La provincia de Entre Ríos vive por estos días uno de los fenómenos más atípicos de las últimas décadas. Una bajante histórica afecta al río Paraná, no sólo dando cuenta de una postal inédita, sino que, además, provocando alteraciones en el ecosistema, afectando actividades productivas y recreativas y perjudicando la toma de agua de diversas localidades. La ausencia de lluvias en la cuenca alta, junto a otros fenómenos -entre los que se podría incluir la quema de pastizales en el Delta- han afectado el curso natural del río, que podría batir un récord en altura negativa.
En las últimas jornadas imágenes que nunca se creyeron posibles en la zona, se hicieron realidad. Enormes bancos de arena, embarcaciones encalladas en el barro, desmoronamientos en las islas, rajaduras en viviendas cercanas a la costa e incluso la malla protectora del túnel subfluvial que une Paraná con Santa Fe se hicieron visibles, dejando al descubierto un escenario que podría tornarse dramático. Mientras expertos estudian las múltiples causas, funcionarios provinciales trabajan a contrarreloj para que el abastecimiento de agua no sea un problema.
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La situación no es nueva. En 2020 ya se habían observado algunas postales con el río bajo, que pasaron desapercibidas por la relevancia de la pandemia y porque luego la altura se estabilizó, especialmente gracias a que algunas represas en Brasil abrieron sus compuertas, elevando el caudal. Pero este año la situación se agravó. A mediados de junio, el Instituto Nacional del Agua (INA) advirtió que el río Paraná presentaba una tendencia bajante, con alturas muy por debajo de los límites en varias ciudades entrerrianas, pudiendo alcanzar niveles parecidos a los de 1944, el año más bajo de la historia.
“Es alta la probabilidad de un agravamiento de la bajante en el río Paraná y con esa tendencia alcanzaría niveles similares a los registrados en el año más bajo de la historia registrada”, alertó el INA. En aquel año de la década del '40, la situación fue gravísima: frente a la capital entrerriana el río marcó 1,40 metros bajo cero; en Diamante 1,29 por debajo del cero; y en La Paz -1,08 debajo del cero. El pronóstico del Instituto, además, no fue auspicioso: "No es espera una mejora sensible en los próximos meses. Julio será especialmente crítico, con afectación a todos los usos del recurso hídrico, especialmente la captación de agua fluvial para consumo urbano".
En Paraná ese problema ya es una realidad. Diversas zonas de la capital llevan una semana con el servicio cortado de manera intermitente. El problema de mayor impacto en la bomba de extracción en el Muelle 1, más cerca de la costa. Si bien el gobierno municipal, anticipando un escenario de este tipo, había planificado un cambio a otra zona -para independizarse de la altura del río- la bajante ocurrió de manera tan precipitada, -más de 20 centímetros en cuatro semanas- que alteró el curso de acción oficial, y calculan que no habrá una solución definitiva hasta dentro de dos meses.
"Esta bajante histórica ha impactado en nuestro sistema de distribución, como en la mayoría de las ciudades río arriba y río abajo", señaló el intendente, Adán Bahl, cuando fue consultado sobre los problemas en la provisión de agua. En una conferencia de prensa, el presidente municipal explicó que el agua cruda no está llegando a la planta potabilizadora, lo cual afecta la presión en el centro y diversos barrios: "Hemos hecho un dique con una bomba que arroja agua a una capacidad de un millón y medio de litros. Se van a colocar tres. Pero es una solución temporaria".
Bahl recalcó la necesidad de que el vecino sea "solidario" y no derroche agua: "Es una situación de crisis hídrica de Paraná. No se puede solamente administrar por manejo de válvulas porque no hay presión suficiente. Los paranaenses que tienen agua tienen que tener en cuenta que un ahorro implica que a otro paranaense le pueda llegar agua por la presión".
Por su lado, el gobernador Gustavo Bordet no se mostró ajeno a lo que acontece. En ocasión de una visita a Hernandarias, donde entregó aportes para realizar trabajos de estabilización de barrancas, el mandatario señaló: "Esto genera mucha preocupación, es una bajante histórica que impacta en el agua potable, y esto es lo más urgente que hoy nos ocupa, además de lo ambiental".
El titular del Poder Ejecutivo provincial aseguró que mantiene contacto con los intendentes de las ciudades afectadas, especialmente Diamante -28 centímetros actualmente, cuando para esta época la altura promedio es de 2,91 metros-; La Paz -50 centímetros, más de un metro menos que hace un mes y tremendamente por debajo de los 4,22 metros promedio de los últimos 15 años; Victoria -1,06 metros, un tercio de lo que había hace cuatro meses- y naturalmente, Paraná.
