La posibilidad de una mayor regulación estatal en el sistema de salud generó tal inquietud dentro de la cúpula de la CGT que los llevó a interrumpir las vacaciones y armar una reunión urgente de mesa chica de la que salió un documento de fuerte defensa de las obras sociales. "Hay que darle una solución a los problemas de la salud, hay que buscar integrar el sistema para que sea lo más eficiente posible", sostuvo, impreciso, a la salida Héctor Daer, uno de los secretarios generales de la central. Lo que intranquilizó a los sindicalistas fue la versión de que la ex diputada Liliana Korenfeld volvería a ocupar la Superintendencia de Servicios de Salud, cargo que ya desempeñó durante el segundo mandato de Cristina Kirchner. Pero en el encuentro los sindicalistas concluyeron que tenían más rumores que certezas, así que quedaron en buscar más información de Gobierno y resaltar en un comunicado "la solidez y el nivel de cobertura" que mostró el sistema de obras sociales en el año crítico de la pandemia.
Cristina Kirchner puso el tema en debate cuando, el mes pasado, en el acto en La Plata, marcó la necesidad de integrar un sistema sanitario hoy dividido entre el sector público (nacional, provincial y municipal), el privado de las medicina prepagas y el de las obras sociales. La vicepresidenta planteó modificarlo de manera de hacerlo más eficiente y que los recursos se optimicen. Con unas obras sociales que arrastran un déficit mensual calculado en 1.500 millones de pesos, la conducción cegetista entró en estado de alerta. El rumor sobre la vuelta de Korenfeld, lo que para los sindicalistas significaba la confirmación de que el área quedaría bajo la órbita de la vicepresidenta, terminó de ponerles los nervios de punta y apuró el cónclave de este lunes, en la sede de UPCN.
Además de Daer y del anfitrión Andrés Rodríguez, participaron Antonio Caló (UOM), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Armando Cavalieri (Comercio), Jorge Sola (Seguro), Rubén Pronotti (Uocra) y Gastón Frutos (panaderos). Antes de entrar, Caló aseguró que su problema no era con Korenfeld, a quien ya conocen. "No me preocupa quién esté, sino que funcione la Superintendencia", aseguró. En verdad, quería decir que la Superintendencia funcione como quiere la CGT. Las obras sociales mueven una enorme masa de recursos para atender a unas 20 millones de personas entre empleados en relación de dependencia y sus familias, monotributistas, jubilados con cobertura de PAMI y personal doméstico.
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Pero por la mañana, antes de reunirse, uno de los jefes de la central conversó con el actual Superintendente, Eugenio Zanarini, quien el último día del año sufrió un episodio cardíaco del que ya se encuentra mejor. En el diálogo, el funcionario le habría asegurado al sindicalista que no tenía noticias de su supuesto reemplazo, ni del presunto plan elaborado en el Instituto Patria para poner todo el sistema sanitario bajo el mando estatal. Por la tarde, los gremialistas coincidieron también que nunca el presidente Alberto Fernández o el ministro de Salud, Ginés González García, les plantearon nada parecido. Es más, Fernández se lo negó al dueño de la privada Swiss Medical, Claudio Belocopitt, en la reunión que mantuvieron la semana pasada en la Casa Rosada luego de que el Presidente volviera para atrás con un aumento a las prepagas.
En definitiva, los gremialistas entendieron que, por ahora, sólo tenían rumores, así que concluyeron que lo mejor era tratar de conseguir información más certera, ya sea de parte del propio Fernández o de Ginés. Como para sentar posición, difundieron un documento titulado "La salud de los trabajadores" en el que resaltan la respuesta del sistema sanitario argentino en un año en el que entraron en crisis aún las estructuras de las grandes potencias. "El Sistema Nacional de Obras Sociales continuó brindando cobertura integral de salud a millones de trabajadores y su grupo familiar a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, sin límites de cobertura ni costos adicionales asegurando el acceso entiempo y forma a todo lo necesario para hacer frente a la contingencia y adaptando rápidamente sus estructuras para dar respuestas eficientes", se autoelogian los jefes gremiales.
Pero se adelantan a la segura próxima discusión al alertar sobre la merma de ingresos que sufrieron las obras sociales por la caída de los salarios, en la misma medida que los gastos aumentaron por las nuevas prácticas medicinales. En definitiva, reclaman más fondos "para garantizar la salud de todos".