Qué hay detrás de la trampa de los "165 impuestos"

23 de abril, 2022 | 19.28

Diario Clarín. Lo abrís y lees: “Presión fiscal. En Argentina hay 165 impuestos vigentes”. Debajo una larga lista se despliega como una solicitada. No tiene como finalidad que la leas, sino sólo generarte indignación. 

Acto seguido, la ex Gobernadora María Eugenia Vidal retoma el guante y tuitea “El impuesto a la "renta inesperada" se llama ganancias. Dejen de tomarnos el pelo. Ya lo pagamos junto con otros 164 impuestos más. Les dejo la lista por si no lo sabían”. Y le sigue un hilo con 33 tuits detallando la lista de “impuestos”. Funes de Rioja, titular de la UIA, no se queda atrás: “¿Que es renta inesperada? Ya tenemos 165 impuestos”. 

Como CEPA decidimos entonces salir a echar luz sobre el tema. Esa lista genera deliberadamente confusión: de los 165 casos, el 63,4% son tasas, contribuciones, derechos, cánones, y otras formas de cobro a cambio de contraprestaciones del Estado. Sólo un tercio son impuestos. Y la amplia mayoría seguramente no los pagas en tu vida. Pero el mensaje es sencillo (y aún más grave): muchos impuestos = se paga mucho = mucha presión fiscal. Conclusión: hay que reducirlos.

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Cuando publicamos el informe, un periodista me escribió por whastapp diciéndome que compartía el contenido, pero preocupado: “¿Cómo le explico a mi mama que no paga 165 impuestos si ella cree eso?” Respondí dos cosas: primero, “hacé la cuenta con ella, no paga más de 10”. Y segundo: “Aclarale a tu mamá que ella no es Paolo Rocca”. 

Combatimos a diario un discurso que instala ideas, sencillas, lineales, básicas y por ende fáciles de divulgar: la presión tributaria no nos deja respirar. El verdadero objetivo no es que pagues menos y (¿por ende?) que vivas mejor, sino desfinanciar el Estado. Y la paradoja es que la mamá del periodista se ve mucho más beneficiada con un Estado fuerte que le pague la jubilación y le de remedios gratis, que con un estado desfinanciado. 

Eso significa que tenemos que explicar cosas. Hacer el esfuerzo hasta cansarnos. Empecemos. 

1. La confusión es una forma de desinformación 

  • No es posible que una persona humana o una empresa pague la totalidad de los impuestos citados (aclarando siempre, sólo el tercio de la lista que es válido). Hay superposición. Los impuestos internos, por ejemplo, son por cadena productiva: si producís tabaco, seguramente no producís champagne o azúcar. No se suman. 
  • Se mezcla en un mismo listado los impuestos con las tasas municipales. Las tasas no son impuestos, sino que son una contribución económica que tiene como contraprestación un servicio. Por ejemplo, la tasa por inspección de estructuras soporte de antenas y equipos complementarios de telecomunicaciones móviles, se debe abonar exclusivamente si se coloca una antena de estas características. Precisamente, en el listado en cuestión se enumera, por ejemplo, la “Tasa por Servicios Especiales de Limpieza e Higiene”, la “Tasa por Habilitación de Comercio e Industria”, la “Tasa por Inspección de Seguridad e Higiene” o la “Tasa por Alumbrado Público”.
  • Lo mismo ocurre con los Derechos, donde el listado incluye por ejemplo “Derecho de Cementerio”, concepto asociado al mantenimiento de un nicho.
  • Se incorporan además las Contribuciones, que también tienen como contraparte servicios y no son impuestos. Por ejemplo, ​“Contribución que incide sobre el uso de playas y riberas”, “​Contribución por servicios culturales”, “​Contribución para servicios de justicia” y “​Contribución de servicios prestados en el matadero municipal”.
  • Además, el listado incluye cánones por concesión de servicios públicos: un canon es un cobro que realiza el Estado por conceder un área para su explotación. No es un impuesto. Por ejemplo, “canon de riego”.
  • El listado que difundió Clarín incluye también el Aporte Extraordinario de Grandes Fortunas, que se produjo por única vez y no forma parte del sistema tributario habitual.
  • Si bien en la presente reclasificación se mantuvieron en el rubro “impuestos”, el listado de 164 casos incluye Fondos (8 en total) que en muchos casos se financian con impuestos ya existentes. Por ejemplo, el “Fondo de Emergencia por el COVID-19”.
  • En el listado además se realiza una operación muy común por parte de la mirada liberal argentina: incorporar a los aportes que realizan las y los trabajadores al sistema de seguridad social, y también las contribuciones patronales como parte de la carga tributaria, cuando se trata de la financiación del Sistema de Seguridad Social de carácter solidario e intergeneracional. Ocurre lo mismo al incorporar en el listado al Régimen de Trabajadoras de Casas Particulares, o de Autónomos.
  • Respecto de los regímenes como Monotributo, es bueno aclarar que incluyen una parte impositiva y otra previsional. En esta nueva reclasificación lo hemos mantenido en el listado de “impuestos”, pero cabe señalar que no corresponde su encasillamiento exclusivamente en este rubro.
  • Por último, deliberadamente en el listado duplican algunos conceptos, por ejemplo, Ganancias aparece dos veces: como ganancias a las sociedades y a las personas físicas. La ley de Impuesto a las Ganancias es una sola y tiene 4 categorías (ni siquiera son dos las categorías, lo cual demuestra el desconocimiento).

