No consumir bebidas alcohólicas a la hora de conducir para prevenir y evitar los siniestros viales. Ese es el espíritu de la Ley de Alcohol Cero, que comenzó a regir de manera nacional en Argentina el pasado 3 de mayo y ya se aplica en 14 provincias. En poco más de un mes, según datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), la experiencia demuestra que la cantidad de positivos se redujo y que la gente comprende el cambio. Desde algunos sectores, si bien reconocen el esfuerzo, reclaman que el gobierno otorgue más fondos para multiplicar los controles e incluso postulan el endurecimiento de las penas.
En el marco del Día Nacional de la Seguridad Vial, que se conmemora este sábado 10 de junio, el director ejecutivo de la ANSV, Pablo Martínez Carignano, destacó la buena recepción de la gente en diálogo con El Destape y derribó dos mitos: que la prohibición de consumir alcohol afecte a la industria gastronómica y que los conductores puedan dar positivo por algo que comieron.
A modo de balance, Martínez Carignano aseguró que “donde se aplica la ley, funciona bien”, en referencia a las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, Río Negro, Salta, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Tucumán, La Pampa, Chubut, La Rioja, Formosa y Chaco, además de determinadas ciudades de distintos puntos de la Argentina.
“Los resultados, como preveíamos, son buenos. Hay muchos menos conductores que dan positivo de alcoholemia”, analizó el director de la ANSV, quien aclaró que los conductores tomaron conciencia y “comprenden que cuando es cero es cero”. Incluso, indicó que esto ocurre también en los casos en que la alcoholemia es positiva. “Lo toman bien. La gente que da positivo dice ‘me la mandé, tienen razón’. No hay nadie que diga ‘coartan mi libertad, tengo derecho a beber y conducir’”, relató.
El mito sobre los positivos a través de la comida
Por otra parte, frente a las creencias de que se puede dar positivo por ingerir alcohol a través de la comida, como por ejemplo una ensalada con vinagre de alcohol, Martínez Carignano descartó que algo así ocurra. “Eso no es posible. El vinagre es ácido acético, no es alcohol etílico”, advirtió.
En ese sentido, explicó que durante los controles “tenés que soplar el alcoholímetro durante siete segundos y el aparato no busca aliento en tu boca, sino aire alveolar, que es donde se produce la oxigenación, para determinar si es positivo o no”.
También calificó como falso que la prohibición de beber a la hora de conducir atente contra la industria gastronómica. “No hace bajar el consumo ni afecta la actividad gastronómica, ese es un argumento que no está basado en datos estadísticos, sino en posiciones sostenidas por algunos empresarios”, cuestionó Martínez Carignano.
En contrapartida, dijo que la ley “sí hace que la gente tenga más cuidado y empiece a buscar conductores alternativos entre amigos o utilizar el transporte público”, por lo cual vaticinó: “Estamos convencidos de que, de acá a no muy lejos, se van a ir adhiriendo las provincias que faltan, salvo los casos irreductibles, que son Mendoza y la Ciudad de Buenos Aires”.
La provincia de Buenos Aires, como caso emblemático
Al respecto, indicó que “el caso más emblemático de éxito de la ley es la Provincia de Buenos Aires”, al analizar que en el territorio “bajó la cantidad de positivos entre el año pasado y mayo último”. De hecho, según datos del Ministerio de Transporte de la provincia de Buenos Aires, en lo que va del año se llevaron adelante 27.444 test de alcoholemia, de los cuales 383 fueron positivos, lo que equivale a un 1,4% de positividad.
Una de las entidades que impulsó la ley en el ámbito bonaerense fue la Defensoría del Pueblo, cuyo titular Guido Lorenzino manifestó a este medio que “está demostrado que sin alcohol al volante bajan la cantidad de siniestros viales y muertes” y argumentó que “en la medida en que uno consume alcohol, en la graduación que sea, pierde lucidez y control al manejar”.
Para Lorenzino, la Ley de Alcohol Cero “es un elemento más para evitar los siniestros de tránsito”, pero sobre todo la valoró como “un buen comienzo para lograr los cambios culturales, que son los que en definitiva van transformando las conductas de las sociedades”.
Incluso, desde la Defensoría realizaron un estudio que demostró que el 80% de la gente está a favor de la norma e incluso 3 de cada 4 bonaerenses consideraron la posibilidad de que se introduzca un sistema de puntos para los conductores y que, en el caso de que se cometan infracciones, se le resten unidades y se le apliquen penalidades.
Los controles, el punto a reforzar
Entre las cuestiones a mejorar, desde la Asociación Luchemos por la Vida apuntaron que hacen falta “más controles sistemáticos”, según explicó a El Destape la directora de Investigación y Educación Vial de la entidad, María Cristina Isoba, quien consideró “imprescindible mejorar la fiscalización”.
Isoba reconoció que “la ANSV está haciendo esfuerzos para reforzar los controles”, pero consideró que eso debería “sostenerse en cada provincia y municipio, algo que no se está logrando”, por lo que pidió “una reconfiguración de la política de fiscalización al volante”. En esa línea, solicitó “que se asignen recursos a nivel nacional para multiplicar los controles y que cada municipio tenga alcoholímetros, con gente capacitada, al igual que en rutas provinciales”.
El último estudio de la entidad que promueve la seguridad vial desde 1990 -que es de 2021-, contabilizaba un promedio de 14 controles cada mil habitantes, cuando la estrategia en los países con mejores cifras oscila entre 125 y 444 cada mil. “Ahora hay más, pero de ninguna manera llegan a la tercera parte de lugares como Suecia y España. Entonces el desafío es que haya más controles para hacer realidad la legislación, que es muy buena”, aseveró la especialista.
Sobre la cantidad de operativos, Martínez Carignano aclaró que “la ANSV hace controles todos los días, junto con las fuerzas provinciales” y agregó que “las noches de viernes y sábados hacemos alcoholemia federal en las rutas”. De todos modos, reconoció que “falta muchísimo en término de controles”, pero marcó el camino al sentenciar: “Nunca se controló tanto como ahora”.
Endurecer las penas y generar un cambio cultural
Al retomar su punto, Isoba señaló que “es clave concientizar a la gente de que esto es importante” y comparó: “Todo el mundo sabe que no hay que tomar, pero hay conductores que están acostumbrados y consideran que lo pueden seguir haciendo porque controlan la situación, algo que es una creencia falsa, basadas en la propia experiencia, pero no en la evidencia internacional”.
Para que esto cambie, abogó por “un cambio cultural”, para el cual es importante la concientización y la educación, pero también “la aplicación efectiva de controles y sanciones”. En esa línea, admitió que “está muy arraigado tomar alcohol como ritual de socialización”, pero aseguró que “aquel que cree que no le puede pasar nada, si hay castigo va a decir ‘no me conviene tomar porque si me detienen, me sacan la licencia o me obligan a hacer un curso o incluso me meten preso”.
En ese punto, se mostró a favor de un endurecimiento de las penas. “Creo que en algunos casos es necesario que se sancione severamente y no sólo en forma monetaria, sino también con suspensión de licencia y reeducación obligatoria”, expresó. Incluso, para los casos muy severos o de reincidentes, postuló “que se configure esto como un delito, no como una infracción, que pueda ser inclusive pasible de cárcel o de trabajos comunitarios”.