La Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) fue, durante gran parte del siglo XX y principios del XXI, el principal organismo de inteligencia de Argentina. Creada en 1946, la SIDE fue una entidad clave para la recolección de información, la protección de la seguridad nacional y el resguardo de los intereses del Estado argentino. Sin embargo, su historia está marcada por controversias relacionadas con su actuación en gobiernos militares y democráticos, y su rol en distintas situaciones de espionaje interno.
La SIDE nació bajo el gobierno de Juan Domingo Perón en 1946, en un contexto de reorganización estatal tras la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo principal era la "recolección de información de inteligencia" para proteger la seguridad nacional, evitando posibles amenazas extranjeras o internas. Originalmente dependía de la Presidencia de la Nación, lo que le otorgaba un alto nivel de influencia y autonomía en la estructura gubernamental.
Durante los años de la dictadura militar (1976-1983), la SIDE fue ampliamente utilizada como una herramienta de espionaje y represión interna, colaborando en la persecución de activistas políticos, sindicalistas y opositores al régimen. En este período, el organismo fue vinculado con violaciones a los derechos humanos, ya que recopilaba información sobre personas que luego serían víctimas de desapariciones forzadas, torturas o ejecuciones.
La SIDE en democracia: cómo trabajó durante los gobiernos democráticos
Con la llegada de la democracia en 1983, la SIDE se mantuvo activa, aunque con un enfoque más moderado. Bajo distintos gobiernos democráticos, su labor de inteligencia se centró en amenazas más convencionales, como la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y la criminalidad organizada. No obstante, nunca se desligó completamente de la controversia, ya que en varias ocasiones fue acusada de realizar espionaje interno, incluyendo seguimientos a políticos, periodistas y otras figuras públicas.
Uno de los casos más resonantes en la historia reciente de la SIDE fue su presunta participación en el encubrimiento del atentado a la AMIA en 1994, donde el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina fue destruido por una explosión que dejó 85 muertos. Durante años, diversas investigaciones señalaron la falta de transparencia en el accionar de la SIDE, que supuestamente ocultó pruebas claves para proteger intereses tanto locales como internacionales.
Recambio, disolución y restauración: la inteligencia argentina desde el 2015
En 2015, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, la SIDE fue formalmente disuelta y reemplazada por la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), un organismo que buscaba modernizar el sistema de inteligencia argentino y poner fin a las prácticas cuestionadas de la SIDE. La creación de la AFI marcó un intento de mayor control y transparencia sobre las actividades de inteligencia, aunque los desafíos persisten.
El Gobierno anunció, a principios de este año, la disolución de la AFI y ordenó el regreso de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), el organismo que había sido reemplazado en 2015 tras diversos escándalos. Esta decisión se formalizó a través del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 614/2024, publicado en el Boletín Oficial. El cambio responde a una serie de recientes escándalos de corrupción y espionaje ilegal, que han generado críticas sobre el manejo de la inteligencia en el país.
La medida busca reorganizar el sistema de inteligencia en Argentina, otorgando nuevamente protagonismo a la SIDE, que operó hasta 2001. El DNU señala la necesidad de contar con "un organismo más eficiente y confiable en la recolección de información de inteligencia", en un contexto en el que la seguridad nacional y la transparencia del Estado son fundamentales. El regreso de la SIDE genera interrogantes sobre cómo se implementarán los controles para evitar las irregularidades del pasado.