El aumento del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, anunciado esta mañana por el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente de la cámara de Diputados, Sergio Massa, después de otro debate público en el seno del Frente de Todos, volvió a exhibir a la luz del día las diferencias en el oficialismo. Aunque esta vez el debate pudo canalizarse hacia una solución consensuada y virtuosa, no deja de resultar llamativa la naturalidad con la que el gobierno asume la delegación del capital político que trae consigo la toma de decisiones que le corresponden al Poder Ejecutivo.
A continuación, cuatro claves para entender la medida:
Capitalizar nunca
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No es la primera vez que Alberto Fernández deja pasar la ocasión de acumular para sí la aprobación que trae consigo la toma de ciertas decisiones que benefician de manera inequívoca a un sector del electorado. Por errores de timing, por déficit de comunicación o por una sencilla, aunque inexplicable, abulia presidencial, al gobierno no solamente le cuesta ejecutar sus decisiones políticas sino que incluso cuando lo hace, los laureles se los termina llevando otro. En este caso fue Sergio Massa, que ante la poca velocidad de reflejos del equipo económico consiguió ser la persona a la que siguieron los focos.
Es posible que esto tenga que ver con otra decisión, la de no fomentar ningún armado político que responda directamente a su conducción. La siempre postergada creación de un albertismo que le sirva de base de sustentación propia, sin depender de aliados cuyas condiciones se vuelven más onerosas a medida que los favores se tornan más necesarios. La decisión, discutible, se vuelve definitivamente problemática a partir del momento en el que el presidente decide que va a ser candidato a la reelección sin el visto bueno de quien le ofreció el cargo en primer lugar, Cristina Fernández de Kirchner.
El plan de Massa
El impuesto a las ganancias y su impacto en los sectores medios es un caballito de batalla del presidente de la cámara baja desde el momento mismo en el que dio el portazo y fundó el Frente Renovador, en 2013, si no antes. Al mismo tiempo, confrontar con Guzmán le sirve porque él ve un camino que lo lleva hasta la Casa Rosada el año que viene y tiene escala en el ministerio de Economía. Massa apuesta a tomar la posta si el plan del ministro no toma vuelo o termina de fracasar y darle una impronta que le permita catapultarse a una candidatura presidencial.
Pero incluso si no se cumpliera esa serie de supuestos, algunos de los cuales son bastante hipotéticos, el dirigente entiende que puede jugar un rol clave en un nuevo triunfo del Frente de Todos el año próximo. Basta con prestar atención al acto que protagonizó el jueves junto a (y no es casual) el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni. Allí, cuando habló del impuesto a las ganancias, lo hizo en el mismo lenguaje que utilizan los candidatos libertarios. Massa, al igual que Berni, estarán encargados de buscar votos en sectores a los que la prédica kirchnerista ya no llega.
¿Quién alinea a quién?
En los whatsapp que disparaban notificaciones frenéticamente durante las últimas horas de ayer y esta mañana no faltaban los dirigentes todistas que recordaban con cierta malicia la declaración de principios que hicieron Fernández y Guzmán en varias entrevistas recientes respecto a gobernar solamente con aquellos que estén alineados al plan económico y se preguntaban en este caso quién alinea a quién. Sucede que antes de aceptar la iniciativa de Massa, el propio gobierno había rechazado varias veces incluir al aguinaldo dentro del beneficio. Finalmente, se impuso la voluntad del legislador.
El trauma de 2015
Otro debate frecuente en los canales de comunicación internos del oficialismo fue sobre la pertinencia de adoptar una medida de costo fiscal considerable que beneficia principalmente a los trabajadores en blanco con mejores sueldos, cuya situación es objetivamente mejor que la de la enorme mayoría de los argentinos. La memoria de lo que sucedió en 2015, cuando un reclamo sobre el mínimo no imponible que dejó sin atender el gobierno de entonces fue una de las causas centrales de la derrota de Daniel Scioli frente a Mauricio Macri. Nadie quiere que vuelva a ocurrir eso.