Benjamín Cazenoves estaba dentro Bataclán cuando sintió una explosión al interior del local. Recostado sobre el suelo del primer piso, comentó a través de su cuenta de Facebook que permanecía aún en el lugar, que tenía una herida grave, que había sobrevivientes y que los terroristas iban uno por uno acabando con ellos. A los pocos minutos, escribió: "Estoy vivo, sólo con cortes. Una carnicería. Cadáveres por todas partes".
La autoría del acto terrorista en manos del Estado Islámico fue reconocida tanto por el presidente francés, François Hollande, que lo definió como "un acto de guerra" como por la organización extremista. Los tiroteos también terminaron con la vida de varias personas que se encontraban cenando en tres típicos restaurantes parisinos. En el estadio de fútbol donde jugaba la selección alemana contra la francesa también se escucharon explosivos que dejaron varios muertos. El presidente Hollande, que estaba sentado en una de las tribunas, tuvo que ser rescatado en helicóptero.
En enero pasado, en la masacre ocurrida en las redacciones de la revista de humor Charlie Hebdo, muchos de los análisis se centraron en un posible ataque a la libertad de prensa o de expresión, en definitiva el debate giró en torno a la discusión de si el humor tenía o no todo permitido. A las pocas horas, un nuevo atentado con toma de rehenes en un supermercado kosher de la capital francesa, se planteó si el mensaje terrorista tenía algo que ver con rol de Israel en la geopolítica mundial. Sin embargo, la "carnicería" ocurrida ayer en París -como titulo en su portada el diario Libération- reflejó un escenarios sin dobles lecturas: fue en la cotidianeidad misma del pueblo francés (en sus bares, sus estadios, sus conciertos de rock) donde tuvo lugar una expresión más de la guerra contra el Estado Islámico.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
El día de mañana tendrá lugar la reunión de presidentes del G20 en Turquía. El presidente Hollande ya informó que no asistiría y que, según informa la prensa internacional, los temas que iban a ser tratados en este encuentro como la situación económica global, la crisis migratoria y la guerra en Siria, serían desplazados a un segundo plano en pos de priorizar el repudio unánime a los ataques terroristas. En este punto el tema parece estar mal planteado, si lo que se quiere buscar en una respuesta unánime a esta masacre necesariamente deberá ser abordado el debate en torno a la guerra en Siria.
Aylan Kurdi era sirio y salió de un país en guerra que ya lleva más de 11 millones de desplazados. La guerra en Siria es una guerra mundial (en su sentido más literal y menos historiográfico) que se disputa en territorio sirio pero en el que juegan las principales potencias del mundo. Los repudiables atentados de ayer hablan de un mundo en guerra que sólo parece conmovernos cuando los muertos llegan a las costas turcas o griegas o las explosiones terminan filtrándose en espacios en donde cualquier europeo (o americano) podría imaginarse.
Hace poco más de un mes, la incorporación de Rusia al ataque contra el EI, oficializada en la última cumbre de la ONU, terminó de evidenciar que las principales potencias están disputando su poderío mundial en territorio Sirio. El derribo del avión ruso en Sinaí, del que cada vez se está más cerca de confirmarse que fue efecto de un atentado terrorista, aparece como una expresión más de una guerra de doble alcance. Por un lado, todas las potencias mundiales combatiendo al Estado Islámico, por el otro, el bloque occidental encabezado por Estados Unidos, Francia e Inglaterra sumado a las monarquías árabes contra los rusos, aliados a Irán y al gobierno sirio de Bashar al Assad.
Francia está en guerra. Terminar con una lectura superficial sobre este conflicto exige poner sobre la mesa las responsabilidades de los gobiernos centrales a la hora de tomar decisiones en temas de política exterior y asumir que las respuestas violentas pueden llegar a encontrar espacios de resonancia incluso al interior de sus fronteras.