La historia de Germán Abdala, líder sindical, a 68 años de su nacimiento: vivir como se piensa y actuar como se habla

Germán Abdala cumpliría 68 años. Fue un dirigente sindical que peleó desde muy joven y pensó al Estado y los problemas contemporáneos con visión de militante popular.

12 de febrero, 2023 | 00.05

Germán Abdala fue un dirigente sindical y político. Con una lectura de contexto tan profunda y holística, supo adelantarse a muchos debates y problemáticas que en lo inmediato -y en lo no tan inmediato también- iban a resultar fundamentales para la discusión política nacional.

Abdala comenzó en la política de adolescente, cuando su familia se mudó de San Clemente del Tuyú a Buenos Aires, y se sumó a unidades básicas de Barracas y Parque Patricios para hacer militancia social en las villas. “No podemos aparecer en el barrio como guerrilleros porque no lo somos, pero tampoco como pelotudos de clase media que vamos a hacer asistencialismo con la gente”, según rememoró en entrevista con Jorge Giles. 

Su participación política en una edad tan temprana hizo que “El Turco” sea parte de la “juventud maravillosa”, esa generación que vio plasmado en la realidad el retorno de Juan Domingo Perón al país para retomar las riendas de la gestión política tras ser electo Presidente por tercera vez en 1973. Es así que entre sus principales referencias se encuentran figuras e hitos que hicieron ese acervo, como Cooke, clave en la resistencia peronista, en conjunto con la experiencia cubana y las lecturas de Lenin.



El influjo del clasismo que encontró en el Cordobazo de 1969 su mayor incidencia epocal también formó parte de sus principales influencias, sobre todo en la figura de Amado Olmos, fundador del Sindicato de la Sanidad y fallecido tempranamente en un accidente automovilístico, a poco de la creación de la CGT de los argentinos. Abdala pensaba en sindicatos que contribuyan a pensar el país: “Los trabajadores no necesitamos estar en mameluco y pedir nada más por el salario, queremos opinar sobre el país también”, sostuvo en una entrevista televisiva. 

Con este tipo de experiencias sindicales como faro, sobre el final de la dictadura Abdala fue uno de los armadores de la corriente sindical que ya entrados los ochenta obtuvo en elecciones democráticas la conducción de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), uno de los sindicatos que no fue intervenido por el poder militar pero si tenía en Juan Horvath una conducción afín a sus intereses de cercenamiento de los derechos laborales. “La inmovilidad, la incapacidad y el silencio cómplice de la actual conducción nos obliga a reunir nuestros mejores y mayores esfuerzos para salvar nuestra organización”, declararon en la reunión fundacional de ANUSATE en 1977.

Desde allí, fue aliado del emergente liderazgo sindical de Saúl Ubaldini, y apoyó la creación de la CGT Brasil en 1981, Confederación paralela que realizó paros generales contra la dictadura y condujo la masiva e histórica movilización del 30 de marzo de 1982, a pocas horas del desembarco argentino Malvinas, bajo la consigna “paz, pan, trabajo” y que fue severamente reprimida.

Tras la recuperación democrática en 1983, Abdala se ocupó desde su lugar de dirigente sindical de problematizar conceptualmente a este sistema político: a contrapelo del discurso institucional del alfonsinismo, entendía a la democracia como un punto de partida y no de llegada. A la manera gramsciana, pensaba que la disputa por el poder en el Estado se basaba en dotarlo de un proyecto político. Un Estado “asexuado” en sus propias palabras, resultaba permeable para la incidencia del poder financiero concentrado.

En conjunto con su consolidación como dirigente sindical en la seccional de ATE Capital, se produce el comienzo de su proyección política desde las filas del Movimiento Nacional Peronista. En tiempos en que el peronismo evacuaba sus internas entre un ala sindical, protagonizada por figuras como Lorenzo Miguel, y un ala política profesional, encabezada por Antonio Cafiero, Abdala ensayó una tercera vía entre ambos perfiles.

Es entonces cuando su perfil engrosa sus apariciones públicas, participando en vidrieras de alta exposición como “Tiempo nuevo” de Bernardo Neustadt o el programa de Grondona donde dijo que “ha habido una desvalorización total del rol social que tenía que cumplir el capital en nuestras naciones. A este país lo vaciaron, se llevaron todo”. Esta clase de sentencias resultaban expresiones casi solitarias en una época en que las iniciativas privatistas empezaban a calar hondo en la opinión pública.  

Sin saber que poco más de una década después aparecería el kirchnerismo revitalizando al peronismo, Abdala alertó la crisis del movimiento popular más grande de Latinoamérica ya a fines de los 80, cuando Domingo Cavallo apareció en una lista de candidatos a diputados en la provincia de Córdoba. También cuando se metió de lleno en la discusión por las privatizaciones de las empresas del Estado, fenómeno que tuvo una instalación sistemática en los medios de comunicación previo a que las políticas del menemismo lo hagan realidad.

En entrevista con Mona Moncalvillo sostuvo que “no debe privatizarse ninguna empresa de servicio, de recursos naturales ni que esté referida a la seguridad del país, ninguna empresa de telecomunicaciones. Deben nacionalizarse y estatizarse todas las áreas que estén vinculadas a la tecnología de punta”.

Los noventa lo encontraron peleando con las pocas fuerzas físicas que le quedaron. Un tipo de cáncer congénito y poco común llamado sarcoma de sacro fue avanzando en su cuerpo pese a someterse a numerosas intervenciones quirúrgicas. En ese contexto fue elegido diputado nacional por el justicialismo, a poco del nuevo gobierno notó que el menemismo no sería un gobierno fiel a las banderas históricas del peronismo. “Lo que nunca podemos hacer con el peronismo es justificar las situaciones sociales existentes, porque el peronismo nunca justificó las situaciones sociales existentes”. 

Su último acto público fue el congreso inaugural de la CTA, uno de los hitos del nuevo movimientismo social y una transformación del movimiento sindical que se parecía bastante a sus pensamientos en la materia. Creía que habia un modelo sindical acabado desde la dictadura y que la apelación a la creatividad resultaba necesario. “Tenemos que recuperar y reinstaurar una mística militante”, sostuvo como objetivo. En un futuro sin Germán eso ocurriría. Pero es otra historia.

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