Coral Restoration Foundation (CRF) es una fundación del sur de la península de La Florida. Sus especialistas se dedican a la restauración del arrecife de coral, muy castigado por diversos factores, en especial, por los efectos del cambio climático. Lucía Speroni, egresada de la Universidad Nacional de Quilmes y buzo científico de la Fundación, conversó en exclusiva con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ sobre su trabajo y la importancia del cuidado de los ecosistemas marinos.
“Lo que hace CRF se asemeja a la jardinería”, cuenta y luego explica: “Se usan fragmentos de corales y se cuelgan en unas estructuras similares a árboles. El objetivo es que crezcan para poder ser devueltos a los arrecifes de donde se extrajeron”. La Fundación se encarga de identificar a las especies que están en peligro de extinción, y una de las más afectadas es el coral cuerno de ciervo. “El trabajo consiste en reproducir estos fragmentos hasta que alcanzan un cierto tamaño, tipo pelotas de tenis. Recién ahí se descuelgan de los árboles de PVC y se devuelven al arrecife donde se aseguran con epoxi para que sigan creciendo. Es un método que funciona”, relata Speroni.
Según la científica, es fundamental cuidar y proteger a los arrecifes ya que en ellos habita la cuarta parte de los peces que habitan en los mares. Sin los corales, la perdida en la biodiversidad sería desbastadora.
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Ciencia debajo del agua
Lucía Speroni llegó a CRF luego de un entrenamiento como buzo científico ya que quería contribuir a recuperar los arrecifes y que ese hábitat siga existiendo. “El mundo es más lindo con la diversidad que tenemos, con diferentes peces y hasta con algún tiburón que nada cerca tuyo; sin esto sentís que debajo del agua te vas quedando sola”, relata.
Speroni explica que los corales son animales y, concretamente, constituyen una colonia de pólipos: pequeños cilindros, con boca y tentáculos para atrapar comida. Estos pólipos usan el agua de mar para formar un esqueleto. Algo llamativo de los corales es que son muy coloridos; y este color lo obtienen de un alga, la xooxantela, que vive en simbiosis con ellos. La relación es beneficiosa para los dos: el coral le brinda al alga un lugar para vivir y el alga le da comida al coral haciendo fotosíntesis.
Los arrecifes de corales son el hogar del 25 por ciento de los peces. Dañarlos significa perder biodiversidad; al tiempo que se abandona la protección de las costas frente a tormentas fuertes, ya que estos ecosistemas actúan como barrera al minimizar el impacto de olas fuertes. El mundo perdió la quinta parte de sus corales debido a la contaminación y a las elevadas temperaturas de los océanos, entre otras amenazas. Lo que ocurre es que estos factores hacen que el alga zooxantela abandone el arrecife y entonces el coral muere por falta de comida y susceptibilidad a enfermedades.
Coralpalloza
“Una de las cosas que más me gusta es el Coralpalloza, que se organiza todos los años para concientizar y para que la gente que le gusta bucear pueda ayudar. En el último evento me tocó liderar un grupo de buzos voluntarios, logramos devolver al arrecife más de 120 fragmentos de corales. Cuando terminamos, nadé sobre el arrecife y vi todos esos pequeños fragmentos que van a crecer. Es una emoción muy grande”, dice. Luego continúa: “Si bien las temperaturas de los océanos siguen en aumento, algunos corales quizá tienen la chance de sobrevivir evolucionando. Pienso que es como darles una chance, correr contrarreloj”, expresa la científica.
El arrecife de Florida sufrió más si se los compara con otros bien conocidos como la Gran Barrera de Coral de Australia. Debido al calentamiento global, entre otros fenómenos, en Miami se ha perdido cerca del 90 por ciento de los corales en las últimas décadas.
Restauración del arrecife de coral en el sur de la península de La Florida. Créditos: Lucía Speroni.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas