Laura Jure llegó a una reunión donde había militantes y dirigentes peronistas –entre ellos varios delasotistas, aunque ella no estaba al tanto- y se despachó con total naturalidad: “¿Todos estamos de acuerdo con que el delasotismo no existe más, ¿no? El único líder que tiene el peronismo cordobés es el compañero Juan Schiaretti”.
De esta manera, el peronismo cordobés dejó en claro a su militancia que el delasotismo quedará fuera de todo reparto de cargos expectables.
Esta joven técnocrata, presidenta de la Secretaría de Equidad y Promoción del Empleo es la que tiene mayores chances de ser la compañera de fórmula de Juan Schiaretti para las elecciones del próximo 12 de mayo.
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El viernes 8 de febrero Schiaretti se sometió a una angioplastia donde le colocaron cuatro stents. Ese fin de semana surgieron todo tipo de hipótesis sobre la salud del gobernador; incluso legisladores de la oposición se quejaron de que no hubo ningún parte oficial del Gobierno de Córdoba al respecto.
Sin embargo, el propio ministro de Salud cordobés, Francisco Fortuna, se encargó el mismo viernes de explicarles a los medios –entre ellos a El Destape- la situación médico-clínica que atravesaba Schiaretti. Y el ministro de Gobierno y Seguridad, Carlos Massei, le dijo a El Destape las actividades que realizaría el gobernador el lunes, tras ser dado de alta.
Tras la inesperada muerte de De la Sota en un accidente vial en el sur cordobés el 15 de septiembre pasado, Schiaretti quedó como único dueño del PJ cordobés; y el delasotismo se debate en tratar de alinearse con el gobernador o reagruparse tras la figura de la hija del ex gobernador fallecido, la concejala capitalina Natalia de la Sota.
Natalia de la Sota no tiene antecedentes partidarios –no proviene del armado territorial, ni militó en la Juventud Universitaria Peronista (JUP)-, y los delasotistas sostienen que le basta la portación de apellido para comenzar una carrera política.
Sin embargo, eso no alcanza y el gobernador sólo le ofreció una banca en la Legislatura. Ni siquiera la viceintendencia de Córdoba como compañera de fórmula del diputado nacional Martín Llaryora. También fue descartada la viuda de De la Sota, la diputada Adriana Nazario, quien ya no mide en las encuestas.
En el schiarettismo duro, entre los que destacan los alfiles Carlos Massei y Carlos Gutiérrez –preside el bloque de legisladores peronistas- apuntan a una o un schiarettista puro como compañero de fórmula, de allí la figura de Laura Jure, quien fue designada por la esposa de Schiaretti, la diputada Alejandra Vigo, como su sucesora en la poderosa Secretaría de Equidad y Promoción del Empleo.
¿Las razones?: asegurar gobernabilidad. El episodio de los cuatro stents colocados el pasado viernes 8, no pasó desapercibido para oficialistas y opositores. Schiaretti es diabético y en junio cumplirá 70 años. Si es reelecto y en el transcurso de su mandato se debilita su salud, la gobernación cordobesa seguirá en manos del schiarettismo.
Otro dato: el candidato natural del pejotismo para 2023 es Martín Llaryora, quien en mayo disputará la Intendencia de Córdoba con Luis Juez de Cambiemos.
Laura Jure cumple algunos requisitos: es una tecnócrata con poca figuración política; reporta directamente a la esposa del gobernador y es mujer: “La agenda feminista se impone, y tenemos que llevar mujeres en las fórmulas provincial y de la Capital”, detalló un operador schiarettista. Todas las semanas, el PJ realiza encuestas y focus groups que le marcan qué quiere el votante cordobés.
¿Por qué confía Schiaretti en lograr su reelección? Primero, porque gobierna Córdoba hace 20 años y tiene un aceitado aparato partidario, además de blindaje mediático. Por otro lado, mantiene una alianza estratégica con el presidente Mauricio Macri con quién lo une una estrecha amistad desde hace más de treinta años. A ambos les conviene que el otro siga gobernando, tienen votos cruzados: el cordobés medio es de derecha, vota al PRO en las nacionales y al PJ en las provinciales.
