Un fantasma recorre el año electoral: los elevados índices de ausentismo que se vienen registrando en varias elecciones provinciales. Este domingo que pasó, en los comicios para elegir intendente en Córdoba capital, votó el 60% del padrón, un récord por lo escaso. Por regla general, el ausentismo se produce principalmente en las clases populares, que es la base electoral del peronismo, así que Unión por la Patria resultaría el principal perjudicado en las PASO. De ahí las últimas apariciones de Sergio Massa pidiendo que la militancia vaya casa por casa en busca de sus votantes. Sin embargo, volviendo al caso del fin de semana, una participación escasa también aumenta la importancia de lo que se conoce como "aparato partidario", que se cree que resultó clave para que el peronista Daniel Passerini superara al radical Rodrigo de Loredo en la pulseada por la capital cordobesa. En definitiva, lo que suceda depende de cada distrito y por eso también es un tema que preocupa en Juntos por el Cambio, que tampoco consigue atraer a ese electorado disconforme.
No es un fenómeno argentino, viene sucediendo en buena parte del mundo. La pandemia, la guerra y la inflación agravaron el panorama. Por un lado, porque la democracia ya se toma como algo establecido, que no corre riesgo. Por el otro, porque el sistema tal como lo conocemos genera cada vez menos entusiasmo, por su cantidad de demandas insatisfechas que muchos ya no creen que vayan atenderse. Ante ese cuadro, la gente se siente cada vez menos motivada para sufragar. Desde finales de 1960, el nivel de participación en elecciones legislativas o presidenciales ha pasado de un 75% a un 63% de promedio en todo el planeta. Otra consecuencia es la aparición de fuerzas antisistema, principalmente de ultraderecha, que se reproducen en todos los países, aquí con Javier Milei.
Argentina tuvo su pico de participación electoral en diciembre de 1983, en el retorno democrático, con el 85,6% del padrón, y apenas tres décimas menos en las segundas presidenciales, las que ganó Carlos Menem en 1989. Luego fueron bajando, principalmente en las elecciones legislativas, pero siemprecon una participación por encima del 70%. La excepción resultaron justamente las últimas PASO, las de agosto de 2021, realizadas en el contexto del Covid, donde votó tan sólo un 68% y significaron una sonora derrota al oficialismo y la primera gran tensión interna. En las generales, la participación subió al 71,4% y también mejoró la performance del Frente de Todos. Apenas dos años antes, Alberto Fernández había resultado electo con una participación del 80,4% del padrón.
Las posibilidades de la candidatura de Massa en buena medida están sustentadas en que resulte el candidato más votado individualmente en las PASO y que eso permita imaginar un posible triunfo en las generales. Las encuestas indican que quien resulte ganador de la primaria opositora le resultará muy difícil retener la totalidad de los votos. Pero si bien es probable, no es seguro que el ministro de Economía resulte el más votado individualmente. El simpatizante de Unión por la Patria tiene que participar en buen número y, además, no elegir en un porcentaje destacado a Juan Grabois. Tampoco debe caer demasiado el libertario Javier Milei, porque los votos que pierde se van mayoritariamente hacia Patricia Bullrich. De ahí la preocupación de Massa en sus últimas apariciones, en las que planteó la necesidad de movilizar la militancia y que se vaya a buscar a la gente.
"El ausentismo se produce principalmente en las clases populares, que constituyen la base electoral del oficialismo", subrayó Artemio López, de la consultora Equis. El Centro de Investigación para la Calidad Democrática (CICaD) analizó en un informe reciente 15 de los 17 comicios celebrados hasta ahora y registró una caída del 4,55% en promedio de la participación del electorado en comparación con 2019. Si a eso le sumamos los votos anulados, la participación cayó un total de 7%. Vale como contraejemplo que uno de los comicios en los que mejor le fue al peronismo sucedió en Tucumán, la provincia que registró una mayor afluencia de votantes, con más del 80% del padrón.
El ausentismo y la pérdida de votos fue clave en 2021, con especial incidencia en el Conurbano. El votante que había puesto la boleta del Frente de Todos en 2019 prefirió quedarse en su casa y el oficialismo cayó del 52 al 38% en la provincia de Buenos Aires. "Lo tenemos muy en claro y sabemos que tenemos que entusiasmar y promover la participación. Tenemos un problema de base, que es que venimos de un gobierno que decepcionó", comentaba un dirigente del kirchnerismo bonaerense. "Están enojados con nosotros, pero hay que explicar que sería mucho peor para ellos que gane la derecha", agregaba. Massa como candidato ayuda porque da la idea de que la cuestión económica comenzó a ordenarse, más allá de la última disparada del blue.
Con el objetivo de convencer a los renuentes, la campaña de Unión por la Patria pivoteará sobre los riesgos de que vuelvan al poder los mismos que gobernaron hasta 2019, poniendo énfasis en cada rubro en peligro. "Sigamos cuidando los derechos conquistados y vayamos por más", es la propuesta frente a quienes pregonan el ajuste. "Que la bronca sea menor al susto", explicaban en el oficialismo. Los intendentes bonaerenses -que aseguran tener mejor intención de voto en sus distritos que Massa y que el gobernador Axel Kicillof- ya iniciaron diversos operativos para rastrillar sus territorios y movilizar a los votantes.
Kicillof habló en los últimos días con los jefes comunales de la primera y de la tercera sección electoral para reforzar la campaña. Timbreos, volanteadas, recorridas por los barrios, mesas en las esquinas estratégicas, cartas a domicilio; todo sirve para interpelar al votante remolón. "Ya lo dijo Cristina: el peor gobierno nuestro es mejor que cualquier de ellos y la gente lo sabe", decía un dirigente. Massa lo planteó en términos futboleros. Las PASO no son un amistoso y las generales el partido por los puntos. Las PASO son el primer tiempo y después viene el segundo y el alargue y el partido hay que salir a ganarlo de entrada, explicó.
Pero si bien la preocupación es principalmente del oficialismo, la amarga sorpresa que les deparó la elección cordobesa del domingo también puso en alerta a la oposición. "Los hice venir al pedo", se sinceró De Loredo en el escenario repleto de figuras nacionales de Juntos por el Cambio que viajaron para el frustrado festejo. Cuando arrancó la campaña, las encuestas posicionaban al diputado radical como amplio favorito, pero el peso de la figura del gobernador electo Martín Llaryora y el acompañamiento del peronismo cordobés sirvieron para dar vuelta la elección y ganar por más de siete puntos. Allí, la baja participación tuvo otro efecto: sirvió para que tomara mayor relevancia el aparato partidario. "Por eso, si bien la regla general indica que la baja participación perjudica al peronismo, también merece un análisis distrito por distrito", explicó Artemio López.
Ningún candidato reúne grandes adhesiones. "La última foto que la gente pegó en la heladera fue la de Cristina", ironizaba un dirigente, obviamente cristinista. Es otra de las razones del desinterés. No hay postulante que reúna un diferencial de imagen positivo como sucedía hasta el año pasado con algunos dirigentes de la oposición. Por eso, no hay lugar para enamoramientos y la opción pasa por elegir al menos peor. El desafío es entusiasmar a la gente para que vaya a votar en esas condiciones.