Interna en Juntos por el Cambio: Bullrich redobla la apuesta y Larreta esquiva la pelea

El jefe de Gobierno dejó hablando sola a la ex ministra de Seguridad convencido de que la gente está harta de las peleas entre políticos.

03 de noviembre, 2022 | 00.05

El PRO vive entre la incomodidad, el siga siga y el disfrute por los coletazos de una pelea extraña. Patricia Bullrich no solo no bajó la intensidad sino que profundizó su pelea con Horacio Rodríguez Larreta, cuerpo a cuerpo. Abandonó al jefe de Gabinete porteño para concentrarse en el máximo líder de la CABA y su principal contrincante para las presidenciales del año que viene. El capitalino la dejó hablando sola. No se metió, evitó responder, no sacó la cabeza de su propia carrera y, pese a los varios alborotos sufridos en la última semana, cree que su escenario sigue siendo óptimo. Complicado, claro, por la dispersión en el mapa nacional, pero sin desorden interno. 

Por poner algunos ejemplos, la semana larretista fue temblorosa. Hace siete días, pese a haber intentado demorarla, Jorge Macri se sacó una foto con Patricia Bullrich y se transformó en su candidato para la CABA. El ministro trabaja en el equipo de Larreta y en pasillos porteños se aseguró que también lo hace para su proyecto presidencial aunque aún no tuvo un guiño similar del mandatario hacia su propia aventura electoral. Este miércoles hubo una reunión de gabinete, el clima no parece haber sido el mejor pero tampoco el peor. Una "paz aparente". 

En esa reunión, Larreta les dejó en claro que "no es el día de definir el candidato de CABA". Si él aún no blanqueó su carrera presidencial, ¿por qué lo haría en la Ciudad? En el encuentro de gabinete estuvieron Fernán Quirós, Soledad Acuña, Jorge Macri, Felipe Miguel y el presidente de la Legislatura porteña, Emmanuel Ferrario. "Todos pueden ser candidatos del PRO en la Ciudad", dijo. Frente a los que lo acusaron de ser más radical que los radicales, Larreta subió a cinco dirigentes PRO al ring de las urnas. A esos, otros por fuera pero por dentro de la alianza: Martín Lousteau y Roberto García Moritán.

Los entredichos por las reiteradas fotos de Larreta y Lousteau se transformaron en el problema del último tiempo. Para un sector, el jefe de Gobierno no puede dudar en apoyar a su partido. Puede no estar seguro del nombre pero jamás del espacio. Para el larretismo, el mandatario está con los candidatos del PRO y tuvo más fotos con ellos que con el radical Lousteau, pero la amplificación mediática le jugó una mala pasada. En el fondo, la indefinición obedeció a varios factores: el tiempo, el no dejar heridos, el mantener alianzas y el descreer de la elección a dedo. Por eso el clásico "la gente es la que elige". 

Frente a ese coqueteo, Jorge Macri se sacó la foto con Bullrich. Se la anticipó a Larreta. No le gustó mucho pero, según dicen, lo aceptó. En la Ciudad se rechazó que haya habido que frenar pedidos de renuncia y, según se dijo, ambos dirigentes conversaron para dejar en claro que la relación sigue en buenos términos. A Larreta no le gustan los modos de construcción de Bullrich, Jorge espera que Larreta le de su bendición y, mientras tanto, quedó en el medio, en una posición incómoda en la que se prometió que bajarían los ánimos y no sucedió.

Larreta buscó que los torbellinos no lo golpearan. Optó por no subirse a las acusaciones de Bullrich para no agrandar una discusión de sordos pero, sobre todo, porque a la ciudadanía no le interesa. Uno de los grandes conceptos del ala moderada es el hartazgo social frente a las peleas de la política. Por eso, él habló de ponerse por encima y seguir con la agenda habitual de campaña vinculada a la economía, la seguridad y la gestión. Frente a los exabruptos, la armonía. Sobre todo porque, si bien nadie se hizo cargo de la filtración, se olió un armado cinematográfico. Aparecieron remeras, apenas salió el vídeo, con la estampa "conmigo no se jode" y hubo muchas felicitaciones bullrichistas, lo que hizo sospechar que fue su espacio el que dió a conocer las imágenes. De este lado, sin embargo, desconfiaron del larretismo, con la vil intención de mostrar a la dirigente como violenta. 

Frente a esto, la anarquía se transformó en la norma. Mauricio Macri no hizo nada para intentar calmar las aguas pese a que muchos esperaron que lo hiciera. No se bajó una línea clara y el juego electoral se recrudeció. Para Bullrich, Larreta echó mano de herramientas sucias, como los recursos porteños y su influencia en medios de comunicación. Para el jefe de Gobierno, lo que diga o haga Patricia los tendrá sin cuidado. Hará lo posible por evitar el barro porque la gente está cansada de las peleas políticas por el ego y las aspiraciones de cada uno. Entonces, el capitalino hará lo posible por mostrarse por fuera de esos enfrentamientos, más cerca de la sociedad y con mayor capacidad de contener las emociones violentas. 

Los golpes nacionales deberán acomodarse en algún momento para, también, acomodar internas en otros distritos, como la provincia de Buenos Aires. Bullrich sumó a Néstor Grindetti a su armado pero no es suficiente para generar la estructura necesaria para la competencia. Allí nada está acomodado, todo está tan desordenado como lo nacional con multiplicidad de candidatos en torno a dos polos: los duros locales y el moderado importado. Pese al acercamiento de Jorge Macri a Patricia, los dirigentes del entorno del hombre de Vicente López están junto a Diego Santilli que, por ahora, es el mejor posicionado. Como Larreta, el diputado tiene la intención de generar una buena relación con el radicalismo y cerrar un pacto para el año que viene, posiblemente con lista mixta. Por eso, mantiene una buena relación con la dirigencia bonaerense del partido centenario, así como Horacio lo hace con los capitalinos y los nacionales.