De Loredo, llanto y después: cómo sigue la UCR tras el maltrato de Milei

Las divisiones internas en la UCR, a quiénes responden y cómo impactaron en la volatilidad del voto en la ley ómnibus.

08 de febrero, 2024 | 00.05

Frustrado, Rodrigo de Loredo lloró antes de entrar al Congreso. No pudo contener las lágrimas ante la voluntad reformista, como dijo, del bloque radical que se chocó con la retirada del proyecto de ley ómnibus. Como en todo el proceso, marcó coincidencias y diferencias con este texto de Javier Milei, pero también la voluntad de la UCR de negociar para no desperdiciar la oportunidad de avanzar con ciertas reformas. No se pudo.

De Loredo llegó a la conducción del bloque mediante un acuerdo impulsado por Alfredo Cornejo, gobernador de Mendoza, su par de Corrientes, Gustavo Valdés, y Leandro Zdero, de Chaco. Los jefes provinciales fueron los que decidieron impulsar la candidatura dentro de un bloque que estaba empezando a unificarse. 

Evolución, el sector de Martín Lousteau, se fusionó con el bloque radical más importante en Diputados y, en plena reincorporación, se sumó a ese operativo clamor que, dicho sea de paso, también le interesaba o convenía a Mauricio Macri. El cordobés es uno – si no el único – de los radicales que el ex presidente acepta.

Los gobernadores, entonces, fueron los que movieron la candidatura del cordobés. Esos gobernadores impulsaron el apoyo a la ley ómnibus pese a no haber podido concretarlo. El bloque, un tanto fragmentado, tuvo distintas posiciones durante la fallida jornada de debate en particular. 

El martes, la UCR arrancó con pocos rechazos a los artículos, pero hacia la mitad del debate fue imposible contener la catarata de impugnaciones. Esta fue su evolución: solo seis negativos para la declaración de emergencia; cinco lo hicieron contra los principios y propósitos de esas emergencias; tres estuvieron en la vereda contraria a la delegación de facultades; cuatro lo hicieron con una parte de las bases de esa delegación, hasta que llegaron los puntos más polémicos.

Con la intromisión en las billeteras provinciales mediante la modificación o eliminación de fideicomisos, llovieron los botones rojos. En el primer punto, la UCR aportó 12 rechazos sobre un total de 34 diputados que tiene el bloque. La votación sobre hidrocarburos y seguridad los volvió a encontrar replegados, con 4 negativas. Seguridad fue un punto muy debatido en la previa, el radicalismo pidió la incorporación de bases para la delegación de facultades en este área, pero fueron rechazadas en el recinto.

La concentración de la organización y funcionamiento interno de organismos del Estado, en manos del Ejecutivo, los volvió a encontrar con 12 rechazos, en otro inciso similar hubo 20 negativas boina blanca, la intervención de empresas públicas contó con 17 impugnaciones y 18 para la liquidación de fideicomisos. Números para nada despreciables en una votación (que se esperaba) pareja (y no lo fue).

¿Qué explica esta posición tan volátil de la UCR? ¿Acaso De Loredo no pudo abroquelar todos los votos que debía? El radicalismo es un partido al que le gusta la discusión interna y en el debate parlamentario quedó en claro que no importa quién baje la orden, si hay cuestiones que generan repulsión, no se las acompaña. El voto de Julio Cobos contra la resolución 125 es uno de los ejemplos mencionados. Cero verticalismo.

Por lo tanto, una negociación con la UCR debe contemplar este factor. Si los radicales creen que algo puede lesionar la República o la Constitución, no lo van a acompañar. Por supuesto, siempre hay excepciones y algunos negocian más que otros. Por eso hubo tanta libertad de acción en el tratamiento de la ley ómnibus. 

Dentro de esa ensaladera, se pueden identificar dos sectores o hasta tres. Los gobernadores tienen el espacio más grande. Aquellos que negociaron la conducción de De Loredo manejan unos 20 diputados, con alguna fragilidad en la votación. O sea, parte de esas voluntades son un tanto líquidas.

Los gobernadores y la conducción del partido compiten, de alguna manera, para ver quién es el que puede sentar la posición más global de todas. Martín Lousteau es presidente del Comité Nacional y cuando fue electo supo que no tendría una tarea sencilla ya que los jefes provinciales buscarían coordinar acciones directamente con el Congreso para defender sus intereses. Entonces, si los mandatarios consideran que la línea es equivocada, pueden vetarla. De hecho, fueron (y son) un actor clave en la negociación.

Cada uno de los gobernadores tiene una necesidad diferente pero, más allá de eso, hasta ahora siempre lograron, al menos en Juntos por el Cambio, sentar una posición común a sabiendas de que unidos tienen más fuerza para negociar. La pregunta es si seguirán abiertos al diálogo con el gobierno nacional.

El diputado socialista Esteban Paulón dijo, en El Destape Radio, que Javier Milei puede volver a intentar el vínculo si, una vez regresado de su gira, convoca a los 23 gobernadores y jefe de Gobierno porteño a discutir un pacto fiscal que le de a las provincias los recursos económicos necesarios para afrontar sus obligaciones. Y, además, con un discurso pro diálogo el 1 de marzo. Ya no de espaldas al Congreso sino ante la asamblea legislativa con la clara directiva de conversar y retomar la práctica política.

Además del sector de los gobernadores, está también el espacio de Evolución. Martin Lousteau y Emiliano Yacobitti tienen una relación estrecha y juegan con Facundo Manes, un símil aliado, además de mandatarios como Maximiliano Pullaro y Carlos Sadir, de Santa Fe y Jujuy. Si bien nadie se va de un círculo para ingresar a otro, y si bien las entradas y salidas son cambiantes, De Loredo está un poco por afuera de este armado.

Facundo Manes encabezó una cruzada bastante fuerte frente a la ley ómnibus. Encontró una grieta dentro del bloque, entendió por dónde debía ir con este proyecto puntual y su actuación a futuro definirá si puede plantearse como líder de una facción o si se trató de algo coyuntural. El neurocientífico todavía tiene camino para recorrer con la intención de levantar el perfil después de la frustrada candidatura presidencial del 2023. 

Un diputado radical le bajó el tono a esta aparición del 2024 en base a las matemáticas y en favor de la gestión De Loredo. El bloque aportó, en comisión, diez firmas al dictamen de la ley ómnibus frente a ocho que decidieron no acompañar. Pero, días más tarde, en la votación en general, los díscolos fueron solo dos. O sea, se redujeron. 

Estas divisiones no impactaron en la unidad del bloque que sobrevivió al debate de la ley ómnibus, pero vendrán otros como el tratamiento del decreto de necesidad y urgencia o el recientemente presentado proyecto para derogar la interrupción voluntaria del embarazo.