Cronología de una farsa: a 5 años de la aparición de las fotocopias de los Cuadernos

Las irregularidades en torno a esos famosos anotadores que se conocieron desde que comenzó el caso hasta hoy revelan que todo se trató de una gran maniobra político-mediático-judicial para profundizar la persecución de opositores y extorsionar empresarios. La última novedad es que Centeno no escribió solo sino que participó el ex policía Jorge Bacigalupo.

31 de julio, 2023 | 20.15

Este martes se cumplen 5 años de la aparición de las fotocopias de los Cuadernos adjudicados al chofer Oscar Centeno. Las irregularidades en torno a esos famosos anotadores que se conocieron desde que comenzó el caso hasta hoy revelan que lejos de una profusa investigación todo se trató de una gran maniobra político-mediático-judicial para profundizar la persecución de opositores y extorsionar empresarios. La última novedad que sacude al caso es que se supo que hubo diversas manos en la escritura de los cuadernos. Entre ellas, de acuerdo a un reciente peritaje oficial, las de un ex policía: Jorge Bacigalupo.

El Destape accedió a la pericia de la Policía Federal que establece que Bacigalupo modificó el contenido de los Cuadernos. De acuerdo a ese estudio oficial “surge la intervención del Sr. Jorge José Bacigalupo en la confección de las leyendas agregadas y enmendadas existentes en cuaderno 7” y en el 4 en lo que hace a los nombres de "Armando" (por Loson), de "Ing. Ferreyra" por Gerardo Ferreyra y a direcciones como “Alem 855”. El cuaderno 4 abarca el período 2008/2009 y el 7 el lapso 2013/2015.

Según el peritaje de 23 páginas, “con las limitaciones detalladas tanto en lo atinente al material indubitado como el estudio mediante imágenes dubitadas que impiden visualizar particularidades del sustrato como surcado de los trazos, se infiere que formalmente surge la intervención del Sr. Jorge José Bacigalupo en la confección de las leyendas agregadas y enmendadas existentes en CUADERNO 7 — "Armando" - 29108/2013 (DSC 0322) y 10/09/2013 (DSC 0333), CUADERNO 7 — "Alem 855" — 25/07/2013 (DSC 0307), CUADERNO 7 — "X55" — 10/09/2013 (DSC 0333), y CUADERNO 4 — "Ing. Ferreyra" — GPI 02/12/2008 (DSC 0185)”.  

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La secuencia de irregularidades que tiene el caso es apabullante. Un simple recorrido cronológico deja expuesto el armado de la operación (que como toda operación tiene ciertos puntos de anclaje en la realidad):

El inicio: las fotocopias de unos cuadernos quemados

  • En la madrugada del 1 de agosto de 2018 comenzó una razzia de ex funcionarios y empresarios. La base fueron las imágenes escaneadas de los cuadernos que, de acuerdo al relato oficial, el periodista Diego Cabot de La Nación pudo obtener luego de que el expolicía y remisero Jorge Bacigalupo le entregara los originales a espaldas de Centeno. Centeno además de haber sido chofer de Roberto Baratta, Nº2 del ministerio de Planificación Federal, había sido militar y al momento de la aparición de los anotadores era remisero. Cabot le llevó las “fotocopias” al fiscal procesado Carlos Stornelli, quien activó la pesquisa junto al ahora difunto juez Claudio Bonadío. La dupla Bonadío-Stornelli se quedó con la causa en lugar de mandarla a sorteo. Un claro caso de lo que en la jerga judicial se conoce como “fórum shopping”.
     
  • Inmediatamente, Centeno se presentó como imputado colaborador en la causa. Apenas iniciada la pesquisa, el exmilitar y chofer dijo que los cuadernos los tenía guardados en su domicilio. El 2 de agosto de 2018, Centeno le dijo a Stornelli: “Los cuadernos originales los tengo yo y se encuentran en mi domicilio”. Agregó que estaban “guardados en el armario de mi habitación, tapados con carpetas. Creo que aún siguen ahí, pero en el caso de que mi mujer los haya sacado, los mismos podrían estar eventualmente en la casa de mi suegra”. Cuando los fueron a buscar no los encontraron.
     
  • Tras este episodio Centeno, que cambió de abogado en el medio del escándalo y nombró a un defensor oficial, modificó su declaración y afirmó que había quemado los cuadernos. En una nueva versión de los hechos, en sede judicial relató una reunión con su amigo Miguel Córdoba y dijo: “Me levanté, busqué la caja con los cuadernos y me fui al fondo donde está el quincho y en la parrilla los rompí uno por uno, los amontoné y los quemé. Me quedé atizando el fuego hasta que se terminaron de quemar”. Como justificación de este cambio de versión, agregó: “La confusión en relación al destino de los cuadernos fue por la situación que estaba viviendo, estaba detenido hacía dos días y no había podido dormir”.
     
