“El ajuste lo va a pagar la casta, los delincuentes: a los que menos tienen no se les toca un peso”. La promesa de campaña de Javier Milei a Alejandro Fantino dio vuelta por las redes toda la semana, mientras el presidente vetaba una leve recuperación de ingresos para los jubilados, el PAMI eliminó el descuento del 100% a 44 medicamentos y la policía golpeó salvajemente a personas mayores de 65 años que protestaron por el despojo. Según la estimación del Instituto de Análisis Fiscal, un tercio del inédito ajuste de Milei recayó sobre el sector pasivo. Como otros gobiernos de derecha, pero con una crueldad de psicópata, la administración mileista carga contra el sector con menos poder de presión y menor capacidad de lucha contra las fuerzas de seguridad bullrrichistas.
El pequeño alivio votado en el Congreso significa un 0,4% del PBI, exactamente lo mismo que la rebaja en el impuesto a la riqueza. Lejos del pregón neoliberal que afirma que esa rebaja impositiva a los que más tienen redundará en mayores inversiones, el efecto será el contrario. El impuesto a los activos personales obra como redistribuidor del ingreso al tiempo que presiona a quienes atesoran fortuna personal a invertirla para generar ingresos que les permitan pagar el impuesto y sostener el capital conseguido. La baja del gravamen genera capital parasitario. La reacción del ex futbolista Sergio Kun Agüero cuando su salud no le permitió seguir jugando y acumulando dinero fue un buen ejemplo. El Kun se preocupó cuando sacó la cuenta de que con una tasa del 2,5% anual el capital se le iba a ir diluyendo. No pensó que lo que tenía que hacer con ese capital era invertirlo y generar riqueza. Esa es la función del capital y una tasa alta lo incentiva.
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El peronismo y el capital
Luego de la paliza que se comió el peronismo contra la extrema derecha, comenzó un debate imprescindible sobre las responsabilidades de la derrota y el proyecto futuro. La derecha peronista culpa al progresismo y propone un peronismo sin Derechos Humanos ni feminismo ni respeto a las minorías, entre otros ítems a eliminar. Es decir, propone un peronismo deskirchnerizado. Ese discurso olvida que ese 35% o algo más que abomina de Milei y se siente peronista está compuesto mayoritariamente por quienes se sintieron parte del proyecto kirchnerista de inclusión: son los de “La patria es el otro”. Con o sin Cristina, esperan la oportunidad de volver a votar a alguien que represente esos valores.
Lo que sí me parece cierto es que ese peronismo progresista no tiene una propuesta lo suficientemente potente como para sumar fuera de la pecera. Y parte de esa carencia estriba en la casi nula mención a la generación de riqueza. Habla de distribuir, pero no habla de cómo va a generar lo que piensa distribuir. Y lo hace en un país que hace diez años que no crece. Habla de un Estado presente pero no habla de cómo lo va a financiar. Las pocas veces que menciona a los empresarios es para criticarlos. Se lleva mal con los empresarios de antes y con los nuevos. Habla de un país de Pymes que no alcanza. Un candidato debe explicar cómo lo va a hacer, tiene que decir que se va a poner al frente de la generación de riqueza, que va a explotar todos los recursos disponibles y va a generar nuevos recursos. Que va a explotar las enormes riquezas en hidrocarburos, en litio y metales raros. Que va a desarrollar la potente economía del conocimiento.
También tiene que hablarle a los nuevos trabajadores: a esos millones de monotributistas que serán cada vez más porque las empresas necesitarán cada vez menos empleados y lo racional es generarle posibilidades personales. A los jóvenes, además, les gusta ser independientes. Hay un tema cultural. Hay que dejar de ver al trabajador independiente como un pobre tipo que no tiene un sueldo. Y acá también estamos hablando de generar riqueza. El mejor progresismo es el humanista, el del avance civilizatorio, el que incluye al diferente: el peor progresista es el que cree que el país se hace “combatiendo al capital”.
El cuento feliz de que Milei va a caer
Lo dije en la radio y a muchos no le gustó porque buena parte del público busca medios que confirmen lo que piensa y le prometan que “todo va a estar bien”. Una forma de felicidad o de consuelo: el discurso de que Milei seguro se va a caer pronto es falaz. No lo cree ni el que lo dice. Es comprensible que muchos argentinos que están siendo saqueados, maltratados y humillados quieran que este infierno termine cuanto antes. Pero el discurso político no puede basarse en eso. No porque sea imposible: porque es poco probable e irresponsable. Por otra parte, para qué sirve, cuál es el objetivo buscado. El peronismo tiene que demostrar que es mejor que Milei si quiere volver al poder; no rezar para que caiga. El discurso del juicio político es peligroso. Milei tiene una imagen positiva de al menos un 40% y es apoyado mayoritariamente por jóvenes. Si por la escasa representación legislativa fruto de su novedad Milei es removido, esos jóvenes no volverán a creer en la democracia y serán fácilmente captados por un discurso autoritario.
El elemento que decide la estabilidad de Milei es la estabilidad financiera. Una corrida cambiaria importante que dispare de nuevo una inflación muy alta podría ser el desencadenante de una crisis política. Pero el escenario de la debacle financiera es poco probable. No imposible: poco probable. Por otra parte, Milei está bajando la inflación, hecho que va a llevar a una suba del crédito que permitirá a una parte de la población comenzar a comprar en cuotas. Ya no pensará si el sueldo le alcanza para vivir, pensará si es suficiente para pagar las cuotas.
El proyecto mileista es cruel y es para pocos. Pero eso no significa que caerá. El kircnerismo subestimó el daño que le hace la inflación a la gente, la incertidumbre que genera, la escasa posibilidad de planificación. Si hay algo que vio desde el principio el gobierno es el deseo de la población de vivir sin inflación.
La fascinación por los locos
Si se repasan los dichos de Milei de los últimos años se encuentran decenas de locuras: desde venta de órganos y de niños, hasta cierre del Banco Central. Los comentarios sexuales fuera de lugar ocuparon un espacio importante. Es fácil encontrar paralelismos con el discurso de Guillermo Moreno: un loco gritando incoherencias y atacando e insultando por doquier que se contradice todo el tiempo y promete pavadas.
Ahora el ex secretario de Comercio le sumó el condimento sexual y habló de “las fantasías de las mujeres con negros”. Los financistas son los mismos y los guionistas también. Moreno no figura en las encuestas, pero hay muchos jóvenes que lo siguen. Sus locuras los seducen.
Otro caso es Lilia Lemoine a la que sí le va bien en las encuestas y Milei no descarta para candidata en 2025 en la Ciudad de Buenos Aires. La diputada maneja un registro en el que cualquier mentira o comentario estrafalario es válido y siente que le sirve. Es difícil saber si es o se hace.
La elección del año próximo dependerá en gran parte de las alianzas, fundamentalmente las de la derecha. Pero también del perfil que vaya definiendo cada espacio. Hay una cantidad muy importante de gente que sigue pensando en un proyecto con inclusión, que valora al Estado y que le importa el otro. Me animo a decir que es mayoría. Pero también hay que reconocer que así como la tecnología cambia a un ritmo desenfrenado, la sociedad, con sus tiempos, también muta. Encontrar el registro que la represente es un desafío.