La París que encontró Alberto Fernández es muy diferente a la que conocía: los cafés no tienen sus tradicionales mesitas en la vereda de Champs Élysées sino que sirven vasos de cartón en modo take away, los lujosos comercios permanecen cerrados y las calles no están atestadas de turistas siguiendo el recorrido por los muchos puntos de interés de una de las ciudades más visitadas del planeta.
Por las noches, tras el toque de queda que cae a las siete, el escenario parece tomado de una película posapocalíptica y la ciudad queda literalmente desierta, con la excepción de los trabajadores de plataformas que recorren el trazado urbano en bicicleta buscando y llevando los pedidos de comida o compras de mercados hechos a través de teléfonos celulares.
Si las condiciones sanitarias acompañan, en una semana las restricciones se volverán más leves. Por ahora, ni el propio presidente argentino consiguió que le sirvieran un café en el bar del Hotel Prince de Galles, donde estaba alojado, cuando regresó a altas horas de la noche de una cena junto al embajador argentino en Francia.
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La familiaridad que Fernández no encontró en la ciudad pudo, en cambio, hallarla en su par Emmanuel Macron, que lo recibió, una vez más, con calidez, en el almuerzo que mantuvieron en el Palacio Eliseo, la sede del gobierno francés. La "diplomacia de amigos" que el presidente argentino desplegó en esta gira tuvo, acaso, su punto más alto este mediodía, tal como sugieren los afectuosos regalos que intercambiaron.
Fernández le entregó a su par un boceto en tinta china del artista argentino Pablo Reinoso, que será la base de una escultura destinada al jardín del Palacio Eliseo. Macron, por su parte, le dio un ejemplar del libro "Una vida", biografía de la escritora francesa Simone Veil, con una sentida dedicatoria: "Para mi amigo Alberto, que cumplió su promesa de otorgar a los argentinos el derecho al aborto consiguiendo una votación histórica el 30/12/2020. Felicitaciones. Un abrazo".
Los derechos sociales, particularmente la igualdad de géneros y el cambio climático, son parte de la agenda en la que coinciden ambos mandatarios y estuvo muy presente en el encuentro. Ambos lo destacaron en la declaración conjunta que realizaron antes de la entrevista privada y Fernández ratificó que volverá a Paris en pocas semanas, cuando se celebre un foro de políticas de género en esta ciudad.
Sin embargo lo más valioso que se llevó Fernández de la capital gala fue un nuevo compromiso de apoyo en las negociaciones que debe afrontar la Argentina con el Fondo Monetario Internacional y el Club de París (este último, a punto caramelo para sortear, con un gesto político de excepción, el obstáculo del vencimiento de 2400 millones de dólares que cae el último día de este mes).
"Estaremos del lado de la Argentina y vamos a hablar de los compromisos con el FMI y el Club de París. Queremos que Argentina establezca la estabilidad macroeconómica, queremos que hable de forma constructiva con sus acreedores", manifestó Macron, sumando su voz a la del portugués António Costa y el español Pedro Sánchez.
Después del almuerzo, Fernández se dirigió inmediatamente al aeropuerto Charles De Gaulle para proseguir el viaje rumbo al último destino en la hoja de ruta, Roma, donde mañana tendrá su jornada más ajetreada, con encuentros con el papa Francisco, el presidente Sergio Matarello y el primer ministro Mario Draghi.
La posibilidad de un cara a cara con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, que estará en la ciudad, comenzó a tomar forma una vez que se confirmó que el presidente argentino postergará 24 horas su regreso, aunque todavía no fue confirmada por ninguna de las partes. Georgieva estará en Roma el viernes para participar de un seminario sobre los desafíos económicos para la postpandemia del que también participará el ministro de Economía Martín Guzmán.