cuarto; mientras que Modesti no encontró material genético en las mismas muestras enviadas desde Río Cuarto.
Sin embargo, los genetistas del FBI confirmaron la presencia de semen, como lo había informado el bioquímico Daniel Zabala, cuyo donante es Marcelo Eduardo Macarrón.
El ADN en criminología
El británico Colin Pitchfork tiene el triste privilegio de ser el primer criminal en ser condenado por homicidio gracias a que su ADN quedó en los restos de sus víctimas. Su detención y condena fue posible gracias a que los genetistas lograron situar a Pitchfork en el lugar del crimen al momento del hecho.
En noviembre de 1983, Colin Pitchfork violó y asesinó en Narborough a Lynda Mann, una adolescente de 15 años. En julio de 1986, en Enderby, Pitchfork volvió a atacar a otra joven de 15 años, Dawn Ashworth a quién también violó y asesinó. Ambos crímenes ocurrieron en el condado de Leicestershire y conmovieron a la opinión pública británica. Los detectives de Scotland Yard realizaron una minuciosa búsqueda en bancos de muestras de ADN hasta dar con Pitchfork; quién fue detenido en septiembre de 1987 y en un juicio realizado en enero de 1988 fue condenado a cadena perpetua. Recuperó su libertad el 1 de septiembre del año pasado tras purgar cárcel durante 33 años. El genetista que posibilitó la identificación de este predador sexual fue Alec Jeffreys, de la Universidad de Leicester.
En Río Cuarto, el bioquímico policial Daniel Zabala tuvo una actuación destacada en crímenes resonantes como el de Laura Mansilla, una adolescente de 15 años violada y asesinada el 3 de octubre de 1993 cuando salía de una fiesta; y en el de Lorena Miacela Avila, una nena de 3 años que fue abusada y asesinada en febrero de 1998.
En el caso de Laura Mansilla, la investigación confirmó que la joven fue atacada y abusada sexualmente por una patota de siete hombres entre mayores y menores, quienes posteriormente la asesinaron y enterraron. El bioquímico Zabala, con el mismo método científico que aplicó en el cadáver de Nora Dalmasso, logró identificar a cinco agresores a través de su ADN, quienes fueron condenados a distintas penas: dos siguen presos, dos están libres y viven en Río Tercero y San Francisco, respectivamente, y el quinto murió.
Lorena Micaela Avila era una nena de tres años que la noche del 14 de febrero de 1998 fue secuestrada de la puerta de su casa por Wenceslao Escudero, un violador de 53 años que hacía un mes que había salido de la cárcel, condenado a 25 años por siete abusos. Dos semanas después de la desaparición de la nena, Escudero fue detenido por haber abusado de dos hermanitos de 8 y 12 años. El cadáver de la nena desaparecida fue encontrado 135 días después, el 29 de junio de 1998, en el patio de una casa donde había vivido el sospechoso. Escudero cubrió el cuerpo con cal para que no despidiera olor, lo envolvió con nailon y lo enterró en un pozo de unos 80 centímetros al que le metió la tapa de un tambor de 200 litros encima. En un aljibe los peritos hallaron una de las zapatillas y ropa interior de la nena.
El bioquímico Daniel Zabala, encontró ADN del predador sexual Wenceslao Escudero en el cuerpo y la ropa de la nena asesinada. Escudero murió en enero de 2002 sin ser juzgado por la violación y muerte de Lorena Micaela. En 1963 había recibido s primera condena por agresión sexual.
Casos reabiertos
La semana pasada el fiscal Ricardo Mazzuchi de Villa Carlos Paz ordenó comparar los rastros genéticos hallados hace siete años en el cadáver de Andrea Castana, una mujer asesinada en marzo de 2015 en el cerro La Cruz, con el ADN de Diego Concha, el ex director de Defensa Civil de la Provincia, detenido por violencia de género contra su ex esposa y por violación de una bombero voluntaria quien terminó suicidándose.
En 2017 se creó una comisión especial para dar con el o los asesinos de Castana, y los investigadores descubrieron que hubo varios casos de violación anteriores en el cerro de Villa Carlos Paz. Entre los sospechosos nunca investigados se encontraban pobladores del cerro que conocían muy bien la zona como para cometer estos ataques y escapar sin ser vistos. La semana pasada trascendió que esos sospechosos nunca investigados, serían familiares maternos de Concha. Lo que se busca es comparar el ADN colectado en el cuerpo de Castana y de otras víctimas que sobrevivieron, con el del ex funcionario de Defensa Civil detenido a fines de 2021, para determinar si es compatible y así avanzar hacia los sospechosos.
