La denuncia judicial realizada por parte de la asesora Claudia Guebel al senador nacional de la Unión Cívica Radical Juan Carlos Marino tomo relevancia. Desde la Unión Cívica Radical intentaron no dar declaraciones al respecto. Un manto de silencio cubrió a los legisladores. Sin embargo, esta no fue la única denuncia que se llevó adelante en el Congreso de la Nación. Dos años atrás, el diputado José Orellana (aún en funciones) fue denunciado por abuso sexual a una joven de 21 años.
Después de que esta semana la actriz Thelma Fardin denunció a Juan Darthés acompañada por el colectivo de actrices, en diversos ámbitos (político, judicial, etc) se están organizando medidas para poder visibilizar los acosos y denuncias por parte de las víctimas.
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El hecho vinculado a Orellana ocurrió el 11 de noviembre de 2016. Luz, la empleada administrativa del Congreso de la Nación recuerda cada detalle de ese día, aún dos años después. No pasó mucho tiempo, sin embargo algunas cosas han cambiado. Haber llevado adelante la primera denuncia de acoso en el Congreso contra un diputado nacional fue un camino arduo, difícil y doloroso.
Ese 11 de noviembre parecía una jornada más. Luz entró al despacho del tucumano José Orellana en el anexo "H" de la Cámara sobre la calle Callao poco después del mediodía. La joven de tan solo 21 años, trabajaba en ese entonces para la diputada nacional del PS bonaerense, Gabriela Troiano.
"Luz", empleada administrativa del Congreso Nacional, entró según su propio relato al despacho del tucumano José Orellana en el anexo "H" de la Cámara sobre la calle Callao poco después del mediodía. "Luz" no trabajaba para Orellana, no era su asesora o su secretaria: trabajaba para otra diputada, la bonaerense Gabriela Troiano (Partido Socialista-Provincia de Buenos Aires).
Orellana, que continúa en sus funciones como legislador (su mandato termina en 2019) tomó de las manos a "Luz". "Vos necesitás alguien que te quiera, me encantás desde que te vi" mientras intentó meter su lengua. La joven, según contó después, le soltó las manos, espantada.
Orellana hizo caso omiso a esas señales de rechazo: "Anotá mi número de teléfono y escribime", las insinuaciones continuaron. "Estás mucho más flaca", dijo el legislador.
En una situación totalmente incómoda, nerviosa y con miedo "Luz" se quiso retirar.
“No te vayas” dijo el, entonces, impune de su poder se acercó, la abrazó y empezó a meterle la lengua en la oreja izquierda "Nadie te besó así, ¿no?" , le habría dicho Orellana. "No, claramente no", dijo la joven.
Tras lograr salir del despacho, la joven denunció a Orellana por abuso. El expediente fue tratado en el Juzgado N°6, a cargo de María Alejandra Provitola y la Fiscalía N°47 de Marcelo Solimine. Intervino la UFEM, la unidad fiscal especializada en violencia contra las mujeres y personas lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transgénero, transexuales e intersexuales (LGBTI) del Ministerio Público Fiscal.
Provitola señaló que resultaban necesarias nuevas pruebas y que la investigación debía volver a la UFEM para llegar al esclarecimiento del hecho. Tras controversias por las filmaciones en los pasillos, donde la defensa de Orellana adujo que se la ve "con auriculares y caminando tranquilamente" al salir del edificio, sin embargo la UFEM disintió afirmando que no se podía demostrar el estado de ánimo en una filmación.
La fiscal luego apuntó a un testimonio: el de otro empleado que bajó a recibir a "Luz", lo que sitúa a la víctima en tiempo y lugar, un relato que según la apelación de la UFEM está respaldada por imágenes fílmicas que constan en la causas.
Para la UFEM, en síntesis, "el material probatorio resulta suficiente para sostener que existen elementos de convicción" para que se ordene el procesamiento contra el diputado. Es decir, para la unidad de la Procuración, las pruebas alcanzan.
“Todas las pruebas en nuestro caso son de orden testimonial, lo primero que hicieron fue descalificar el relato de Luz como si estuviera inventando todo”. Explicó la doctora María Elena Barbagelata a El Destape.
“Lo primero que hicieron fue no creer en la víctima, desacreditarla. Fue estigmatizante y humillante, a pesar de tener pruebas contundentes”, agregó el letrado.