Luego de un mes y medio de vacaciones, el domador de reposeras se prepara para volver al ruedo. Sus prioridades son mantener la unidad de Juntos por el Cambio y afianzar su relación con el sector de clase media que lo votó aún luego del desastre que fue su gestión. Para eso apunta a sostener un discurso con un fuerte sesgo de derecha. También espera que Alberto vaya perdiendo apoyo de una clase media que, con las propuestas de achatamiento de la pirámide previsional y aumentos salariales de suma fija, podrían sentirse ninguneados.
Macri está convencido de que en poco tiempo comenzará a recorrer los pasillos de comodoro Py. Incluso aún con una reforma judicial que descentralice el procesamiento de los delitos federales, demasiados negocios sucios no pueden ser ocultados estando fuera del poder. Buscar fueros rápidamente es crucial. Pero también intentar vencer al Frente de Todos en las elecciones de medio término. Macri quiere que Vidal juegue en la provincia de Buenos Aires y confía en tener una buena performance en Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos.
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Todo dependerá de cómo le vaya a Alberto en dos años. Tiene por delante desafíos muy complicados, como la renegociación exitosa de la deuda y sacar de la recesión a una economía frenada por los exiguos ingresos de la sociedad y los altos precios que no dan señales de frenar.
El ex presidente sabe que llegará al 2023 con el recuerdo de la sociedad de su pésima gestión y que a su mala imagen se sumará la caterva de causas judiciales que le caerán encima. Por eso piensa en hacer la “gran Cristina”: buscar un candidato a presidente en 2023, que sea del palo y le ceda algunos espacios de poder. Sus candidatos son, por ahora, Horacio Rodríguez Larreta y Juan Schiaretti.
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