Según escribió Felipe Pigna, “luego del golpe de Estado del ‘55 que derrocó a Perón, se formaron inmensas fogatas en los hogares y policlínicos de la Fundación Eva Perón donde se quemaron miles de libros, frazadas, sábanas, cubrecamas, platos y cubiertos porque llevaban el sello de la institución. Decenas de pulmotores fueron destruidos por la misma sinrazón.”
Sesenta años después, la actual diputada de Juntos por el Cambio Graciela Ocaña denunció penalmente el Plan Qunita que la entonces presidenta Cristina Fernández acababa de lanzar. El mismo consistía en que todas las mujeres beneficiarias de la Asignación por Embarazo recibieran un moisés, sábanas, frazada y otros elementos básicos para la crianza del recién nacido con el objetivo de evitar las muertes por colecho, es decir, cuando los bebes mueren aplastados o asfixiados por dormir junto a sus padres. El autor y ejecutor de la idea fue Tiago Ares, militante peronista y estudiante de diseño de la UBA.
Gracias al bolillero mágico de Comodoro Py, la denuncia llegó al incansable juez Bonadio, un verdadero imán de causas que involucraran al kirchnerismo. En base a una investigación exhaustiva de la propia Ocaña- quien junto a su tía dedicó una tarde entera a mirar precios en el barrio porteño de Once- el juez determinó la existencia de sobreprecios en las licitaciones del plan, procesó a Aníbal Fernández, el entonces Jefe de Gabinete, Daniel Gollan, entonces ministro de Salud y su vice Nicolás Kreplak. Con una velocidad lumínica poco frecuente en nuestra justicia federal dispuso la elevación de la causa a juicio oral y ordenó quemar los kits que todavía no habían sido distribuidos.
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Hace un mes, el Tribunal Oral Federal 1, siguiendo el pedido de la fiscal Baigún, que desestimó la supuesta pericia de Ocaña, dictó el sobreseimiento de todos los imputados por inexistencia de delito. La fiscal explicó que el único perjuicio al Estado lo causó la decisión del juez de no distribuir los kits. Esta semana, CFK anunció el relanzamiento del Plan Qunita.
La Argentina es ese extraño país en el que los bárbaros fabrican cunas y respiradores y los civilizados ordenan destruirlos.
El gobierno también anunció el lanzamiento de créditos a tasa cero de hasta $150.000 para los monotributistas, lo que generó un cierto fastidio entre algunos periodistas serios, incluyendo a varios que suelen exigirle al gobierno medidas a favor de la clase media. Ocurre que una cosa es exigir medidas y otra muy diferente es saludarlas cuando son implementadas. Son dos acciones bien diferentes.
Otros periodistas señalaron la naturaleza electoralista tanto de dichos créditos como del nuevo plan de crédito al consumo Ahora 30. Los beneficios hacia las clases media y baja suelen ser denunciados como electoralistas, algo que nunca ocurre con los beneficios hacia las clases más favorecidas, como el blanqueo de más de 100.000 millones de dólares evadidos propiciado por el gobierno de Cambiemos. Se ve que los ricos nunca votan a quienes los benefician.
La imagen de Alberto junto a Fabiola en una cena el año pasado en Olivos que incumplía las restricciones sanitarias generó un nuevo escándalo. Quienes durante un año y medio de pandemia llamaron a no respetar dichas restricciones porque ponían en peligro a la república y coso, convocaron marchas en las que se quemaron barbijos y presentaron una denuncia penal contra el gobierno por querer envenenarnos con la vacuna, exigen el juicio político del presidente. El moralismo selectivo, cuya elasticidad supera a la de la lycra, permite estos asombros. “Cada vez que hay un escándalo y éste tiene gran difusión periodística, yo desconfío del objetivo de la difusión. Los verdaderos escándalos (...) no gozan del favor de la gran prensa” escribió Arturo Jauretche hace casi 60 años y agregó “de donde los moralistas vienen a ser los mejores instrumentos de los explotadores del ramo.”
Por su lado y con una cortesía notable, Mauricio Macri decidió incumplir la cuarentena obligatoria tras su regreso de Europa, lo que le valió la notificación de un fiscal. Alberto debería agradecerle el gesto. Lamentablemente y pese a las excusas presidenciales, el episodio indignó tanto a Pepín Rodríguez Simón que tal vez no quiera volver a la Argentina.
Luego de denunciar que el kirchnerismo nos lleva hacia el comunismo, hacia Haití, Nicaragua, Venezuela, Cuba o la calamidad caribeña que toque en ese momento, el periodista Jony Viale explicó que, además, es un movimiento conservador que defiende el statu quo.
El kirchnerismo es El Aleph.
Imagen: “El kirchnerismo, ese movimiento conservador que nos lleva hacia el comunismo” (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)