Mauricio Macri volverá a la Argentina a finales de esta semana, después de haber pasado varios días en Europa, interrumpidos por su presencia fugaz y poco destacada en Tucumán para acompañar a Javier Milei en el Pacto de Mayo. El ex presidente regresará justo para cuando la Ciudad se siente, una vez más, a discutir la coparticipación con el gobierno nacional y a días del relanzamiento del PRO, rodeado de dirigentes cercanos, un amarillismo puro.
El macrismo encara la segunda parte de su relación con Milei. De una colaboración casi ciega, se pasará a un juego con resultado incierto. Se tomará cierta distancia del gobierno nacional, que puede o no funcionar dado el perfil ideológico de los votantes del PRO, de sus expectativas y su apoyo a La Libertad Avanza en el proceso electoral. Con la intención, en paralelo, de mantener cierta lejanía con el kirchnerismo, del cual es oposición por definición.
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El partido amarillo, en su afán por recuperar la identidad contestataria, de cambio y representar a cierto sector de la sociedad, buscará hacer una suerte de relanzamiento el mes que viene. Todavía no están definidos la fecha ni los oradores, pero probablemente se haga en Vicente López, donde comanda la vice de Mauricio, Soledad Martínez, muy cercana a Jorge Macri, su antecesor en la intendencia. La intención es mostrar un PRO puro, sin Patricia Bullrich ni Horacio Rodríguez Larreta. La primera, mucho más abierta a una alianza con La Libertad Avanza, reculó y se alejó de la idea de fusión con el oficialismo. La ministra de Milei armó su línea interna en el partido amarillo pero, por ahora, no rompió. No quieren manchar al gobierno con discusiones de casta.
El ex jefe de Gobierno, alejado de la vorágine política, se dedicó en estos meses a ayudar con su experiencia a dirigentes cercanos y dar charlas en el exterior para contar la experiencia de gestión porteña. Ubicado en el centro, su propuesta política fracasó en las urnas y no es momento de reflotarla. Si, eventualmente, el péndulo deja de ir de un extremo a otro para quedarse en el medio, tendrá su segundo aire.
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Esa refundación del PRO traerá aparejado un distanciamiento con el gobierno nacional. Esa bifurcación ya empezó a mostrarse y se profundizará en agosto, después de las vacaciones. En los últimos días, cobró fuerza la chance de una reforma electoral por parte del gobierno, algo que quedó excluido de la Ley Bases y que busca revancha. En ese debate se dará una fuerte batalla simbólica. Empezó a circular, en redes sociales mediante cuentas afines a Milei, que el presidente impulsará el proyecto de Ficha Limpia para que condenados por delitos de corrupción puedan ser candidatos en elecciones. El texto, en realidad, fue propuesto por el PRO, sin éxito, hace años. En 2019, durante la gestión de Cambiemos, se fracasó en el recinto por falta de quórum.
No es la única propiedad en disputa. En un listado de medidas para reformar las normas electorales argentinas está el impulso de la Boleta Única en Papel. “Es un proyecto nuestro”, se recordó en el macrismo. El texto está frenado en el Senado porque no están los números para darle sanción definitiva. Lo aprobado por Diputados copia el mecanismo de la provincia de Córdoba, en el que todas las categorías están incluidas en una sola boleta e incluye el “botón de lista completa”. Los que objetan esto quieren el sistema santafesino, de una boleta por categoría, sin esta última opción de lista completa.
Otras iniciativas ya empezaron a mostrar la distancia entre los libertarios y los macristas. El PRO no está de acuerdo con la eliminación de las PASO. Los que quieren suprimir las internas argumentan cuestiones de costos. El año pasado, los amarillos tuvieron una interna muy dañina pero, más allá de eso, sostienen que siempre estuvieron en contra de borrar esta instancia electoral. En un hipotético escenario de alianza con el gobierno, sería imprescindible este procedimiento al permitir la presentación de distintos candidatos por coalición.
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Además, la implementación de la Boleta Única, sostienen en la orilla amarilla, bajaría notablemente el gasto de las PASO, por lo que casi que se generaría un equilibrio o, al menos, dejaría sin sentido la iniciativa que busca eliminar las primarias. Tampoco los macristas están de acuerdo con bajar la edad de votación a 13 años, con sufragio opcional. Hasta los 16, les parece adecuado. En 2023, el padrón total fue de 35.394.425 electores. Con la incorporación de jóvenes de 14 y 15 años, el número treparía a 36.861.054.
Otra propuesta que no prosperó en la Ley Bases original y podría retomar impulso es la modificación de la ley de financiamiento de partidos políticos. Se busca eliminar el tope máximo de donaciones por persona y empresas a un candidato o espacio político durante la campaña. Donaciones de privados sin tope y gastos sin ningún tipo de límite. Las reformas electorales necesitan, para ser aprobadas, la mayoría absoluta de ambas Cámaras, 129 votos en Diputados y 37 en el Senado. No son números fáciles de conseguir.