  • Otro capítulo clave del caso Cuadernos es el que refiere a los arrepentidos. Sobre todo empresarios, quienes ante las presiones se presentaban en tribunales como imputados colaboradores. A todos se les tomó testimonio sin cumplirse con la Ley del arrepentido. No hubo registro audiovisual y de voz de sus declaraciones, que eran muy importantes para sostener el relato del caso. Solo se dejó constancia por escrito de lo que declararon. Nadie sabe con certeza en qué condiciones se dieron esos testimonios. ¿Por qué era relevante lo que podían decir? Porque venían a llenar el vacío que dejaba la falta de pruebas contundentes que tenía el expediente. En ese marco, Stornelli declaró en los medios a modo de advertencia: “No hay sortijas para todos”. El mensaje era para que los arrepentidos hablaran pronto. Fue todo muy desprolijo.
     
  • Pero como el macrismo había cubierto los puestos claves de Comodoro Py, los jueces designados por Macri se encargaron de emprolijar aquello que no se ajustaba a la ley. Cuando la polémica forma en que se tomaron las declaraciones de los arrepentidos llegó a la Cámara de Casación, los jueces Daniel Petrone y Diego Barroetaveña (ambos designados en la máxima instancia penal por Macri pocos días antes de que se hiciera pública la maniobra de los Cuadernos) avalaron la forma en que se dio todo ese procedimiento irregular. ¿Habrá tenido alguna influencia Germán Garavano que mantiene una "íntima amistad" con Petrone? En disidencia a Petrone y Barroetaveña se manifestó la magistrada Ana María Figueroa, la otra integrante de la sala I que intervino en el caso. Figueroa, en su voto de minoría, desmontó toda la “Operación Cuadernos”. Ella no había llegado allí por Macri. Figueroa expuso la farsa del expediente al rechazar que se considere a un escrito como “medio técnico idóneo” para evaluar los testimonios de los arrepentidos. Previamente, en la Cámara Federal porteña –la instancia revisora de Comodoro Py-, Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, ambos puestos a dedo por Macri, también habían respaldado lo hecho en la investigación.

De las cenizas a Comodoro Py y en elecciones

  • Un año después de la explosión del caso, en la víspera de las elecciones de 2019 en las que Mauricio Macri venía complicado, Cabot apareció con algunos de los Cuadernos en físico, resucitados de las cenizas, y se los llevó a Stornelli. Ocurrió 4 días antes de las elecciones presidenciales de 2019. Es decir, los cuadernos pasaron de estar guardados a estar quemados y luego fueron resucitados. Total normalidad.
     
  • En mayo de 2022, Centeno pidió ver los anotadores que dijo haber escrito él solo. El abogado del chofer y exmilitar había solicitado al TOF 7 que se le "conceda un turno" para poder "reconocer visualmente el contenido de los elementos citados”, es decir, de los cuadernos.

Los peritajes que demuelen el caso

  • El pedido de Centeno para ver los cuadernos no fue azaroso. Un mes antes, en abril de 2022, una pericia privada encargada por uno de los acusados, el empresario Armando Loson, reveló más de 1.600 irregularidades en los anotadores. Loson contrató al Estudio Latour, que revisó las fotocopias de 3 de los cuadernos (no los supuestos originales que finalmente aportó el auxiliar Cabot) y contabilizó 195 correcciones con líquido corrector, 1.373 sobre escritos y 55 testados. Uno de los cambios más notorios fue que reescribieron Armando -el nombre de Loson- arriba de donde decía Marcelo. El estudio remarcó también la existencia de varias caligrafías. “Es claro a criterio de los expertos que habría intervenido por lo menos una tercera persona, que habría efectuado las correcciones aludidas en las copias digitalizadas”, se denunció. Esto provocó una investigación paralela al caso “central” de los Cuadernos (el caso "central" está elevado a juicio, en manos del TOF 7). En esta causa paralela, que tramita en primera instancia, se hace foco en la manipulación de los anotadores y está en manos del juez Marcelo Martínez de Giorgi.
  • Estas escandalosas irregularidades derivaron en el allanamiento de la vivienda del expolicía Jorge Bacigalupo. Según el relato oficial, el expolicía había recibido los cuadernos de parte de Centeno para tenerlos bajo su custodia. En ese interín, los entregó a Cabot para que se escanearan y se difundieran en La Nación. El juez Martínez de Giorgi apuntó al ex policía luego de que se realizara un examen pericial caligráfico entre los cuadernos digitalizados y, por un lado, escritos de Hilda Horovitz, pareja de Centeno; y escritos de Bacigalupo, por otro. Ambos, Horovitz y Bacigalupo, fueron los que tuvieron los anotadores en su poder, siempre según el relato oficial. Respecto al segundo, Martínez de Giorgi determinó que “no puede descartarse una posible participación del nombrado en las alteraciones y/o modificaciones de los manuscritos”. Por eso ordenó un procedimiento en su domicilio. Esto provocó diversos planteos de la fiscal de juicio Fabiana León, una editorial de La Nación y la recusación de  Bacigalupo a Martínez de Giorgi. En juego, ni más ni menos, estaba la arquitectura del caso Cuadernos.
  • Tras ese allanamiento, Martínez de Giorgi ordenó que se haga otro peritaje, esta vez, para determinar si Bacigalupo fue quien escribió al menos parte de los Cuadernos. El resultado fue positivo. Ahora se sabe que al menos este expolicía estuvo detrás de la confección de los cuadernos.

¿Cuál será la próxima sorpresa que deparará este caso emblemático de manipulación y persecución político-mediático-judicial?

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