Las causas, con los especialistas
El director de Hidráulica de Entre Ríos, Cristian Gietz, consideró que el panorama no es bueno, porque el río sigue cayendo en su nivel: "No sabemos cuánto más bajará". El funcionario, que es ingeniero en Recursos Hídricos, apuntó que "estamos dentro de las cinco peores marcas de la historia, aunque aún lejos de la número uno". Y agregó: "Hace dos años hay un déficit sostenido del aporte de lluvias en la Cuenca del Plata y no se avizora un cambio en el corto plazo, al menos hasta después de la primavera". Gietz subrayó, esperanzado, que podría haber un repunte si hay lluvias en Brasil, un fenómeno que sí tuvo lugar en 2020 y colaboró al caudal del Paraná: "De lo contrario, vamos a seguir viendo este escenario".
Aníbal Faccendini es director de la Cátedra del Agua en la Universidad Nacional de Rosario -UNR-. El experto considera que la histórica bajante que registra el río Paraná no responde a un solo factor, sino que es multicausal. "Esta grave bajante debe ser vista en relación a sus antecedentes, pero a partir de varias cuestiones. Es un efecto del cambio climático, pero también se relaciona con la deforestación y una cuestión menos incidental, pero que también es negativa, que son las más de 40 represas brasileñas en el Paraná norte.
En diálogo con Radio UNER, el especialista apuntó que "no es lo mismo esta bajante que la de la época del 40. La densidad demográfica es mayor, la capacidad agroexportadora creció y el uso de agrotóxicos aumentó. Todo esto, sumado a la ausencia de lluvias, que es el principal factor portador de agua y responsable del caudal, son elementos que restan".
Faccendini subrayó: "Esto es un problema ambiental, pero lo ambiental no es binario. Hay distintos grados de incidencia, más allá de mecanismos pluviales escasos que hacen que no haya un régimen que permita crecer. Son elementos que no suman, sino cuyo efecto, si bien secundario, no es positivo. El Tratado del Río de la Plata, evidentemente, nos marca una visión ambiental con mecanismos de previsión. Pero no hay control o antecedentes para llamar la atención de algunas conductas, como las represas hidroeléctricas brasileñas, que bajan el precio de la energía, pero tienen consecuencias negativas en la fauna ictícola". Por último, el especialista, apuntó que, además, no existe una "cultura del uso responsable del agua", que también afecta los cursos de los ríos: "Este bien común, que fue declarado persona jurídica para tener sus propios derechos, puede escasear y generar crisis".
Ricardo Giacosa también es ingeniero en Recursos Hídricos e integra el Instituto Nacional del Agua (INA). En contacto con El Destape, el especialista resaltó: "El río Paraná en Argentina se nutre de tres grandes cursos de agua, que son el Paraná de Brasil, el Iguazú y el Paraguay. Eso quiere decir que, para nosotros analizar qué sucede acá, tenemos que ver cómo llueve afuera de nuestro país. Y la realidad es que existe una escasez de precipitaciones en todas esas zonas, especialmente Paraguay y Brasil, donde los promedios han estado muy por debajo de lo habitual".
Giacosa explicó que el caudal habitual del río Paraná es de 10 mil metros cúbicos por segundo. Hoy se encuentra en 4.500 y bajando. Similar escenario se da en el Paraguay -es de 3.800 promedio y está en 1.500 y descendiendo- y en el Iguazú, donde es de 1.600 metros cúbicos por segundo y hoy está en un 50% de lo habitual. "En definitiva, es una conjunción los tres ríos, con un período invernal donde suele caer menos agua. Nuestro pronóstico hasta fines de agosto es desfavorable, y es importante que lo brindemos para que se puedan tomar decisiones a tiempo", señaló.
El experto apuntó que los elementos de interés, en ese sentido, son tres: las tomas de agua potable, la capacidad de navegar y la generación de energía: "Nosotros tenemos Yaciretá, que produce con 12 mil metros cúbicos por segundo y hoy tiene 6 mil metros cúbicos por segundo. Es decir, puede producir la mitad de la energía de siempre".
Si bien Giacosa reconoció otros factores como posibles desencadenantes del actual escenario, le restó dramatismo: "Pueden incidir, pero no de forma prioritaria. Son ciclos naturales y hay que aceptarlos como tal. La diferencia es que esta es una bajante extraordinaria, por dos motivos, que son los valores históricos que se podrían alcanzar y la duración, porque no va a cambiar durante, al menos, este trimestre. Son episodios que ocurren, poco frecuentes, pero que ocurren. En el año 1970 hubo una bajante parecida a esta, pero el impacto fue distinto porque el modelo económico era otro, entonces no impactaba tanto en el sector productivo. Y las tomas de agua no deberían verse muy afectadas tampoco, porque aún con bajos valores, el caudal del río es inmenso".