Doble rasero: una constante que intoxica a la sociedad

29 de agosto, 2021 | 00.05

Medir por el mismo rasero quiere decir, según los diccionarios, otorgar igual trato a las personas, las cosas o las acciones. En consecuencia, doble rasero significa doble moral, trato desigual ante conductas análogas y, en definitiva, una inclinación por falsear o distorsionar la realidad deliberadamente.

¿De qué hablamos?

En un año electoral y tan cerca del primer escenario en el que se definirán tendencias entre y dentro de las fuerzas políticas que participan de los comicios (las PASO: primaria, abiertas, simultáneas y obligatorias), es natural que se desplieguen múltiples acciones proselitistas.

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Las alternativas son muy numerosas nominalmente, aunque a nivel nacional se circunscriben a tres en lo que respecta a líneas ideológicas con cierto nivel de consolidación que permita reconocerles determinada identidad.

El Frente de Todos como coalición gobernante, representa la expresión mayoritaria que le permitió el triunfo en 2019 pero que debe revalidar esa condición en esta instancia, poniendo a prueba la consistencia de ese apoyo en función de las acciones emprendidas en estos primeros dos años en línea con el proyecto de país que postula.

Las izquierdas dogmáticas que tradicionalmente no han logrado superar márgenes minoritarios, ni divisiones que acentúan esa caracterización, en las elecciones de medio término encuentran una ocasión para cosechar un mayor caudal de votos entre los que se sienten descontentos o defraudados con respecto a las expectativas de mejorar su calidad de vida.

Las viejas, si bien siempre renovadas, manifestaciones liberales, por su parte, con variados discursos confluyen en propuestas que ponen el foco en lo individual, en las virtudes ordenadoras del Mercado y en un antagonismo explícito a cualquier tipo de intervención del Estado que no sea para garantizar aquellas otras dos premisas que presentan como axiomas republicanos.    

El enrolamiento claro en alguna de esas vertientes no parece verificarse en una porción importante del electorado, alejado de la política no sólo por ausencia de una motivación militante o desinterés por el desenlace final de las elecciones que se avecinan, sino por la falta de confianza en que cualquiera sea el resultado ello se traduzca en un beneficio cierto para sí ni para el conjunto.

Cuando la inercia obnubila

A diario enfrentamos situaciones que, ya de tan frecuentes, no provocan la perplejidad que sería de esperar, con sólo dedicarles una mínima reflexión que permita sobreponerse al aturdimiento que deviene de la replicación acrítica de consignas o relatos inconsistentes.

Las cotidianas preocupaciones, la premura en resolver los problemas existenciales contingentes sin reparar en el contexto en el cual se inscriben, la falta de perspectiva para evaluar las condiciones que conllevan a un mal o un buen vivir, suelen favorecer una inercia que impide advertir la importancia de lo colectivo como determinante de un destino común en el cual se juega el destino de la mayoría de las personas.

Aceptar como factible que las salidas de encrucijadas totalizadoras resulten de la sola decisión personal, entender que las dificultades que se presentan para alcanzar las metas que nos proponemos dependan exclusivamente del esfuerzo individual. Más aún, que tras esos objetivos haya que concentrarse en uno mismo prescindiendo de lo que les ocurre a los otros, cuyas penurias consideramos ajenas -aunque sean similares e incluso más graves que las que padecemos-, renunciar a analizar las raíces comunes que subyacen a tantas y recurrentes frustraciones, lleva inexorablemente a volver a incurrir en errores que nos alejan de la realización como comunidad, como Nación, y a la consecuente inviabilidad de los propios proyectos.

Discernir entre verdades y mentiras se hace imprescindible para evaluar alternativas, aunque esa distinción será imposible si todo da igual, si admitimos pasivamente como realidad la que nos presentan plagada de falsedades y que invaden nuestro día a día.

No es sólo negacionismo   

La capacidad expansiva del neoliberalismo está ligada a su aptitud para reciclarse y contar con estrategias comunicacionales para la formación de un sentido común que le sea funcional, que bloquee todo pensamiento crítico, que impida tomar conciencia de los efectos perniciosos de sus políticas.

Le es consustancial el autoritarismo en sus más diversos modos, incluso adoptando aparentes formas republicanas en tanto sirvan a sus propósitos y permitan la colonización de sus instituciones fundamentales.

Recurrir a lemas “libertarios” desprendidos de los presupuestos de igualdad y equidad que le brinden real sentido, denostar toda acción gubernamental de cuidado comunitario o de reparación de iniquidades sociales impostergables anteponiendo intereses individuales, también forma parte de aquel mismo ideario esencialmente mercantilista y tributario de un elitismo francamente contrario a un sistema democrático.

Figuras prominentes de la Alianza Cambiemos, hoy “Juntos”, protagonistas de una desastrosa gestión de gobierno que produjo una ostensible degradación institucional, incumplió con sus compromisos electorales, provocó una crisis económica y financiera sin precedentes, se erigen en “fiscales de la República”.

