Un intendente del Frente de Todos resumió la temperatura social en una frase: “La gente sale de vacunarse feliz y después pasa por la carnicería y se le borra la sonrisa de la cara”. Lo escuchaban una docena de colegas y el ministro de Obra Pública, Gabriel Katopodis, delegado del presidente Alberto Fernández ante los jefes comunales con una misión: cambiarles el chip de la pandemia por el de la campaña para las elecciones 2021. En la Casa Rosada creen que el ritmo de vacunación permitirá paulatinamente ir dejando atrás la crisis sanitaria y que es momento de empezar a pensar en ese examen crucial para la coalición oficialista que serán los comicios de medio término.
Todos los cañones apuntan a la provincia de Buenos Aires, donde Katopodis, con la compañía eventual del jefe de gabinete, Santiago Cafiero, y del ministro de Interior, Wado De Pedro, comenzaron la tarea de ordenar a la tropa. La modalidad de trabajo consiste en un acto de gestión vinculado a la obra pública seguido por un encuentro político a puertas cerradas con dirigentes locales. Desde la semana pasada se repitió tres veces. En Bahía Blanca, en Pergamino y ayer en Ezeiza, luego de recorrer las obras de la autopista Presidente Perón, la apuesta más importante para este mandato, que va a unir San Isidro con La Plata. En pocos días habrá otro mitín en la quinta sección.
El territorio bonaerense es el lugar donde el oficialismo buscará hacer diferencia en estas elecciones, apuntando a repetir la performance de 2019. En aquella ocasión, Fernández obtuvo en todo el país dos millones de votos de ventaja sobre Mauricio Macri. Un millón y medio vinieron de la primera y la tercera sección electoral; el sur y el oeste del conurbano. Por eso, más allá del aporte central que hará el gobernador Axel Kicillof, de la llegada de Sergio Massa a las clases medias y medias bajas y de la esporádica pero crucial participación de Cristina Fernández de Kirchner, la Casa Rosada le presta especial atención a lo que sucede en la provincia y comienza a mover sus fichas.
Los encuentros entre los funcionarios y los intendentes (a veces también participan los legisladores provinciales de cada sección) sirven para “acercar los equipos, ayudarlos a moverse a otro ritmo y pedirles que empiecen a trabajar en la campaña”, según la explicación de uno de los protagonista. “Estuvieron un año repartiendo barbijos y bolsones, es necesario cambiar el chip”, agrega. Es que después de la pandemia, en el Frente de Todos creen que será difícil entrar en clima electoral y le temen a la baja participación, fruto del temor sanitario y el descontento social. Por eso mismo también anticipan que pronto el propio Fernández redoblará sus apariciones en PBA.
“El candidato tiene que ser Alberto. Hay que hacer campaña como si se volviera a elegir presidente”, se entusiasma un colaborador muy cercano del mandatario. También buscarán el compromiso de todos los socios políticos: “Tienen que jugar los gobernadores, los intendentes, los gremios, La Cámpora, Cristina, Massa, mostrar que el frente sigue firme. Eso es potencia política”, señala. Sólo así, evalúan en el gobierno, será posible volver a movilizar, después de un año y medio de trabajo de gestión en medio de la pandemia, a la militancia, otra pieza clave en la maquinaria electoral. En los encuentros con los intendentes se recoge otro pedido: afinar la puntería en materia de comunicación.
El protagonismo de Katopodis en ese armado tiene al menos dos explicaciones. Por un lado, su experiencia como intendente de uno de los partidos más poblados del conurbano, San Martín. Por el otro, la centralidad de la obra pública en la estrategia oficialista. “Es un buen lugar desde donde pensar el rol del Estado, lo único que quedó de pie durante la crisis”, destacan cerca del ministro. Además, la infraestructura que se encara salda deudas estructurales. Y el efecto multiplicador del empleo en la economía contagia y genera actividad económica en cada uno de los barrios. “Hoy, en todos los municipios del conurbano hay 5 o 6 obras o planes de obra”, se jactan en el gobierno, aunque reconocen: "Falta relatarlo".