Mientras la provincia de Misiones colapsa por protestas simultáneas pero no coordinadas de policías, docentes, personal de salud y judiciales, Javier Milei viaja cinco días a Europa sin agenda oficial para participar del nazipallooza organizado por la formación de ultraderecha española Vox. Según informó el gobierno, en las próximas semanas el presidente tiene planeado volar nuevamente a Estados Unidos, para reunirse con empresarios, y otra vez a España, para recibir un premio. El sistema normaliza con la misma facilidad la cofradía con neonazis; los viajes, tan frecuentes como onerosos para las cuentas públicas, despojados sin excepción de responsabilidades de Estado; y el total desapego de Milei por el devenir cotidiano de 47 millones de personas que dependen de su gobierno.
Gobernadores de todo el país toman nota de lo que sucede en Posadas, donde los trabajadores estatales, en la primera línea de fuego ante “el ajuste más grande de la historia”, fueron el primer fusible en quemarse. Los mandatarios provinciales carecen de recursos para desactivar los conflictos que se presentan a diario, y temen que la bronca, en su trayecto desde la periferia hacia el centro, los desborde a ellos antes de acercarse a las puertas de la Casa Rosada. Suspicacia: las consignas de los grupos que encabezan las protestas apuntan contra las autoridades locales y dispensan de críticas a Milei. Por ejemplo, un grupo de docentes “autoconvocados” que corta rutas desde varias semanas militó el rechazo al paro nacional del 9 de mayo con la consigna “responsabilidad absoluta del gobierno de Misiones”.
Obligados a negociar por el ahogo financiero, algunos gobernadores desconfían sin embargo de sus interlocutores en la Casa Rosada. Mientras son sometidos a una operación de desgaste observan cómo en cada distrito un delegado de Karina Milei comienza a construir una alternativa opositora. La suspensión del acto del 25 de mayo, en ese sentido, resultó un alivio para los que no querían pagar el precio de hacerle un desplante al presidente pero tampoco les hacía gracia salir en esa foto. Prefieren negociar, en privado, promesas de beneficios futuros y unos pocos fondos frescos a cambio de apoyar la ley de bases a sabiendas de sus múltiples problemas. La falta de proyección nacional en el horizonte político de la clase dirigente de cada provincia es un drama generalizado con escasas excepciones en todo el país.
El pacto se cayó pero el impacto de mayo hace sentir sobre los hombros de todos los argentinos el peso de las decisiones que tomó este gobierno, ya con claridad. El consumo de leche cayó un 20 por ciento en lo que va del año, la carne otro tanto, los medicamentos cayeron un 30 por ciento y el pan 45 por ciento. La industria se sigue desplomando en todos los sectores, y la capacidad instalada ya casi alcanza el 50 por ciento: la mitad de las máquinas del país están apagadas. En ese escenario ya existe consenso entre los economistas de que no se vislumbra un rebote en forma de V, como insiste el gobierno. En cambio advierten sobre el riesgo de que la actividad se comporte en forma de Y: después de cierto punto algunos sectores rebotan mientras que el resto de la economía cae a pico.
La letra chica del régimen de incentivo a las grandes inversiones delata cuáles son los sectores que podrían rebotar en los planes de Milei: agricultura, ganadería, minería e hidrocarburos. Extracción de recursos sin agregado de valor argentino, es decir sin generación de puestos de trabajo. Por el contrario, los rubros que van a caer son justamente aquellos que demandan mayor cantidad y calidad de mano de obra, la industria nacional. De acuerdo a un estudio de CEPA, entre diciembre y febrero se perdieron unos 70 mil puestos de trabajo registrados en el sector privado. La construcción y la industria encabezan las ramas de la economía donde más cayeron. Las proyecciones señalan que sólo en marzo se perdieron 35 mil empleos más. Nada indica que en abril y mayo haya cambiado esa tendencia.
Al contrario. Un fenómeno más bien reciente, que a los más añosos nos trae recuerdos de la crisis de comienzos de siglo, es acostumbrarse a leer a diario noticias sobre despidos y suspensiones en grandes empresas. Un goteo permanente que funciona como una amenaza indefinida, sin emisor determinado, pero muy presente en la vida laboral de cada uno. Esta semana nos enteramos de despidos en supermercados como Diarco y Chango Más. La planta de neumáticos FATE en San Fernando cesanteó a 97 obreros, algo que no se veía desde la década del 90. No puede vender en el mercado interno, porque no hay demanda, pero tampoco se le abren los mercados para exportar porque los costos de producción dejaron de ser competitivos en términos internacionales.
FV, marca líder en grifería, suspendió a 800 operarios, más de la mitad de la planta donde se produce para exportar a 25 países. La compañía de electrodomésticos Whirlpool recortó un turno en su planta. Mabe, del mismo rubro, en Córdoba, abrió 200 retiros voluntarios para una nómina de mil trabajadores; uno de cada cinco se va a la casa. Asindar va a volver a parar la producción de sus plantas en Villa Constitución porque la demanda cayó a la mitad. Es la segunda vez en el año. Pepsico, que fabrica gaseosas y snacks, despidió a 36 de sus 400 empleados, casi el 10 por ciento de su planta. Las grandes empresas son las que llegan a las portadas. Debajo de esa superficie, lejos de la atención del círculo rojo, miles de PyMEs, con menos espalda, pasan por situaciones dramáticas.
