Florencia Kirchner continúa con su tratamiento en La Habana, Cuba, debido a un "trastorno de estrés postraumático y un linfedema ligero de miembros inferiores". Y en los últimos días, publicó dos posteos en Instagram compartiendo sus lecturas desde la patria cubana. Los títulos que recomendó son Los montes de la loca, de Marisa Wagner, y Autobiografía de mi madre, de Jamaica Kincaid, dos libros que permiten seguir indagando sobre la identidad y la memoria.
En Los montes de la loca, Marisa Wagner relata desde la emoción y una profunda ideología, sus más íntimas vivencias. Al respecto, Florencia posteó: "Marisa Wagner. Lean a Marisa Wagner. No importa si están interesadxs en la poesía o no, porque meterse en sus versos es dejar de darle vuelta la cara a la salud mental, es romper con los imaginarios preconcebidos por la máquina reina que moldea y etiqueta para las cabezas de los demás, esa, que discrimina y excluye. Psicóloga, poeta, militante, estuvo internada en neuropsiquiátricos y nos habla desde adentro, de la vida entre paredes. Como cuando nos dice que hace 731 no ve amigos, no tiene sexo, no va al cine".
Y agregó, sobre dicha obra: "El conjunto de todos estos poemas mutan en un grito a los psiquiátricos de Argentina, y me animo a llevarlo más allá: de todos lados. Como dice la contratatapa de Moffatt, exponía lo que la cultura burguesa niega: la locura y la muerte. Poetizaba estas circunstancias de existencia". Luego, agradeció a quien le regaló el libro, distribuido por la editorial autogestivx.
En cambio en Autobiografía de mi madre, de la editorial Capital intelectual, Florencia replicó: "Esta novela está toda subrayada. Es la búsqueda de una identidad, de una cultura y una pertenencia. Se moja toda en honestidad. La escuchamos (sí, escuchamos, su voz se empieza a escuchar) en una soledad frente a los hombres, las criaturas de la noche, lxs muertxs y lo que da la tierra. Las otras mujeres que no son ella, las que quiere y no quiere ser. Una mirada desafiante a la literatura hegemónica".
Por último, compartió un fragmento que la conmovió. “Era una mujer muy bella, más bella que ninguna otra mujer que hubiese visto antes, de una belleza que tenía sentido para nosotros, no una belleza a la manera europea: tenía la piel de color marrón oscuro, su pelo era negro y brillante, ondulado en apretados rizos que le cubrían la cabeza. Su rostro era como una luna, una luna suave, marrón y reluciente", escribió.