La Unión Tranviarios Automotor (UTA), el mayor gremio del transporte automotor de pasajeros, perdió en apenas dos meses por lo menos siete mil afiliados por un traspaso masivo que organizó el principal opositor a la conducción del gremio, a su vez aliado del camionero Hugo Moyano. La maniobra fue ejecutada por Miguel Bustinduy al mando de la lista Juan Manuel Palacios de la UTA, quien en diciembre pasado renunció a ese sindicato para pasarse a las filas de la Unión de Conductores de la República Argentina (UCRA), una organización perteneciente a la CTA Autónoma que le disputa representación a la entidad que encabeza Roberto Fernández.
La disputa adquiere mayor relieve si se toma en cuenta que Bustinduy tiene influencia directa sobre cinco delegaciones de la UTA en las que impuso conducciones afines en las elecciones internas de diciembre de 2022 (Mar del Plata, Córdoba, Santa Fe, Santiago del Estero y Jujuy) y, sobre todo, entre los colectiveros y accionistas del grupo Dota, el de mayor volumen de servicios en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) con unas 180 líneas controladas. El drenaje de afiliados comenzó el 13 de marzo pasado, cuando Bustinduy cerró un acuerdo con Silverio Gómez, secretario general de UCRA, para incorporarse a ese sindicato con paridad de cargos para sus leales a partir del puesto número dos.
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El enfrentamiento entre Bustinduy y Fernández arrancó casi al mismo tiempo que el que mantienen Moyano y el líder de la UTA: con la muerte en un accidente de tránsito, en 2011, de Juan Manuel Palacios, el anterior referente de los colectiveros y mano derecha del camionero en el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA), un sello sindical que dentro de la CGT fue el más enfrentado a Carlos Menem en los años '90s. Después del deceso Fernández (que ya había pasado de adjunto a secretario general en 2008) rompió con Moyano. El exlíder de la CGT respondió con el patrocinio explícito de su principal opositor y también de los denominados "metrodelegados", los gremialistas del subte que terminaron por crear una organización paralela por fuera de la UTA (Agtsyp).
La crisis llegó a un punto crucial en diciembre de 2019, pocos días después de la asunción de Alberto Fernández, cuando auna protesta de los disidentes en el edificio de la UTA derivó en un virtual copamiento de las instalaciones, agresiones y exhibiciones de armas de fuego. Una causa judicial exculpó años después a Bustinduy y sus seguidores de aquellos incidentes. Luego, en las elecciones de 2022 la nómina opositora perdió con 32% de los votos pero reclamó por el supuesto faltante de 26 mil votos, al tiempo que exigió autarquía financiera para las cinco delegaciones en las que ganaron sus candidatos. Ese último planteo chocó hasta ahora con el estatuto del gremio que prevé que la recaudación de cada seccional se derive de manera íntegra a la conducción central, a su vez al mando de la obra social.
Una vez resuelto el entendimiento entre Bustinduy y la UCRA, el gremio que pertenece a la CTAA hizo saber que había sumado "13 mil afiliados" a su nómina. El aliado de Moyano matizó el dato: "por nosotros se desafiliaron 7 mil compañeros que se pasaron de gremio y en la actualidad aportan a la UCRA. Como ellos no tenían obra social y la de la UTA era un desastre, llegamos a un acuerdo con el sindicato de empleados del vidrio (Seivara) para darles cobertura de salud", le explicó Bustinduy a El Destape. El secretario general de Seivara es Cristian Jerónimo, un sindicalista alineado con la familia Moyano y que tiene un lugar en ascenso en la "mesa chica" de la CGT.
El apoyo de Moyano a Bustinduy en su incorporación a la UCRA tiene la misma raíz que el que le brinda a los "Metrodelegados" y es otra de las razones de la recurrente desconfianza de los "gordos" de los grandes gremios de servicios de la CGT hacia el camionero: el acercamiento a espacios de las CTA, una central que se creó para disputarle representatividad a la más histórica y, sobre todo, objetar el principio básico de la ley de asociaciones sindicales que establece el monopolio de representación en cabeza de un sólo gremio por actividad.
"Puede ser que haya algo de ruido en la decisión que tomamos pero no fue algo antisindical, es darle fuerza a lo que ya teníamos como representantes y que no podíamos por la actual conducción de la UTA", argumentó Bustinduy. El dirigente dio una explicación práctica para su traspaso de sindicato: "le dije a Silverio que él tenía el club y nosotros, los jugadores".
La UTA transita la nueva etapa de la política argentina atrapada en un juego de pinzas: a la oposición y sangría de afiliados de Bustinduy, en coordinación con el grupo Dota y la familia Moyano, Fernández le sumó un tironeo constante por salarios con el gobierno de Javier Milei del que depende el 90% de los fondos que mantienen en funcionamiento, vía subsidios, el servicio de colectivos del AMBA.