El industricidio inducido por el gobierno de Milei puede arrasar con sectores como el automotriz, uno de los más dinámicos en la economía nacional. General Motors frenó tres veces en lo que va del año su producción, Renault no renovó 270 contratos y Toyota tiene abierto un cupo de 200 retiros voluntarios. La producción de autos cayó un 22 por ciento y la exportación un 33 por ciento en abril respecto a un año antes. Empresarios y sindicalistas del rubro coinciden en destacar que no existe diálogo con el gobierno. Se quejan de que el secretario de Industria, Juan Alberto Pazo, abogado y productor agropecuario, sólo tiene agenda para el campo, y de que hay varios lugares clave en el organigrama de su área que permanecen vacantes. Advierten que si se aprueba la ley de bases el deterioro va a profundizarse.
La destrucción meticulosa y premeditada de la economía nacional pone en riesgo, incluso, en el mediano plazo, la integridad territorial de la Argentina. En Tierra del Fuego la Textil Río Grande, con 40 años de historia, lleva cinco meses sin trabajar y no planea encender las máquinas por lo menos hasta fines de junio. Sus empleados cobran el 75 por ciento del salario pero no tienen certezas sobre el futuro. Mirgor, empresa emblema del régimen fueguino, que ensambla artículos electrónicos y autopartes, está reduciendo personal y decidió dejar de renovar los contratos que se vencen. Electrofueguina, de Frávega, viene de seis semanas de suspensiones. El oficialismo, en la cámara de diputados, metió por la ventana un artículo en la ley de bases para poder desarmar el régimen especial que beneficia a esa provincia.
Esta semana tomó relevancia mundial la noticia de que un equipo científico ruso había encontrado reservas petrolíferas por 500 mil millones de barriles en territorio antártico reclamado por Argentina, Chile y Gran Bretaña. En realidad es información que existía desde hace al menos cuatro años pero tomó estado público luego de que lo denunciara hace dos semanas un legislador en una comisión del parlamento británico. La noticia, en todo caso, no es que los rusos descubrieron petróleo sino que estaban buscando petróleo en la Antártida. Estados Unidos reaccionó rápidamente con un documento que actualiza su doctrina para la región, impulsando un mayor despliegue militar. La dirigencia argentina, mientras tanto, parece absolutamente insensible al peligro mientras se acerca, paso tras paso, al abismo.
En su presentación ante el Senado, el jefe de gabinete, Nicolás Posse, desmintió el anuncio que había hecho Milei por cadena nacional sobre la construcción de una base naval conjunta con Estados Unidos en Ushuaia. “Es argentina, no es una base combinada”, aclaró el funcionario. Resulta imposible saber si mintió Milei o si el presidente habló de más y ahora miente Posse para preservar una colaboración que no debía hacerse pública. Sin participación extranjera se trata de un proyecto que comenzó el gobierno anterior y cuyo financiamiento difícilmente sea compatible con el nuevo régimen fiscal, por lo tanto humo. Con participación extranjera oculta una renuncia de soberanía encubierta e ilegal. En cualquiera de los dos casos, se abandona la proyección estratégica nacional hacia el sur.
El Tratado Antártico indica que el reclamo argentino, como todos, deberá volver a discutirse en el año 2048, Las últimas noticias y el deterioro acelerado de los consensos en el concierto de naciones amenazan con acelerar los tiempos. De una u otra forma, el país no puede perder un sólo día más si conserva la voluntad de seguir ejerciendo soberanía sobre ese territorio. Pioneros en la exploración y el desarrollo pacífico de actividades científicas durante las primeras tres cuartas partes del siglo XX, cuando se firmó por primera vez el Tratado estábamos a la vanguardia mundial en sus políticas antárticas. Hoy corremos de atrás. Si se vacía Tierra del Fuego, si se eliminan sus industrias, si se quita el régimen sin reemplazarlo, si se vende Aerolíneas Argentinas, si cierra el Correo, vamos a estar aún más lejos.
Pero (y acá está la clave para pensar la salida de esta pesadilla) las políticas que nos trajeron hasta acá tampoco hicieron lo necesario para volver a sentarnos en esa mesa, con voz y con voto. Seguir subsidiando una industria deficitaria de ensamblaje de aparatos y fabricación de ropa carísima, que no tiene un proyecto de desarrollo y no evolucionó en décadas no nos acercó ni va a acercarnos a recuperar nuestra soberanía plena sobre el Atlántico Sur, a proyectarnos hacia la Antártida o a insertar al país de forma estratégica en el mundo de ninguna manera. Encontrar una solución superadora a esa disyuntiva, y a otras que se presentan en términos similares, es parte de la tarea, quizás la más importante, de la dirigencia política que no se resigna a que Argentina siga el rumbo que le designó Milei.
A esta altura parece claro que la salida no puede ser presentarse como la antítesis de Milei porque él ya es la antítesis de todo lo que tiene enfrente. Esa fue su propuesta, con la que ganó las elecciones y todavía conserva la expectativa de la mitad de la sociedad. Ponerse en un lugar opuesto a él sin cuestionar el plano en el que se juega ese antagonismo es hacer exactamente lo que él espera, reforzar la narrativa que nos trajo hasta acá, concentrar fuerzas en el punto de mayor resistencia del adversario. Milei ganó por un rechazo a ese contrario. La única salida posible es romper el circuito, cambiar los términos de la conversación, animarse a imaginar un país mejor, traducir esas ideas al lenguaje llano de los que sufren cada días las decisiones de este gobierno. Hay que hacerlo pronto. Está en juego todo.