El brutal ajuste que está llevando adelante el gobierno de Javier Milei en la educación en general y en el plano universitario en particular tiene su repercusión en Entre Ríos. Con un presupuesto sumamente atrasado a valores de fines de 2022, reconducido para todo el año y sin perspectivas de una actualización, las casas de estudio analizan alternativas para poder seguir desarrollando sus actividades sin afectar el cursado ni en funcionamiento de las unidades académicas. En casos, se han tomado medidas extremas de austeridad, mientras que en otros ya corre fuerte por los pasillos de y las aulas el fantasma de un posible cierre. A eso se le suman salarios sumamente atrasados, con una paritaria que fue cerrada unilateralmente por el Ministerio de Capital Humano luego de una irrisoría oferta de aumento del 6%.
Aixa Boeykens es decana de la Facultad de Ciencias de la Educación (FCE) de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), una de las nueve unidades con las que cuenta la casa de estudios más grande de la provincia. En contacto con El Destape, contó cómo trabajan en un plan de ahorro inédito, que tiene por objeto seguir brindando los servicios mínimos sin perjudicar ni a docentes, ni a trabajadores de servicio ni a estudiantes. "El objetivo central es el de siempre, que la docencia, la investigación y la extensión se puedan desarrollar de la mejor forma posible. El tema es que la reconducción preocupa por el nivel de atraso que promueve en los recursos. Por eso mismo algunas cuestiones han sido directamente eliminadas, como el ciclo de ingreso para alumnos de primer año. En otros casos, como el de las becas, se han achicado los plazos, pasando de 10 meses a 7, y con el mismo monto. No es lo ideal, porque para un estudiante es una salida, pero no tenemos alternativa. Lo mismo con pasajes a docentes que vienen de afuera, que dejaron de reconocerse. Y ni hablar de la posibilidad de inscribirse a alguna beca en el exterior, algún intercambio o a alguna capacitación para la formación continua. Eso ya está prácticamente vedado, ante la falta de fondos", explicó la docente.
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Boeykens es Licenciada en Comunicación Social y Doctora en Educación. Como decana de la FCE es la primera vez que tiene que recurrir a métodos extremos de ahorro, sin saber a ciencia cierta hasta cuándo podrá sostenerse la estructura de la facultad que conduce: "Usamos los ascensores para lo mínimo indispensable. Pese al calor de los últimos días, los aires acondicionados no pasaron de 25 grados, estamos hasta cuidando las hojas para no comprar resmas y ahorrar en tinta. Es una demanda constante de tiempo y energía, pero ante todo deseamos garantizar la educación, cuidar a los trabajadores y contener a los estudiantes". Pese al esfuerzo, la especialista señaló: "El problema es que uno puede ahorrar un tiempo, pero después si no alcanza, no alcanza. Entonces la incertidumbre es grande y uno a veces se pregunta hasta cuándo se podrá sostener el esfuerzo. Todavía no vimos el impacto que tendrá el incremento de la luz, aunque sí ya podemos ver los efectos de las subas en el combustible y cómo afecta el transporte de todos".
Para cerrar, la directiva hizo alusión a la mirada del gobierno nacional sobre la educación universitaria, en contraposición con el espíritu que las casas de estudio suelen pregonar en todo el país: "Nosotros tenemos una perspectiva sobre cuáles deben ser las funciones, en virtud de la Ley de Educación Superior y nuestro propio estatuto, con ejes en la docencia, la extensión y la investigación. Partimos de ese paradigma, trabajamos para eso y tenemos una mirada sobre la perspectiva histórica de la educación pública. Creemos que debe ser asegurada con calidad, de manera correcta y por el Estado. Tenemos una tradición que nos distingue y por la cual somos reconocidos en el mundo y nosotros mismos nos reconocemos desde ahí".
Lo que experimenta Ciencias de la Educación es uno de los ejemplos de lo que se transita hoy en la UNER. El rector de la casa de estudios, Andrés Sabella, ha intentado desde el inicio de la gestión de Javier Milei mantener contacto con las autoridades de la ahora Secretaría de Educación, a los efectos de llegar a un punto en común en relación a los recursos necesarios para mantener las universidades. Fue sin éxito. Como consecuencia de ello se han paralizado obras, se han detenido investigaciones y se han congelado partidas, afectando a una comunidad educativa de miles de trabajadores docentes, no docentes y alumnos de las 25 carreras de grado que se dictan.