Esta semana, en tanto, se informó que fue encontrado el presunto femicida de Lola Chomnalez, la adolescente argentina de 15 años asesinada en Uruguay en diciembre de 2014, aplicando un procedimiento similar al del caso Castana.
El presunto femicida de Lola Chomnalez es Leonardo David Sena, un hombre de 39 años de edad, con antecedentes por delitos sexuales. El sospechoso fue detenido en el Chuy, Rocha, en la panadería en la que trabajaba. Los investigadores sospechan que Sena se cruzó con la adolescente cuando iba caminando por la playa e intentó violarla.
¿Cómo llegaron a Sena? La investigación científica la realizó Natalia Sandberg, genetista encargada del Registro Nacional de Huellas Genéticas de la Dirección Nacional de Policía Científica del Ministerio del Interior de Uruguay, quien propuso un cambio de estrategia determinante: buscar la identidad del agresor a través de la línea materna, a través del ADN mitocondrial, que se transmite por las mujeres a su descendencia.
En las pertenencias de Lola había ADN de un desconocido. En Uruguay a las personas que ingresan al sistema carcelario se les toma una muestra de ADN para una base de datos que fue creada en 2011. Así fue que se logró vincular a Leonardo Sena con Lola, a través de un familiar que estuvo detenido. Al someter las pruebas de ADN halladas en las pertenencias de Lola con el banco de datos carcelario, hubo coincidencias. El nexo entre Sena y Lola es un hermano del sospechoso que estuvo preso.
Ni bien asesinaron a Lola, los investigadores encontraron en el DNI y en la mochila de Lola el perfil genético de un hombre. La genetista Natalia Sandberg cotejó la muestra con el banco de datos del Registro Nacional de Huellas Genéticas, un mega archivo con los registros de todas las personas con antecedentes penales. Cada tanto, como el banco genético suma datos de nuevos delincuentes, Sandberg cotejaba los nuevos ADN. Nunca encontró una relación con el perfil encontrado en las pertenencias de Lola.
Hace unas semanas, la genetista Natalia Sandberg realizó una interconsulta con colegas y decidió comparar el ADN mitocondrial, o sea, analizar la línea materna del ADN hallado en la mochila y DNI de la víctima y compararlo con el banco de datos; y así llegó a que el ADN del supuesto agresor de Lola coincidía con el de un hombre que estaba preso por otra causa, pero sólo tenía vínculo por su madre.
La Policía Científica de Uruguay ubicó a la madre del detenido, fue sometida a un examen genético y se constató que tenía otro hijo, medio hermano del hombre detenido. El ADN de la mujer volvió a dar positivo con las huellas genéticas encontradas en la mochila y DNI de Lola. La mujer contó que había tenido 11 hijos y que a Leonardo Sena lo había dado en adopción. En cuestión de días, el círculo se cerró sobre este sospechoso gracias al ADN.
Los investigadores señalaron que “no se puede afirmar que Leonardo Sena sea el asesino de Lola Chomnalez, eso sería prejuzgar. Lo que se afirma aquí es que el sospechoso tuvo algún tipo de contacto con la víctima y sus pertenencias”.
El sospechoso Sena admitió haber encontrado la mochila y haber sustraído dinero de su interior. Esa es la respuesta de por qué deja material genético en la mochila y el DNI. Pero negó haber asesinado a la turista argentina.
Al igual que con el crimen de Lola Chomnalez, en el juicio por el asesinato de Nora Dalmasso, hasta hoy el indicio preponderante es la muestra genética. La Justicia debe armar el rompecabezas con el resto de los elementos de prueba que hay y analizar globalmente todo el expediente y los testimonios de los 65 testigos que se brindaron en estos dos meses de juicio. El fiscal Julio Rivero tiene la última palabra: o recaratula la acusación contra el viudo Marcelo Macarrón a través del hecho diverso, o sigue sin rumbo y sin certezas siguiendo la hipótesis del fiscal Luis Pizarro hacia una absolución por duda insuperable.