La CGT elegirá a sus nuevas autoridades el 11 de noviembre, tres días antes de unas elecciones en las que cuesta encontrar un candidato de esa escudería en las listas del oficialismo. Sin embargo, en el gobierno esperan que el acuerdo de unidad entre todos los sectores de la central, que terminó de sellarse por estas horas, sea el puntapié inicial de un reacomodamiento de piezas y una nueva configuración, diferente, del escenario político quede plasmada en las urnas, revirtiendo, al menos en forma parcial, el resultado adverso de las primarias. Tarea difícil y con final abierto.
El miércoles, la cúpula cegetista visitó la Casa Rosada por segunda vez en pocos días. Tercera si se cuenta un encuentro a solas entre el jefe de Gabinete Juan Manzur y el titular de la central obrera, Héctor Daer, a comienzos de la semana pasada. Este vínculo reverdeció gracias a la necesidad de Manzur de comenzar a tejer su propia estructura de poder a nivel nacional, tarea en la cual los “gordos” de la CGT tienen asignado un rol clave. Con eso le alcanza a Daer para ratificar su liderazgo y quedarse con una silla, quizás la más cómoda, en el triunvirato que se anunciará dentro de poco más de un mes.
Sin espacio en las boletas, donde los lugares reservados al sindicalismo recayeron en representantes de otros sectores, los “gordos” tienen otros incentivos para aceptar el convite oficial y redoblar esfuerzos en campaña. No solamente por la primera cuota del auxilio de 11.400 millones de pesos que estaba trabado y finalmente desembolsó el Tesoro a poco de arribar Manzur a Buenos Aires. También, y quizás sobre todo, la amenaza de una reforma laboral en los términos que plantea la oposición, eliminando la indemnización por despido, ayudó a ponerlos en la misma sintonía que el gobierno.
El segundo lugar de la futura cúpula de la CGT será para Pablo Moyano, según se acordó la semana pasada en un concilio reservado en la sede de Camioneros. Además del peso de su apellido, y de su idiosincrática proyección pública, su lugar en el triunvirato acerca a la conducción a los sectores que permanecieron opositores al gobierno de Mauricio Macri y más vinculados al kirchnerismo. Es, además, el sector del sindicalismo más beneficiado con el reparto de bancas a partir del 10 de diciembre. En general, se trata de gremios con alta capacidad de movilización, un dato no menor ante la remisión de la pandemia.
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La unidad cegetista se estrenará, de hecho, con dos manifestaciones en días consecutivos: el 17 y 18 de octubre. El lunes 18 convocan a la tradicional marcha por el día de la Lealtad Peronista que confluye en el monumento al Trabajo, sobre la avenida Paseo Colón. Un día antes, el propio 17, los sindicatos se comprometieron ante Alberto Fernández a movilizar sus columnas hasta el Mercado Central, donde el gobierno organiza un acto que lo tendrá como único orador. En ambos casos, se tratará de actos políticos con un mensaje inequívoco de apoyo al gobierno, al presidente y a la unidad del Frente de Todos.
Un dato no menor de este nuevo acuerdo de unidad nacido al calor de la derrota electoral, la llegada de Manzur al gobierno y la ofensiva opositora contra los derechos de los trabajadores calificados es que deja afuera de la mesa de decisiones a Carlos Acuña, el hombre de Luis Barrionuevo que hacía tándem con Daer desde 2016. El triunvirato quedaría completado, en cambio, por Antonio Caló, secretario general de la UOM, que ya había sido el titular de la CGT durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, luego de la ruptura con los Moyano. Entre los tres deberán sostener un delicado equilibrio.
No será, desde ya, una CGT de combate. Se trata, en todo caso, de una configuración defensiva, con capacidad de movilización y de lucha pero también con contrapesos robustos, como un perro atado a poste con una cadena no muy larga. Las necesidades mandan. Tendrá su bautismo de fuego dentro de 10 días, en las calles, y en menos de un mes, apenas tres días después de que la nueva conducción sea ratificada en el Congreso del 11 de noviembre, prometieron hacer su parte para ayudar a revertir el resultado de una elección que puede sellar, también, la suerte de esta configuración del sindicalismo argentino.