Horacio Rodríguez Larreta y Emilio Monzó le pondrán fin a un coqueteo que, técnicamente, nunca existió. El diputado no se sumará al equipo de campaña del jefe de Gobierno porque, como plantea hace un año, prefiere el rol de articulador para la ampliación de la alianza opositora hacia el peronismo. Ante la imposibilidad de incorporarlo, este miércoles terminará la novela. En un escenario ajustado camino las elecciones 2023, el mandatario porteño quiere que los distintos dirigentes lo apoyen totalmente o, en caso contrario, se vayan con otro candidato. El que tenga más chances electorales logrará sumar la mayor cantidad de nombres lo que derivaría, al menos en el universo PRO, en la ausencia de PASO partidaria.
La actitud de Larreta respecto a Monzó se inscribe en esa estrategia de incorporar a las filas larretistas sólo a aquellas figuras que estén dispuestas a jugar con él en un 100%. Sin lugar para los pulpos que tienen base en diferentes armados. En El Destape Radio, Roberto Navarro contó que el jefe de gobierno apuesta no sólo a la inexistencia de una PASO dentro del PRO sino también a sólo aceptar candidatos provinciales que apoyen su boleta y ninguna otra. Vedada quedará, entonces, la posibilidad de que una lista local vaya colgada de distintos postulantes a la presidencia.
El affaire con Monzó es de larga data. El ex presidente de la Cámara de Diputados durante el macrismo optó por funcionar como un articulador opositor para propiciar la expansión de Cambiemos hacia el peronismo no kirchnerista, para lo que necesita independencia de cualquier candidatura en la interna de Juntos por el Cambio. Pero alfiles suyos, personas importantes en su armado, ya juegan oficialmente dentro de las filas de Patricia Bullrich, la principal contrincante de Larreta en la PASO anticipada del macrismo. Se trata de Nicolás Massot, concejal de Tigre que buscará disputar la intendencia el año que viene, el senador bonaerense Marcelo Daletto y el diputado Sebastián García de Luca.
En una entrevista con Clarín, Monzó justificó que esos dirigentes son más jóvenes y tienen ambiciones territoriales, por lo que decidió darles la libertad política de elegir con quién jugar, "en este caso a través de Patricia. Ellos están trabajando en ese espacio, yo sigo con el otro rol. Hablo con todos, con Horacio, con Gerardo Morales, con Lousteau, con Patricia, con todos. Prefiero el rol de articulador que trabajar como operador de uno de los actores".
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Lo cierto es que este rol no terminó de convencer al larretismo que ya dio por finalizada la posibilidad de una incorporación. Algo que se terminará de definir este miércoles en un encuentro entre el diputado y el jefe de Gobierno. Si bien se aseguró que el vínculo entre ambos bandos no se rompió, también es cierto que la gestión y la política electoral se mezclaron en la novela. Nicolás Massot envío su renuncia al directorio del Banco Ciudad cuando se puso sobre la mesa su rol en esa entidad financiera por su apoyo a Bullrich.
Además de cuestionar las formas que derivaron en esta situación, también se dejó en claro que Monzó nunca estuvo en el equipo larretista y que el año pasado, de hecho, estuvo frente a la boleta de Diego Santilli en la provincia. Por lo tanto, no debería llamar la atención la decisión de no incorporarse ahora.
En el fondo, la actitud responde a la intención de diferenciar bien los bandos. Quienes apoyen a Larreta deberán hacerlo sin medias tintas o, en caso de no manifestar tal nivel de compromiso, ir con otro candidato Esta estrategia que aplicará el jefe de Gobierno en caso de ser el candidato con más posibilidades aplica, en realidad, para cualquiera.
Los postulantes provinciales siempre querrán ir con el nombre que más traccione a nivel nacional por el efecto arrastre. En ese caso, la figura más buscada podría poner una condición: acompañarla a ella o ir detrás de otra cara. Pero nunca colgarse de todas las boletas. Esa será la postura de Larreta en caso de ser el convocante mayor. Con esta limitación, las listas locales irían con quién más votos prometa. Al hacer esto, competidores presidenciales con menos volumen de votos quedarían sin respaldo y buscarían la unidad.
En 2015 eso no sucedió y los distintos candidatos a la Rosada compartieron boletas provinciales básicamente porque Mauricio Macri encabezaba por lejos los estudios de intención de voto y no había riesgo alguno para el PRO. En esta ocasión, sin embargo, tanto el macrismo como la UCR tienen sus propios armados fortalecidos, con pisada territorial y en condiciones de competir. Todavía no se definió si con fórmulas puras, mixtas, si con batallas en todos los distritos o solo por la presidencia. Cuestiones que se definirán sobre la hora en base a mediciones y el armado territorial con el que cada uno llegue.
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Larreta está relativamente tranquilo con su performance dentro de la interna opositora y frente a la delicada situación económica que atraviesa el Frente de Todos. Con un plan anunciado pero sin un plan comunicado, se puso en la cabeza la intención de conformar un gabinete de coalición aunque todavía no lo tiene definido.
En ese armado, una figura como Monzó podría haber funcionado. El diputado quiere ampliar hacia el peronismo y Larreta quiere un jefe de Gabinete peronista. Y un vice radical. En el escenario sin PASO PRO, deseado por el larretismo, juegan dos variables que por ahora son solo hipótesis. Por un lado, que Mauricio Macri no se presentará y se limitará a ser un gran elector. Por otro, que Bullrich acordará y se bajará. De hecho, ya hay quienes le piensan un cargo con peso político o manejo de caja. Cerca de la titular del PRO, sin embargo, analizan que es difícil que se haga a un lado por el espaldarazo de las encuestas que, en algunos casos, la muestran como ganadora de una interna amarilla.