“Para mí, en lo personal, el Juicio por la Verdad es como el último grito de justicia”, sostuvo Cristina a El Destape, quien reiteradamente sufrió abusos sexuales por parte de su hermano mayor durante la década del '70 y principios del '80. Llevó tiempo el pasar por un “develamiento” en terapia, fortalecerse y tomar la decisión de hacer la denuncia correspondiente por el delito que sufrió hace más de 40 años. Para la Justicia, ese tiempo es tarde y el caso prescribió, quedando así en un limbo jurídico en el que poco y nada parece poder hacerse y donde el único beneficiado es el abusador.
“No elegí que pasaran 40 años, a mí me pasaron 40 años en la ignorancia y la negación. La Justicia no toma en cuenta el hecho de que uno no denuncia cuando quiere, denuncia cuando puede. Y a veces, pasan 40 años, pero no quiere decir que el delito no exista”, señaló a este medio hace unos años, cuando inició la lucha por su verdad. Se dio cuenta del abuso en una sesión con su psicóloga, la primera persona a la cual se lo contó. Luego lo compartió con su hermana quien también admitió haber sufrido este tipo de abusos. A Cristina le sucedió entre los 16 y 17 años; a su hermana Giselle, entre los 10 o 12 hasta sus 18 años.
La denuncia fue ante la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), en agosto del 2019, contra su hermano y su madre -por ser partícipe necesaria encubriendo lo sucedido-. “Es un lugar donde el tratamiento a las víctimas y sobrevivientes es maravilloso, cuidadoso, con una dedicación increíble y es un lugar que muchísima gente desconoce”, manifestó. Pero en enero del año siguiente, el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Nº 39 decidió mantener prescripta la acción penal y no continuar con la investigación. “No dijo ni siquiera ‘soy inocente’”, expresó la denunciante al recordar que la apelación de su hermano se basó en el argumento de que la causa había prescripto.
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La querella apeló dicha prescripción pero en marzo del 2020, la Cámara de Apelaciones confirmó la sentencia en contra de las dos denunciantes. “Las víctimas hablamos cuando podemos, no en los tiempos que presuntamente la Justicia maneja. Les pido que se tomen el trabajo de escucharnos a todxs, somos un montón. Es muy duro saber que vas a una batalla que está perdida, muy injusto”, dijo en su momento.
El giro ocurrió en abril del año pasado, luego de que sus abogadas presentaran un recurso: la Sala III de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional ordenó un juicio por la verdad. Si bien el acusado no tendrá pena, porque la causa está prescripta hace más de 40 años -cuando no estaba vigente la Convención de los Derechos de los Niños en el país-, sienta jurisprudencia y permitirá que otras víctimas cuenten con la herramienta para atribuir responsabilidad a sus abusadores y que, en definitiva, los casos no queden impunes.
“Habilitar a quien se presenta como víctima a que pueda acceder en este proceso a la determinación de la verdad de los hechos que denuncia, instando la producción de las medidas de prueba que estimen pertinentes”, señalaron los jueces Pablo Jantus, Héctor Mario Magariños y Alberto Huarte Petite. Además remarcaron que subsiste el derecho actual de las víctimas “a la determinación de la verdad, sin violentar las garantías del imputado sometido a proceso”.
“Se puede pelear, hay herramientas, no está todo perdido. En el caso nuestro se sentó jurisprudencia y ésta es una herramienta a la que mucha gente puede apelar y no lo saben. Es absolutamente posible, es posible dar batalla y pelearla”, el mensaje de Cristina para las víctimas.
Cristina sostuvo que le genera mucha tristeza que no se sepa la existencia de este recurso para las víctimas y que no tiene dudas que, poco a poco, con el conocimiento y la masividad, “se va a llegar a la imprescriptibilidad de todas las causas”. Y añadió: “Es muy difícil decir, en este país y en este momento, mirá que también existe justicia porque yo tuve justicia. No soy nadie, no tengo nada, soy una ciudadana común y corriente”.
“Hay que ir por los prescriptos, esa es mi frase. Estoy convencida de que voy a ver que esto no va a prescribir en algún momento. Lo voy a ver yo, no lo van a ver mis nietos. Esto es una bola de nieve que viene y no puede parar, porque somos demasiadas las víctimas y sobrevivientes”, afirmó. Sobre el cierre, remarcó que para ella el Juicio de la Verdad “es como el último grito de justicia y el poder gritarle a todos los sobrevivientes que se puede hacer algo, pedir y conseguir justicia” aunque muchas veces pueda ser “limitada y tal vez un poco renga”.
“El día que se termine el juicio por la verdad y digan ‘es verdad’, me voy a sentir absolutamente liberada y feliz de decir que se pudo hacer. No es lo mismo cargar con ese mareo, esa culpa, esa vergüenza y esa cosa tan pesada de todo lo que sentimos los sobrevivientes que poder decir ‘es verdad’”, concluyó.
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Juicios por la Verdad: una reparación para quienes sufrieron abusos
Ante la prescripción de estos hechos y centenares de causas archivadas, la única victoriosa es la impunidad de los denunciados. Frente a esto, aparece la alternativa de los “Juicios por la Verdad” como herramienta para que aquellas personas que sufrieron abuso puedan contar con algún tipo de reparación a pesar de que la causa se encuentre prescripta a nivel judicial y al condenado no se le aplique una pena concreta. Son orales y públicos y se originaron para juzgar hechos cometidos durante la última dictadura, en las causas de lesa humanidad, para reconocer el derecho a los familiares de conocer cuáles fueron las circunstancias de desaparición y/o muerte de las víctimas del terrorismo de Estado.
Estos se apoyan en diferentes instrumentos internacionales como la Convención Americana de Derechos Humanos, la de los Derechos del Niño y sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y otras normas nacionales como la Ley Piazza -reforma al Art. 63 del Código Penal Federal Argentino sobre los plazos de prescripción del abuso sexual en la infancia, estableciendo que deben empezar a computarse desde la mayoría de edad del denunciante- y la de Respeto de los Tiempos de la Víctima (extiende el plazo de prescripción que fue ampliado por la Ley Piazza).
“Lo que se está haciendo, a nivel procedimiento, es como un juicio común. Se siguen los lineamientos del Código Procesal Penal de la Nación como si fuese una causa ‘normal’. La diferencia que va a tener es que, el día de mañana, cuando salga la sentencia, es que no se lo va a condenar con una sanción penal ni irá preso por una determinada cantidad de años”, explicó a El Destape la abogada de las hermanas, Nadia Rivas; quien además aclaró que el caso se encuentra actualmente en instrucción y, de ser hallado culpable, en la sentencia deben ser enumerados todos los hechos. Todavía no hay fecha del juicio oral.
Si bien no es común que estos Juicios por la Verdad sean utilizados en investigaciones por delitos sexuales, comenzó a tomarse dicha noción como una opción concreta para investigar los hechos. El fallo a favor de Cristina y Giselle podrá ser utilizado como jurisprudencia, sentando un precedente sobre cómo accionar ante casos similares. “Es importante porque habilita otras luchas para las víctimas, antes te clavaban la prescripción y cerraban el caso. En cambio ahora, que se investigue y se rompa esta impunidad es importante”, concluyó.
Si sos víctima de violencia familiar o sexual, o sabés de alguien que lo sea, llamá a la línea 137. Es gratuita, nacional y brinda contención, asistencia y acompañamiento las 24 horas, los 365 días del año. Las denuncias por violencia sexual pueden hacerse en comisarías, comisarías de la Mujer, fiscalías penales o Unidades fiscales específicas para delitos contra la integridad sexual y Juzgados Penales y de Familia.