El 2018 empezó y terminó con la fuerza de los feminismos marcando la agenda mediática y política desde distintos frentes. Los meses de enero y febrero encontraron en la televisión un espacio aliado para sacar, de una vez por todas y para siempre, el aborto del closet. Más de la primera mitad del año estuvo marcado por esta discusión en el Congreso. Aunque no fue ley, las dos cámaras discutieron cómo garantizar la interrupción voluntaria del embarazo y esa discusión se derramó hacia las calles, los centros de estudiantes, los partidos políticos, los sindicatos y un largo etcétera. Hacia el final del año, en diciembre, la denuncia penal y pública de la actriz Thelma Fardín contra Juan Darthes por violación volvió a poner a los feminismos en el centro y esta vez fue la violencia sexual el tema que salió del closet.
Detrás de ambos hitos, hubo organización feminista para acompañar los acontecimientos: por un lado la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que ya tiene más de 13 años de existencia. Por el otro, la alianza entre abogadas y periodistas feministas junto con el colectivo Actrices Argentinas, que se armó en la vorágine del debate por el aborto. Si este fue el año de las autonomías corporales y la organización feminista, que el 2019 sea el del poder feminista en las urnas.
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Después de la ampliación de la participación que dio el grito de Ni Una Menos, junto con los tres paros de mujeres, lesbianas, travestis y trans que evidenciaron que se trata de un movimiento contra el patriarcado pero que también impugna al neoliberalismo y, por lo tanto, al gobierno actual: los feminismos se plantan como un movimiento de oposición.
En ese sentido, de cara al escenario electoral de 2019 se plantean varios desafíos. En primer lugar, el “factor aborto” jugará en las urnas. Hubo 40 senadores que votaron a favor de que el aborto siga siendo clandestino: 38 emitieron votos negativos y dos se abstuvieron. Sus nombres deberían ser recordados por gran parte de la población al momento de ir a las urnas.
El segundo desafío, para los partidos políticos en general, está es el armado de las listas de cara a un Congreso que no siga bloqueando la ampliación de derechos y a una verdadera feminización de la política. En 2019 comienza a regir la Ley de Paridad de Género para cargos legislativos (diputados y diputadas, senadores y Parlamentarios del Mercosur). La apuesta es que no se trate de un enroque nominal y que sean cada vez más candidatas quienes encabecen las listas. Los partidos políticos que omitan y no jerarquicen a las candidatas feministas no estarán siendo coherentes con la época.
“El feminismo va a discutir el proyecto de país”, dijo la diputada nacional por el Peronismo para la Victoria y militante del Movimiento Evita, Lucila de Ponti en esta entrevista en “La Olla”. “El desafío fundamental es que podamos lograr que en la campaña y los programas políticos se pueda discutir una agenda transformadora del feminismo”, agregó.
No hay que olvidar, a su vez, que el 40 por ciento del electorado en 2019 va a ser menor de 30 años. Una gran parte de la marea verde que sostuvo dos vigilias históricas fuera del Congreso fueron las pibas de los secundarios. Entonces, otro desafío es interpelar e incluir a las juventudes. Sobre los espacios para las pibas feministas, Ofelia Fernández, referenta del Frente Patria Grande dijo en “La Olla”: “No sé si hay lugar, pero nosotras sabemos hacernos lugar. Jamás nos han regalado nada. Estamos conquistando espacios que son totalmente nuevos para nosotras pero que a la vez los transitamos con total comodidad y tranquilidad”.
El último desafío de cara al 2019 es que la política vuelva a ganar territorialidad. La oposición ha ganado y sostenido las calles en estos tres años de macrismo pero sobre los territorios han avanzado los grupos ultra religiosos y fundamentalistas frente a las necesidades de supervivencia de las barriadas.
Sin dudas, para discutir el proyecto de país y hacerle frente a estos desafíos es necesario establecer alianzas que pueden ser insólitas pero que son necesarias frente a la posibilidad de la continuidad de un modelo de ajuste. La política tradicional no puede seguir subestimando la fuerza de los feminismos a esta altura.