En 1935, el famoso cantor Carlos Gardel emprendió una gira por Latinoamérica que marcó un hito en la historia del tango. Se trata del último recorrido por distintos países del popular artista y que dejó una huella imborrable en sus fans. Sin embargo, también reflejó el agotamiento físico y emocional del ícono que había dedicado años de su vida al género musical y a las actuaciones en vivo. El "Zorzal Criollo" dejó en sus cartas personales su deseo de retirarse, lamentando el esfuerzo que le exigían cada uno de sus shows y la constante presión sobre su voz. Además, miraba con más atención al cine por el gran éxito de sus películas.
El año 1935 comenzó con Carlos Gardel en Nueva York, donde filmó sus últimas películas. Entre ellas, "El día que me quieras", una historia inspirada en una experiencia personal de Alfredo Le Pera y la bailarina Aída Martínez, y "Tango Bar". También participó en "Cazadores de Estrellas", un cortometraje donde compartió pantalla con artistas de renombre como Bing Crosby. Sin embargo, a pesar del éxito que le traían estas producciones, el desgaste físico y emocional comenzaba a pasar factura.
Con una carrera a cuestas llena de grabaciones, conciertos, composiciones y entrevistas, el Morocho del Abasto sentía que ya era tiempo de hacer una pausa. En sus cartas, se expresaba con franqueza sobre su deseo de ahorrar lo suficiente para retirarse, aunque no podía escapar de la vorágine que implicaba la fama. El 15 de febrero de 1935, escribió a su apoderado, Armando Defino, con un claro mensaje: "Tratá de ubicarme bien el dinero, haciendo todas las economías que puedas, para que el ‘retiro’ sea más pronto, yo no pienso en otra cosa que en esto."
A pesar de este deseo de descanso, la industria discográfica le pidió realizar una última grabación para promocionar su nuevo contrato con RCA Victor y su gira por Latinoamérica. Gardel, fiel a su público, no dudó en grabar un mensaje lleno de cariño para sus seguidores: "Queridos amigos de la América Latina, de mi tierra y de mi raza". En él, detalló los países que visitaría: Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Panamá, Cuba y México.
La asombrosa gira latinoamericana de Carlos Gardel que terminó con su vida
El 28 de marzo de 1935, Gardel partió del puerto de Nueva York rumbo a San Juan, Puerto Rico, para comenzar su última gira. La llegada del ídolo fue un evento memorable: más de 3.000 personas lo recibieron en el puerto, desbordando las calles en un fervor popular sin igual.
Aunque se había previsto que Gardel estuviera en la isla solo diez días, el éxito de sus presentaciones lo mantuvo allí durante veintitrés días, ofreciendo conciertos en ciudades como Humacao, Mayagüez y Ponce. En ese tiempo, se vio obligado a suspender una actuación debido a la disfonía, producto del esfuerzo de su garganta para hacerse escuchar con los rudimentarios equipos de sonido de la época.
Su gira continuó el 23 de abril con destino a Venezuela, donde fue recibido con la misma efusividad. En Caracas, el fervor de sus seguidores fue tan grande que algunos se treparon al techo de su auto para intentar tocarlo. Su éxito en ese país fue rotundo: realizó más de veinte presentaciones, fue invitado por el presidente Juan Vicente Gómez a cantar en su residencia de Maracay, y vivió el fervor desbordante de una nación que lo idolatraba.
Después, Gardel llegó a las islas de Curazao y Aruba, donde las multitudes le brindaron un recibimiento tan cálido como el de sus anteriores destinos. En Curazao, incluso celebró la fiesta patria del 25 de mayo. Desde allí, se dirigió a Colombia, donde la euforia continuó. En Bogotá, más de 10.000 personas lo esperaban a su llegada, y sus conciertos se sucedieron con gran éxito en el Teatro Real y el Olympia.
Sin embargo, la tragedia aguardaba al final de este épico viaje. El 24 de junio, Gardel y su comitiva abordaron un avión con destino a Cali. A tan solo unos minutos del despegue, ocurrió un fatal accidente: el avión sufrió un choque y se estrelló, cobrando la vida de Gardel y de todos los ocupantes.
La última gira de Carlos Gardel no solo fue un hito en la música, sino que también significó el cierre de una era dorada para el tango. Las emociones de ese tour inolvidable quedaron grabadas en la memoria colectiva, y el dolor de su partida se unió a la admiración de una audiencia que lo veneraba. Gardel se fue en el pico de su carrera, pero su legado perduró, manteniendo su voz viva en cada acorde del tango que aún hoy sigue tocando corazones.