La comparación que compiló el McKensey Global Institute destaca al país fue el segundo que más se "desapalancó" en cuanto a sus pasivos en estos siete años. Delante se ubicó sólo Arabia Saudita, que logró bajar sus obligaciones en 14 puntos de su producto bruto, y tercero Egipto, con una reducción del 9%.
El informe muestra que la tendencia global en ese mismo período fue sumar endeudamiento. El caso emblemático se estableción en Irlanda, cuyo pasivo se multiplicó descontroladamente a partir de 2008. Los rescates a su sistema bancario debilitado por la crisis lo obligaron a pedir asistencia financiera al FMI y a la Unión Europea por 85.000 millones de euros dos años después. Estos ingredientes multiplicaron su pasivo en un 172% del PBI para 2014.
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Grecia y Portugal, otros dos epicentros del colapso internacional, duplicaron su deuda en los últimos siete años. Adicional a esto, sus economías experimentaron pronunciadas recesiones, combinadas con un elevado desempleo.
Incluso China contrajo más compromisos que los que pagó. Desde 2007 se adeudó en un 80% para expandir sus fronteras comerciales y morigerar la desaceleración de su crecimiento.
Europa en su conjunto aumentó su deuda, aunque Alemania se destacó por una suba de sólo el 8%, ya que su nivel de productividad y fortaleza económica la blindó de lo que ocurrió con el resto de los miembros de la Eurozona.
Estados Unidos sólo incrementó sus pasivos en un 16% del producto. Si bien sintió la crisis desde su génesis, logró exportar las secuelas mediante la "expansión cuantitativa" que aplicó la Reserva Federal. Para mantener baja la tasa de interés, el banco central estadounidense recompra bonos con mayor emisión monetaria, lo que alivió en parte el endeudamiento por los salvatajes al sistema financiero.