Luego de varios meses con diálogo cortado, el ministro del Interior, Guillermo Francos, invitó a la conducción de la CGT a un encuentro del que también participarán la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, y el secretario de Trabajo, Julio Cordero. "Con un gobierno que no suele convocar a los diferentes sectores y que por primera vez invita a la CGT es una oportunidad de transmitirle nuestra visión de la situación sociolaboral y de debatir todos los temas que quieran poner sobre la mesa", explicaban en la central obrera el interés en participar de la reunión. La convocatoria oficial llega luego del anuncio de una gran movilización nacional por el Día del Trabajador -que probablemente se haga el mismo 1° de mayo- y de un posible nuevo paro general, quizás el jueves 9 de mayo. El Gobierno buscará evitar las protestas.
Por el lado de la CGT irán los cosecretarios generales Héctor Daer y Carlos Acuña junto a los integrantes de la mesa de conducción Gerardo Martínez, Andrés Rodríguez, José Luis Lingeri y Jorge Sola. Estaban a confirmar el tercer cosecretario Pablo Moyano y Cristian Jerónimo. En los últimos días, circularon varias versiones respecto al futuro de la reforma laboral. El presidente Javier Milei -con la lapicera de Federico Sturzenegger y los estudios jurídicos de las grandes empresas- colocó la suya en el DNU 70/2023, cuyo capítulo laboral luego fue declarado inconstitucional por la Justicia. Los bloques de la oposición dialoguista vienen reclamando que se incluyan esos artículos en la discusión de la ley Bases y hubo rumores acerca de que la propia CGT estaba preparando una reforma propia, algo que en la central desmienten.
Hay un caldo de cultivo que se ha cocinando en los últimos días a partir del despido masivo de empleados estatales, la drástica caída de actividad en el sector privado que también derivó en miles de cesantías y las demoras del Ejecutivo en homologar las paritarias que superen sus expectativas de inflación, como ocurre con Camioneros. El combo viene generando un malestar que se fue extendiendo a las diferentes ramas y empuja a la central obrera a encabezar otra muestra de rechazo como fue el paro y movilización del 24 de enero. La mesa chica de la CGT maneja encuestas que dan cuenta de un mayoritario rechazo en la clase media a una nueva medida de fuerza, pero tampoco tiene demasiado margen de maniobra ante la presión de las bases y un panorama muy desfavorable para los trabajadores.
La gran movilización por el Día del Trabajador ya es un hecho y falta decidir la fecha del nuevo paro, que deberá resolverse en la reunión del consejo directivo de la CGT convocado para este jueves. "Es momento de activar la unidad para convocar a un gran paro nacional", sostuvo ayer el secretario de la Asociación Bancaria, el diputado Sergio Palazzo, al acompañar a los dirigentes de ATE en una conferencia de prensa en la que también participó el secretario de Smata, Paco Manrique, otro de los combativos. Uno de los problemas que tenía la mesa chica de la central obrera era la falta de interlocución con la Casa Rosada. La convocatoria formalizada ayer al menos vino a abrir un canal de diálogo.
Luego del balotaje, Francos utilizó sus viejos contactos para comenzar a tejer vínculos con la cúpula cegetista, pero quedaron cortados abruptamente con la aparición del decreto 70/2023 que incluyó una reforma laboral de prepo, que tomó totalmente desprevenida a la central. Rápidamente, recurrieron con una cautelar a la Justicia y la acompañaron con una marcha a Tribunales. Ese mismo día, el veterano secretario de Comercio, Armando Cavalieri, se mostró junto a la ministra Pettovello y el entonces secretario de Trabajo Omar Yasin firmando un acuerdo por el que el gremio adhería a un "fondo de cese", similar al que existe en la Uocra, como reemplazo al tradicional sistema de indemnización por despido.
Aunque parecía una buena movida del Gobierno, la foto de los nuevos funcionarios con un jerarca sindical de la vieja guardia disgustó a Milei y, en especial, a su gurú de imagen Santiago Caputo. El conflicto se resolvió momentáneamente con el despido del subsecretario de Empleo Horacio Pitrau, acusado de buscar "negociar" con el sindicalismo peronista. La situación terminó por cortar los contactos entre el Ejecutivo y la CGT. Luego también se irían el secretario Yasín y la reemplazante de Pitrau, Mariana Hortal Sueldo. "Ya sin sueldo", fue la broma que circuló entonces entre los sindicalistas uniendo los apellidos de los breves funcionarios.
Julio Cordero, el nuevo encargado de Trabajo, es un abogado del Grupo Techint y de la UIA que tuvo un recordado paso por el Congreso el año pasado durante la discusión del proyecto de reducción de la jornada laboral. "¿Está mal trabajar? ¿Estamos en contra del trabajo?", se preguntó allí, sin entender por qué a los trabajadores les interesaría tener más tiempo libre. Los jefes cegetistas lo conocen a Cordero porque les tocó compartir reuniones en varias ocasiones, él siempre en representación del sector empresario. Con todo, ese vínculo sirvió para asfaltar la convocatoria al encuentro citado para las 16 en la Casa Rosada, sin el presidente Milei que estará de viaje.
Días atrás, al hablar en la Cámara de Comercio de Estados Unidos (AmCham), Héctor Daer y Andrés Rodríguez se mostraron dispuestos a discutir una modernización laboral que contemplara las posiciones de la CGT. Desde la Casa Rosada ayer dejaban trascender la posibilidad de que Francos, Pettovello y Cordero ofrecieran a la cúpula sindical una reforma similar a la expuesta en el DNU pero sin dos puntos particularmente irritantes para la central: los artículos que establecían el fin de la ultraactividad -principio por el cual los convenios colectivos se renuevan automáticamente a su vencimiento- y la limitación de las cuotas sindicales con la que se financian cada organización. "La CGT no tiene inconvenientes en debatir y argumentar frente a cualquier iniciativa que tenga el Gobierno", respondían desde la mesa chica cegetista.