Los mismos que fueron responsables de la desindustrialización del país, de un enorme e injustificado endeudamiento externo, de la paralización productiva de bienes y servicios con la consecuente destrucción masiva de puestos de trabajo, del desmanejo de la inflación que alcanzó tasas elevadísimas utilizando fórmulas monetaristas y cambiarias -clásicas de la ortodoxia neoliberal- que habían sido enunciadas como el único camino para combatir -fácilmente- aquel flagelo, hoy se atreven a criticar la política oficial con absoluta abstracción de las responsabilidades que les compete por el estado en que dejaron al país hace menos de dos años.

En las críticas que con total liviandad formulan, soslayan los efectos provocados -en el país y en el mundo- por la pandemia que irrumpió a menos de tres meses de asumir como Presidente Alberto Fernández. Se atreven incluso a descalificar el manejo de ese inusitado fenómeno en materia de salud, trabajo, educación y economía, quienes con sus políticas habían anarquizado cuando no desestructurado los órganos de Gobierno a cargo de esas áreas y que de haberse mantenido ese rumbo hubiera producido un caos generalizado.

Hasta el ex Presidente Macri, al que desean mantener distante de la campaña electoral los candidatos de su misma fuerza política, en entrevistas que aligeran sus clásicos problemas para elaborar y expresar alguna idea evitándole la incomodidad que resultaría de elementales repreguntas frente a sus afirmaciones, se atreve a acusar al Gobierno actual de hacer perder el valor de la palabra.

Sin la responsabilidad directa por no haber integrado el plantel de funcionarios macristas, pero formando parte de los que acompañaron sus medidas de gobierno o le reclamaban su profundización, se postulan otros candidatos de similar extracción ideológica. Cuyas propuestas de “cambio” se enmarcan en la misma dirección, tanto como alentado un idéntico discurso del odio y de la violencia -no sólo verbal- que, además, pretenden endilgarle al oficialismo y que conspira contra elementales exigencias de una convivencia democrática.

Realidad, única verdad

El terreno en que se desenvuelve la política partidaria no es el único que evidencia conductas fecundas en contradicciones, en reacomodamientos coyunturales sin abandonar ideas fuerza antagónicas con las que en la práctica les proveen verdaderos beneficios y posibilidades de desarrollo, como en la utilización de una doble vara para medir situaciones o calificar conductas.

Hace pocos días tuvo lugar el “Primer Congreso de la Producción y el Trabajo”, convocado por el Gobierno Nacional y del que participaron Ministros e importantes funcionarios y funcionarias, junto a destacados dirigentes empresarios y sindicales, en el cual se manifestaron amplias coincidencias en torno a la relevancia de un Estado presente y proactivo impulsando acciones e interviniendo para la recuperación productiva.

El Jefe de Gabinete resaltó la recuperación de más del 90% de los puestos de trabajo perdidos en la pandemia, sosteniendo que "hay expectativas de un crecimiento sostenido para este año y el 2022 con el modelo de desarrollo con justicia social, con el Estado como motor de ese modelo". En lo que también acordaron, a su turno, los Ministros de Economía y de Desarrollo Productivo refiriendo otros indicadores que respaldaban ese pronóstico.

Los representantes empresariales presentes (de la industria, el agro, el comercio, los servicios) destacaron los niveles de recuperación alcanzados que incluso mejoraron los previos a la pandemia, señalando muchas de las serias dificultades que afrontaron, sobre todo, en los años 2018/2019.

Los sindicalistas (de la industria naval, de la construcción, automotriz, metalúrgica), por su parte, pusieron énfasis en la necesidad de adoptar estrategias consensuadas para que el desarrollo productivo redunde en mejores condiciones laborales y de vida para las personas que trabajan. Resaltando los logros del Gobierno, adoptando una postura política más definida; quizás el más explícito en ese sentido fue Antonio Caló (UOM), al señalar: "es diferente con un gobierno peronista, lo que hicieron en esos años fue engrupirnos, nos decían que el problema era el impuesto a las ganancias, pero el problema después fue que nos dejaron sin trabajo. Ahora, no nos tenemos que dejar llevar por los cantos de sirena (…) ahora estamos en el camino correcto".

En su intervención el Ministro de Trabajo, luego de hacer un repaso de aspectos vinculados al empleo, la capacitación y la formación profesional que exige esta nueva etapa, expresó su desconcierto frente a actitudes del empresariado como las que se manifestaron en ese Encuentro en sintonía con los postulados del Gobierno, que contrastaban con su enrolamiento político con la Oposición que auspiciaba posiciones, ideas y proyectos absolutamente antagónicos.   

La apatía y apoliticidad que puede avizorarse en una parte de la población debe evaluarse, también, en relación a expresiones duales como las que se comentan en esta nota. A la proliferación de noticias falsas, al ocultamiento o distorsión de información por los medios hegemónicos, que se combinan con el blindaje de políticos opositores y el doble rasero que promueven y profesan. Vencer aquellas inclinaciones constituye uno de los principales desafíos, reflexionar sobre las experiencias vividas recientemente y actuar en consecuencia es imprescindible.

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Álvaro Ruiz

Abogado laboralista, profesor titular de derecho del Trabajo de Grado y Posgrado (UBA, UNLZ y UMSA). Autor de numerosos libros y publicaciones nacionales e internacionales. Columnista en medios de comunicación nacionales. Apasionado futbolero y destacado mediocampista.