Lo detallado fue lo que se manifestó el jueves, en el marco del Paro Nacional Universitario que se llevó adelante en todo el país, con la participación de 57 universidades nacionales. En una demostración de lucha interclaustros, profesores, administrativos, empleados de servicios, alumnos y graduados se expresaron a lo largo y ancho de toda la Argentina contra la brutalidad del ajuste aplicado. A la ausencia de recursos para funcionar se le suman sueldos que no se han visto actualizados, con una oferta de 6% que se retiró tras la negativa de los gremios y una paritaria que el Gobierno dio por finalizada, antes de expresar abiertamente a través de su vocero, Manuel Adorni, que las casas de estudio sólo debían evaluarse en función de la cantidad de egresados y que sólo deben tener como objeto que los jóvenes estudien.
Para Alejandro Carrera, decano de la Sede Paraná de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), lo de la Casa Rosada es una "mirada reduccionista". En diálogo con El Destape, el directivo expresó: "Lejos de lo que se quiere instalar, en nuestro país hay un sistema universitario que constantemente es evaluado. Considerar el ingreso y la deserción, en todo caso, debe ser materia de evaluación efectivamente. Pero hay una mirada reduccionista, que busca medir la eficiencia mirando solamente a los agresados. Y la universidad, en general, no es sólo la formación académica, sino que tambén es la extensión y la posibilidad de involucrarse con la sociedad para dar respuestas. A eso se le suma la investigación, que es de calidad y de alto impacto. En función de todo eso debe medirse el sistema".
La sede de la capital entrerriana de la UTN es una de las 30 en todo el país. Su comunidad educativa se compone de 2 mil personas y se dictan tres carreras de grado y dos tecnicaturas. Al igual que en la UNER, el recorte se está sintiendo cada vez más: "Hay un congelamiento al extremo de las partidas, las autorizaciones de viajes y presentaciones a congresos se están estudiando al máximo. Hay una crisis y faltan recursos". A todo esto, se le suma el tarifazo en energía, que todavía no mostró su peor cara: "La última factura de luz duplica a la anterior".
La UTN se sustenta con recursos nacional y fondos propios. Carrere cree que este año habrá que profundizar la búsqueda ese segundo apartado, para poder sobrellevar el ajuste nacional: "Si sólo dependiéramos de lo de Nación, llegaríamos con suerte a mayo. Tenemos un escenario complejo, estamos racionalizando todo, prevemos muchos inconvenientes. La situación es crítica".
Los fantasmas alrededor de un posible cierre, en casos, circulan con más presencia que nunca. Un comunicado emitido por estudiantes de Ciencias Políticas y Trabajo Social de la sede Gualeguaychú de la UNER, al cual tuvo acceso El Destape, da cuenta de una dramática situación, ante el incumplimiento por parte del municipio de un giro de fondos acordados con la universidad y ratificados en un convenio que fue aprobado por el Concejo Deliberante de la propia ciudad. "El municipio y la facultad se comprometieron en ese convenio, asumiendo distintas responsabilidades que garantizarían el normal desenvolvimiento y la finalización de las carreras de grado que tienen una duración de cinco años. El primero se comprometió a girar los fondos mínimos necesarios para la ejecución del presupuesto que incluye, además de los salarios docentes y no docentes, los gastos de traslado, comidas y alojamientos de los docentes y coordinadores académicos en caso del dictado de clases y/o asistencia a mesas de examen. Los detalles de la asignación de recursos están incluidos en el convenio aprobado. Por otra parte, la facultad se comprometió a administrar los fondos transferidos por el municipio destinándolo a abonar haberes y cargas docentes, a reforzar la planta administrativa y ambas Coordinaciones de Carrera, así como otros gastos que demande la implementación de las mismas", explicaron los alumnos.
Sin embargo, la nueva gestión de Mauricio Davico -hombre fuerte de Rogelio Frigerio, pero además amigo personal de Javier Milei- decidió cortar los fondos y no ha enviado un solo centavo: "A pesar de los esfuerzos de los directivos y coordinadores de la facultad, que intentaron establecer el dialogo, los encargados de las mediaciones por parte del municipio han retrasado las respuestas, lo cual imposibilita una comunicación fluida y seria". Ahora, el futuro de más de 100 estudiantes pende de un hilo: si no hay una pronta respuesta de parte de la comuna, es muy posible que tengan que dejar de cursar y no puedan finalizar sus carreras.