El Fondo Monetario Internacional (FMI) promueve la estabilidad financiera y la cooperación monetaria internacional. Asimismo, facilita el comercio internacional, promueve el empleo y un crecimiento económico sostenible y contribuye a reducir la pobreza en el mundo entero”. Así presenta su misión el FMI, con lo que en el actual contexto macro económico, su injerencia debería limitarse únicamente a la estabilidad financiera, paradójicamente amenazada en gran medida por los pagos que la alianza Cambiemos comprometió al mismo Fondo.
Estos desembolsos representan en diciembre 1.880 millones de dólares, mientras que para enero de 2022 suman otros 726 millones y, en marzo, otros 2.855 millones, a los que se deben sumar 2.100 millones de dólares del pago postergado con el Club de París, debido justamente a la negociación con el FMI y su implicancia en materia de erogación de dólares. En suma, para todo el 2022, deberían abonarse al FMI 17.800 millones de dólares de capital y 1.242 de intereses, mientras que en 2023 la cuenta marca 18.900 millones de dólares de capital y 420 millones de intereses, y en 2024 otros 4.900 millones de dólares de capital e intereses.
Resulta entendible que semejante nivel de erogaciones en dólares, sumadas a las que aparecerán a partir de 2025 por el inicio de los pagos por la reestructuración de la deuda privada, genere una profunda inestabilidad financiera, que en términos concretos significó durante noviembre pérdidas de reservas por 1.233 millones de dólares, siendo una de sus principales vías la demanda de cobertura en dólares por la incertidumbre, aunque también el pago de intereses por casi 400 millones de dólares justamente con el FMI.
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Comercio internacional, empleo, crecimiento, y reducción de pobreza
Todos los otros elementos enunciados en la misión del FMI, ya lucen en dirección favorable en la Argentina, aun cuando el país se encuentra afrontando una pandemia que no finalizó y amenaza, con su consecuente impacto en las expectativas económicas, en regresar por lo menos parcialmente.
Por caso, el último informe del Indec sobre el intercambio comercial apunta que en los diez primeros meses de este año, los ingresos por exportaciones aumentaron un 39,1 por ciento, y las erogaciones por importaciones un 49,1 por ciento, lo cual no obstante arrojo un superávit de 13.940 millones de dólares.
Por el lado del crecimiento, el Estimador Mensual de Actividad Económica del Indec arrojó para septiembre un crecimiento interanual del 12,8 por ciento, lo que pone al país en vías de recuperar el total de lo perdido en bienes y servicios durante la pandemia de 2020, incluso cuando la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estimaba a principios de año que Argentina alcanzaría su PBI per cápita (la población crece a un ritmo del 1,5 por ciento anual) pre pandemia recién en 2026.
En lo que refiere al empleo, si bien las estadísticas aquí lucen menos favorables, de acuerdo al Indec ya para el segundo trimestre de 2021 se había recuperado casi todo el empleo no registrado, por la creación de 1.330.000 nuevos puestos de trabajo, y también el de cuentapropistas, por 1.463.000 nuevas actividades, mientas que de acuerdo a la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Trabajo, hasta septiembre se había recuperado cerca del 75 por ciento del empleo formal privado perdido en pandemia, es decir 141.000 puestos de trabajo sobre los 188.000 perdidos.
Por su parte, también la pobreza exhibió una disminución, aunque ciertamente muy leve, ya que según el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina, la misma descendió del 44,7 por ciento del tercer trimestre de 2020, a 43,8 por ciento en el tercer trimestre de este año.
Queda a la vista, así que, la injerencia del FMI, si es que proyecta cumplir su misión, no debería ser otra que aliviar el horizonte de pagos, permitiendo que el país afiance el rumbo positivo experimentado en los últimos meses, sobre todo cuando el nivel de pobreza y caída de salarios (30 puntos desde 2016) y jubilaciones (20 puntos desde 2016) aún marcan una enorme deuda del gobierno con el grueso de la población.
Y es que como muy bien se informa en el último informe de FIDE, la posibilidad de no llegar a un acuerdo de postergación de pagos con este organismo, es decir entrar en default con 190 países, “tendría elevados costos financieros y legales para el Estado nacional, haciendo peligrar el financiamiento de organismos internacionales, el proceso de renegociación de deuda reciente y otros pendientes como los del Club de París. La arquitectura legal internacional indica que el FMI es un acreedor senior y debe cobrar primero. Cualquier ingreso a otra institución quedaría congelado”. En cifras, especifica que “solo para 2022, se caerían pagos netos de (al menos) 2.300 millones de dólares de organismos internacionales (cuyas condiciones de accesibilidad son muy convenientes) y se gatillaría el pago total de deuda con el Club de París para marzo de 2022 por 2.130 millones dólares. El stock de pasivos total con bancos y otros organismos de crédito (excluyendo el FMI) supera los 25.000 millones de dólares”.
Hubo incluso quien fue más allá, y estableció una nueva propuesta para el que el Fondo cumpla su misión: “necesitamos que el Fondo nos ayude a recuperar, de los paraísos fiscales a donde se han ido miles de millones de dólares en evasión, para que les paguemos. Presidente, comprométase que cada dólar que encontramos en el exterior se lo vamos a dar primero al Fondo de los que fugaron, de los que se la llevaron sin pagar impuestos”. Fue CFK, durante el Día de la Democracia y los Derechos Humanos.