El regreso de la política en Brasil

El balotaje destapó el viejo debate de la política y el poder: ¿Importa la realidad social, las condiciones materiales existentes, o importa el relato de los hechos y su reiteración hasta el cansancio? 

01 de noviembre, 2022 | 00.05

Bolsonaro lo anunció. Quiso cambiar el método de votación, que es tradicionalmente la urna electrónica, deslegitimándolo. Nunca afirmó que reconocería el triunfo de un contrincante, no respondió a la consulta sobre sus posibilidades como líder opositor. Debatió sólo sobre propuestas ajenas. Mintió sobre los datos de pobreza, el acceso a programas sociales, la deforestación en el Amazonas y las causas judiciales. La mentira se transformó en hecho político, en “desconversa” y anulación de la empiria.

La elección en el segundo turno destapó el viejo debate de la política y el poder ¿Importa la realidad social, las condiciones materiales existentes, o importa el relato de los hechos y su reiteración hasta el cansancio? 

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La mínima diferencia de 1,6 por ciento de votos da cuenta de una novedad. Brasil, a diferencia de 2018, está polarizado nacionalmente pero no estadualmente. El mapa hoy es otro y requiere de coaliciones amplias cada vez menos simples de resolver, también difíciles de prever, como demostraron las encuestas.

Ganó Lula y con él triunfó la política. Esta que parece una frase hecha es la constatación de los elementos centrales de cualquier juego de negociaciones en el y por el poder, en democracia. Política es diálogo, consulta a las bases, es articulación para la promoción de leyes, es apertura de escucha. Durante los cuatro años de Bolsonaro en el poder los canales de diálogo fueron interrumpidos, las fuentes de consulta del presidente fueron sus hijos y un gabinete limitado por sus amistades de juventud y la cuasi inexistencia de mujeres. Se peleó abiertamente con los medios de comunicación, reaccionó violentamente con mujeres que cuestionaron sus acciones, se negó a dar cuenta de acciones de gobierno amparado en los actos secretos de Estado.

Bolsonaro gobernó con un 70% del gabinete nacional compuesto por militares, con dos mujeres extremadamente conservadoras y con recambios acelerados que garantizaron negociaciones con partidos del Centrao. 

Lula, en cambio, conserva su matriz de líder sindical. Con 40 años de pertenencia al mismo partido político supo construir decenas de miles de cuadros políticos. No sólo cuenta con movimientos sociales aliados, movimientos de mujeres, de jóvenes, diversidades, indígenas, quilombolas y grupos racializados. También cuenta con una predisposición al diálogo que pocos estadistas conocen.

El regreso de la política no se da sin esfuerzo. 580 días de prisión y una población que en un 70% lo condenó, hoy, en su mayoría, lo votó. Cambiaron su parecer, volvieron a creer, reconocieron que la democracia es más importante que la propia voluntad y sobre todo, le dieron el status que merece. La campaña del PT no hizo ninguna mención a las injusticias, no se basó en la venganza, no propuso Lula es un líder fuera de su tiempo, un líder histórico como ningún otro en América Latina. 

Como afirmó en su discurso de victoria: “No enfrentamos a un adversario, enfrentamos a la máquina del Estado brasileño”.

Honor en política a quien honor merece.