Este verano extremo fue 60 veces más probable por el cambio climático

El Servicio Meteorológico Nacional lo registra como el más cálido de la historia. Récords para todos los gustos.

20 de marzo, 2023 | 00.05

Cuando el calendario nos indica que estamos a punto de iniciar un nuevo otoño, el verano se resiste a irse y el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) confirma que superó récords de todo tipo: de temperaturas promedio, máxima y mínima, y de cantidad y duración de olas de calor. Pero hay una cifra que impresiona y preocupa tal vez más: estas temperaturas, que afectan desde la salud de las personas hasta el suministro de electricidad a tal punto que se hace difícil vivir y trabajar en la ciudad fueron 60 veces más probables por el cambio climático.

Así lo demuestran análisis de atribución realizados por la World Weather Attribution (WWA), una colaboración internacional que analiza y comunica la posible influencia del cambio climático en eventos climáticos extremos, como tormentas, lluvias, olas de calor o de frío, y sequías.

Anomalías de temperaturas medias

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“El cambio climático ya está acá, es un hecho. Estamos sufriendo sus impactos y tenemos que hacernos cargo, asumir nuestra responsabilidad y actuar –dijo Celeste Saulo, profesora de la UBA e investigadora del CONICET, además de directora del SMN y vicepresidenta primera de la Organización Meteorológica Mundial (OMM)–. Los estudios de atribución son cada vez más importantes, porque tienen implicancias económicas. En la última COP 27, los países acordaron que existan fondos para los daños y pérdidas que son asociables pura y exclusivamente al cambio climático. Entonces, la pregunta que uno se hace como científico es si este calor que estamos padeciendo, es o no producto del calentamiento global. ¿A qué le atribuyo yo esto que estoy observando? Para eso existen métodos validados y aceptados por la comunidad científica, que permiten discriminar cada situación. Un estudio hizo un análisis de la ola de calor de [comienzos de] este verano, que no solo fue bravísimo, sino larguísimo, porque arrancó en noviembre ya con anomalías muy acentuadas (no estoy hablando de ésta de marzo, porque no hubo tiempo todavía de realizar el análisis). Y, efectivamente, nos encontramos con que fue 60 veces más probable debido a que estamos en un contexto de cambio climático, con aumento sostenido de la temperatura media global”.

Olas de calor (SMN)

Tal como explica el meteorólogo Francisco Martín León en meteored.com.ar, “a mediados de noviembre de 2022, gran parte del norte y centro de la Argentina y los países vecinos experimentaron temperaturas inusualmente altas. Más tarde, una segunda ola de calor a principios de diciembre dejó temperaturas que superaron los 40° C en 24 estaciones meteorológicas, cuatro de ellas por encima de 45° C”. Análisis realizados sobre la base de datos y simulaciones para comparar el clima actual (1,2° C más caliente, en promedio, que en 1850), con el del pasado mostraron que el cambio antropogénico hizo que esos eventos sean aproximadamente 60 veces más probables y 1,4° C más cálidos. “Además, se determinó que ahora se puede esperar un evento similar alrededor de una vez cada 20 años, con un 5% de posibilidades de que ocurra en forma anual, pero que sin los efectos de las emisiones humanas de gases de efecto invernadero, habría sido un evento extremadamente inusual”, explica León.

Cuando se lo considera en su totalidad, este verano arroja múltiples récords. “Es el más caliente de toda la historia de la República Argentina –destacó Saulo–. Cumplimos 150 años. Aunque no tenemos registros homogéneos de todo el país, en algunos lugares, como la Capital Federal, contamos con mediciones de más de 117 años y es el más cálido que tengamos registrado. Es un hecho que trasciende las percepciones subjetivas, completamente récord”.

Duración de las olas de calor en la segunda semana de marzo

Y si eso se apreció en todo el territorio nacional, fue en CABA donde se sintió con particular intensidad, ya que las grandes masas de edificios pueden elevar varios grados la temperatura en comparación con la que registran las estaciones meteorológicas.

La temperatura oficial de la ciudad se toma en la estación ubicada en Villa Ortúzar, barrio vecino a la Facultad de Agronomía. Ése el Observatorio Central Buenos Aires –comenta Saulo–. De allí surge el dato que utilizamos para informar a la población, aunque con nuestra aplicación (app), si la persona tiene habilitado el georreferenciamiento, a veces recibe el de la estación Aeroparque, que es un poquito distinto: la brisa del Río de la Plata genera cierto alivio en la zona costera. Por otro lado, nosotros medimos la temperatura en condiciones que no son exactamente las que padecemos los seres humanos. Las estaciones se tienen que ubicar sobre terreno verde, natural. Los instrumentos están protegidos por lo que se denomina ‘abrigo meteorológico’, que está pintado de blanco. Hay que cumplir una serie de requisitos para que estos registros sean comparables en todo el mundo. El individuo que estaba cruzando la Av. 9 de Julio un día como los de la semana pasada seguro que el calor que sufrió fue mucho mayor”. 

Después de tres años consecutivos bajo los efectos del fenómeno de La Niña, que también provocó una sequía grave en varias provincias, el verano 2022/2023 no solo puso los termómetros al rojo vivo por la intensidad del calor, sino también por su duración. Según el último informe del SMN, el sábado 11 marcó un récord absoluto con 38.9° C, la temperatura más alta para este mes y para febrero desde 1906. Apenas días antes, el jueves 2, ya había superado con 38° C el récord absoluto anterior, de 37,9° C registrado el 7 de marzo de 1952. Como si fuera poco, el domingo 12 la ciudad de Buenos Aires batió el récord absoluto de temperatura mínima más alta, con 28° C, dejando atrás a los 27,7° C del 21 de marzo de 1980. 

En los primeros 10 días del mes, la temperatura media estuvo hasta 6 y 7° C por encima del promedio, mientras que la temperatura máxima media fue hasta 10° C superior a lo normal en el norte de Buenos Aires, y el extremo sur de Santa Fe y de Entre Ríos, una situación extraordinaria que obligó a introducir nuevos colores en las escalas de los mapas.  

Pero además la Capital también registró, por primera vez en su historia, 15 días consecutivos con temperaturas máximas por encima del umbral (de máxima) de ola calor (32,3° C). El récord anterior era de 11 días en 2017.  

Otro caso fue el de Ezeiza, que superó cuatro veces en el mes su récord absoluto de temperatura máxima para marzo.

¿Será ésta la nueva normalidad?

“Científicos y científicas hace ya varios años venimos levantando la mano para advertir sobre los impactos del cambio climático –dice Saulo–. Parece que las sociedades necesitan sufrirlo en carne propia para empezar a tomar conciencia de que los eventos extremos se vuelven más habituales. Lo cierto es que los estamos viendo con más frecuencia y más intensidad, con temperaturas muy por encima de lo normal. Estamos frente a un fenómeno realmente serio, grave”.

Y concluye: “Es una enorme preocupación. Yo la tengo en todos mis roles, como persona común y corriente, como científica, como directora del Servicio Meteorológico Nacional, como vicepresidenta de la OMM. Me siento fuertemente interpelada por un mundo que no reacciona ante evidencias tan groseras de lo que nos está pasando. No va a haber soluciones mágicas. Tiene que haber decisión política internacional. Ya es tarde, pero puede todavía ser peor. Hay mucho por hacer. A los individuos de a pie nos queda tratar de consumir de una manera más sensata, y prestar atención a las advertencias cuando hay una alerta para preservar nuestra salud y la de los que nos rodean”.