Los aplausos a Mauricio Macri en un bar de Recoleta entusiasmaron a algunos macristas puros. Después del vídeo difundido en redes sociales y medios de comunicación afines, no faltó el comentario interno, casi celebratorio, destacando el episodio. Tampoco faltó la siempre necesaria moderación de la alegría, forzada por el barrio en que tuvieron lugar los acontecimientos, un sector muy cercano a la figura del ex presidente. El evento se convirtió en un eslabón de la cadena de fotos y recorridas que empezó a funcionar como un test de aceptación, una suerte de lavada de cara que podría ampliarse de la sociedad a los sectores de poder, aunque en su entorno digan que no le hace falta.
Mauricio, en algunas entrevistas recientes, arrojó varias críticas al círculo rojo al cual acusó de no haberle permitido hacer el cambio que él se propuso para el país. Un sector que, según dijo, prefirió asegurar lo suyo en detrimento de un proyecto más grande. En el último tiempo hubo algún encuentro tercerizado en el que se difundió el mensaje de un Macri sin animosidades, más sensato. En su círculo cercano niegan que el ex presidente necesite volver a tejer vínculos con el empresariado por ser parte del ambiente y por tener una impronta propia.
El desafío electoral de Horacio Rodríguez Larreta ante empresarios en el Llao Llao puede ser parte de la saga cinematográfica de esa relación. El jefe de Gobierno dijo que disputaría una PASO con él. Pero lo cierto es que más allá de los vínculos, las recomposiciones o el mantenimiento de un estado de situación, hoy Mauricio no es tenido en cuenta, por algunos, como un candidato puesto. Varias escuelas: en una, el ex presidente se presentará e invalidará al resto. En otra, jugará una interna. En otra, no formará parte de ninguna boleta.
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A casi un año y medio de las elecciones, hay dos indicadores que se miran con interés real. El de imagen positiva y el de pisos y techos. Obviamente también hay un ojo puesto en la intención de voto, pero todavía no se la toma como un valor serio. Y obviamente hay números que no se difunden, especialmente si son malos. En esa ecuación, hoy el PRO cree asegurarle a todos sus posibles postulantes, un piso en torno al 22%. El diferencial estaría en los techos, en el voto consolidado más el voto probable. El larretismo entiende que tiene una ventaja considerable al resto, aunque las encuestas no estarían en su mejor momento.
Por estructura, equipo y financiamiento, en Uspallata se ven como la posibilidad más firme. Ni Macri ni Patricia Bullrich. Y, en provincia, Diego Santilli indiscutido. La foto de Larreta con dirigentes de la primera y tercera sección electoral, pautada hace tiempo, fue una respuesta casi casual a la visita del ex presidente a La Plata. Básicamente fue para demostrar volumen político.
El apoyo de Macri y Vidal a Cristian Ritondo, una imagen potente para la interna, más la aceptación de los intendentes, pareciera haber inclinado la cancha de acompañamientos hacia el ex ministro de Seguridad bonaerense. A esa suposición, la foto de Larreta y una pregunta: ¿Cuántos votos podrían arrastrar dos ex mandatarios que no tienen la mejor imagen en Buenos Aires? Mauricio hizo el test de aceptación en Lanús, lo que sorprendió a más de uno. Él incluído.
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En el larretismo saben que el ex presidente empezó a mostrar un crecimiento en las encuestas, aunque lento. Eso podría explicar la efervescencia por los aplausos en La Biela, el bar de Recoleta, o la falta de huevazos en el conurbano. Por ahora, los episodios parecieran ser eso, pruebas de aceptación. Pero obviamente tienen un tinte electoral. Su foto con Vidal llevó a suponer una fórmula de ambos a nivel nacional.
Vidal, que el año pasado pagó el costo de haberse mudado de la provincia a la Ciudad, abandonó el lugar. Ya está prácticamente descartada para la jefatura de Gobierno porque podría perder. Pero a ella tampoco la seduce la idea. Ya fue vice porteña, gobernadora bonaerense y ahora diputada nacional. Casi como en un ascenso laboral, le debería tocar un lugar en la máxima estructura del país.
Bullrich también perdió posiciones en la carrera por la Ciudad, casi un premio consuelo que podrían haberle ofrecido en caso de bajarse de la presidencial. El que pica en punta es Jorge Macri. Es el nombre puesto, aunque nada está cerrado. Parte del acuerdo electoral 2021, el intendente licenciado de Vicente López pidió caminar la CABA para probar suerte. Se acomodó muy bien en el equipo, fue el que más hizo de todos los posibles nombres barajados y contentó a distintos frentes PRO. Cómo Fernán Quiros, ya está haciendo reuniones con vecinos.
Esa postulación, acuerdo electoral del año pasado, no sería parte de la negociación presidencial para el año que viene. Hay quienes toman la instalación de Macri primo en la Ciudad casi como un pedido de Mauricio. Darle un lugar seguro. Pero también hay quienes lo niegan, básicamente por la baja incidencia del ex presidente en las legislativas.
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Entre las prendas de negociación también podría estar Buenos Aires. Otra vez, dos posturas. Están quienes analizan que Larreta podría entregar la provincia para garantizar su propia candidatura (y que Santilli lo entendería) y hay quienes aseguran que el "colo" no se bajará bajo ninguna circunstancia porque es el que mejor mide y el que más apoyos tiene. Que la foto de Ritondo con Vidal y Macri podría ser un salvavidas de plomo.
Mientras tanto, Larreta seguirá en el medio. No para transitar la famosa ancha avenida sino para ampliar desde la derecha hacia los indecisos. En el esquema, tranquilizó la caída de Javier Milei pero se apuesta por su mantenimiento acotado. Es la tercera fuerza ideal para, en caso de balotaje, poder contar con sus votos. El libertario le "roba" sufragios al Frente de Todos pero menos que a Juntos por el Cambio. Dos a uno, aproximadamente.