El propio IARAF, autor del informe que habilitó esa cadena de desinformación, en respuesta a CEPÁ reconoció que no se trataba de 165 impuestos, sino tributos. Sin embargo, no se ocupó de aclarar a todos los medios que replicaron la noticia, sino que eligió hacer RT en su cuenta. En esta nota podés enterarte del debate CEPA versus IARAF:

2. Sólo 5 impuestos explican el 92% de la recaudación nacional

  • De la recaudación pública, el 71% corresponde a impuestos. Y más del 90% de dicha recaudación se concentra en 5 casos. Podrán armar una lista con 50, 100 o 200 impuestos. Pero importan 5. 
  • Se trata del IVA, que explica el 37%, el Impuesto a las Ganancias que representa el 27%, el Impuesto a los débitos y créditos (8,5%), Combustibles (4%) y los recursos aduaneros (donde están los derechos de exportación e importación), que son el 15%.

Si vamos a las provincias pasa lo mismo: Ingresos brutos, automotor e inmobiliario explican el 90% de la recaudación. Incluso en el orden municipal, en un distrito del conurbano el 85% de la recaudación son dos tasas (y no cuarenta como aparecen en el listado): con Seguridad e Higiene y Alumbrado, Limpieza y Servicios Municipales Indirectos (ALSMI).

3. La verdad sobre la presión tributaria, con datos de OCDE

La asimilación “muchos impuestos = mucha presión tributaria” es falsa. La verdadera discusión es si, indistintamente de la cantidad de impuestos vigentes, los mismos generan una carga impositiva alta o no.

Para determinar esto, una comparación con el resto del mundo ayuda a concluir que Argentina no tiene niveles de presión tributaria (o sea, impuestos sobre el PBI) altos. 

El grafico que sigue muestra que los países desarrollados tienen en promedio 33,8% de presión tributaria y Argentina 28,6%. Brasil tiene más: 33,1%. Uruguay, 29%.

4. El problema de fondo: nuestra estructura tributaria es injusta 

Hay algo que sí nos preocupa: en términos relativos, el peso de la recaudación recae más sobre los que menos tienen. Ojalá esta fuera la agenda tributaria más fuerte. Decir que es falsa la afirmación sobre los 165 impuestos no significa que no haya que hacer cambios en nuestro sistema. Pero no para reducir: para repartir. 

En un trabajo exhaustivo realizado por el CEPA en conjunto con la Fundación Friedrich Ebert se analizó la estructura tributaria argentina y la incidencia de los impuestos regresivos sobre la misma en comparación con otros países de América Latina y Europa.

La progresividad tributaria busca recaudar aplicando alícuotas crecientes a medida que aumenta el monto imponible, es decir que paga más aquel contribuyente que más ingresos o riqueza tiene.

En Europa los impuestos progresivos son el 55% de la recaudación. En América del Sur apenas superan el 40% de la misma. Estados Unidos, con Joe Biden, se propuso recuperar los niveles de progresividad que perdió con el gobierno de Donald Trump.  ¿Por qué ocurre esto? En América del Sur, los impuestos a la herencia y las donaciones son prácticamente inexistentes. Y las alícuotas más elevadas de los impuestos a la renta se ubican entre el 25% y el 30%, mientras que en Europa se encuentran entre el 40% y el 50%. Los impuestos a la propiedad se enfrentan con bases imponibles incompletas: la evasión y la fuga de capitales limita el alcance de los impuestos a los ricos.  

En este gráfico que sigue vemos las diferencias en el nivel de progresividad de los países. Y además vemos otra cosa llamativa: cambió muy poco desde la última crisis internacional de 2008. Es por eso que, en esta crisis global por la pandemia, la desigualdad en la carga tributaria es tan urgente de modificar. 

El caso argentino, a la fecha estudiada, es uno de los más regresivos, dado que los impuestos a los más tienen o más ganan en 2019 sólo explicaban en 38,8% de la recaudación total, por debajo de Uruguay, Chile, Reino Unido, España, Italia, Alemania, Francia y Dinamarca. En la actualidad con las decisiones del gobierno de Alberto Fernández esta regresividad se ha revertido levemente, alcanzado los impuestos progresivos una participación de 41% al 2020, desandando parcialmente el proceso de incremento de regresividad que se produce entre 2016 y 2019. Este debate resulta central: los sectores populares son los que reciben mayor presión fiscal. Para revertir esta situación el camino no es menos impuestos sino impuestos que reviertan esta relación. 

La gravedad de la instalación del concepto “muchos impuestos” permitió que Macri bajo esa excusa impulsara: 

  • la cuasi eliminación de Bienes Personales (único impuesto al patrimonio de los ricos)
  • la eliminación del impuesto a la ganancia mínima presunta
  • la reducción de 10 puntos de ganancias a las sociedades
  • la eliminación/reducción de las retenciones. 

Estas 4 reformas significaron más regresividad. No sólo no mejoraron la vida de la mamá del periodista, sino que la perjudicaron.

Las reformas tributarias tienen que fortalecer a los Estados, no debilitarlos. Un mundo que decida combatir las guaridas fiscales, la fuga y la evasión es un mundo que verdaderamente podría avanzar, de forma efectiva, en mayor progresividad tributaria, cortando definitivamente con el largo proceso de regresividad instaurado en los ’70 y vigente hasta nuestros días que, a pesar de la pandemia de COVID-19, no muestra signos de reversión estructural.

Uno de los frentes en donde tenemos que avanzar desde la heterodoxia económica es en el debate tributario. La derecha se quedó con las banderas y construyó consignas. Nosotros tenemos el desafío de apropiarnos de estos temas y construir agenda. 

La agenda tributaria también está relacionada con recuperar el excedente enajenado: según la Posición de Inversión Internacional de INDEC, Argentina no es deudor, sino acreedor neto del mundo. Más de 300 mil millones de dólares son propiedad de residentes argentinos. ¿Cuántos hay sin declarar? ¿dónde están? El proyecto que hoy se debate en el Senado toca un nervio central de este problema.