Pero no todo es optimismo en el Gobierno cordobés. Les preocupa la fuga de votos al kirchnerismo: “Hay conversaciones con sectores kirchneristas, lo más seguro es que lleven una fórmula de bajo voltaje, testimonial”, aseguran públicamente desde la Casa de Gobierno cordobesa y muestran a algunas figuras K que hoy son funcionarios schiarettistas. Pero el sábado, el diputado nacional Pablo Carro desbarató la mentira y publicó en Twitter: “Les quiero contar que seré candidato a gobernador por el Frente Córdoba Ciudadana. Estoy muy feliz de asumir junto a ustedes este enorme desafío. Entre todas y todos vamos a construir un futuro mejor para Córdoba”.
Los que conocen de cerca a Juan Schiaretti saben que el cisne negro al que le teme el gobernador es una crisis de inseguridad: el narcoescándalo de Río Cuarto que se cobró la vida a balazos del jefe narco Claudio Torres y de otros siete presuntos delincuentes en sólo cuarenta y cinco días; que derivó en el descabezamiento de la cúpula de la Unidad Regional Río Cuarto y la detención del jefe de Investigaciones, subcomisario Gustavo Oyarzábal tuvo su pico máximo de cortocircuito político cuando la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich en un acto de Gendarmería en Jesús María, disparó el jueves pasado: “No vamos a dejar que Río Cuarto se transforme en un lugar de asiento del narcotráfico”.
La madre de todas las batallas
Como admiten en el Gobierno de Córdoba y en Cambiemos, la madre de todas las batallas será la Capital que hoy gobierna Ramón Javier Mestre, el intendente radical que plantó bandera y se opuso a las listas armadas en la Casa Rosada.
La carta ganadora de Schiaretti es Llaryora: “Fue dos veces intendente de San Francisco, sabe gestionar; el Plan Primer Paso (PPP) lo inició Martín en plena crisis de 2001. En 2013, con la ciudad incendiada por el motín policial y los saqueos, Martín fue quién entregó los subsidios a los comerciantes afectados. En 2013 se le plantó a De la Sota y fue a internas. Lo tentó Massa y eligió quedarse en el peronismo. Tiene ADN peronista y hoy como nunca, el peronismo mide muy bien en la Capital, ni en la mejor época de De la Sota medimos así”, así lo vendió uno de los armadores de la campaña, como si se tratara de Lionel Messi.
“Pero una cosa es Lio en el Barça y otra en la Selección argentina”, chicanean desde la mesa chica de Luis Juez, principal contrincante de Llaryora.
Otro frente de tormenta que tiene Llaryora es que no figura en los padrones de la ciudad de Córdoba, ya que tiene domicilio en San Francisco, ciudad ubicada a 207 kilómetros al este, limítrofe con Santa Fe. No podrá votarse a sí mismo. Algo similar le ocurrió al ucedeísta Germán Kammerath, cuando participó y ganó la interna del PJ para intendente entre 1999 y 2003, no pudo votarse porque estaba afiliado al partido de Alvaro Alsogaray.
En 2017, el diario Clarín y su operador Guillermo Seita a través de la consultora Management & Fit armaron encuestas y publicaciones favorables a Llaryora, candidato a diputado nacional por el pejotismo cordobés. Finalmente, Cambiemos le sacó 16 puntos de ventaja al PJ.
Schiaretti es la locomotora que tracciona los vagones peronistas; pero no todos circulan por la misma vía. “Voy a ser candidata a intendenta”, le dice a El Destape, Olga Riutort, la peronista que mejor conoce la ciudad de Córdoba. Primero vedada por su ex marido De la Sota y ahora por Schiaretti, Riutort jugará por fuera del peronismo oficial y cuenta con el apoyo de Libres del Sur y su secretaria general cordobesa, Betiana Cabrera.
“Mi whatsapp anda mal, no me llegan los mensajes. Prefiero tomar un café y verles la cara y que hablemos frente a frente”, bromea Olga –así la conoce todo el mundo en Córdoba- y avanza: “El peronismo cordobés se tiene que dejar de especular, tiene que jugar bien en Córdoba y a nivel nacional: el 10 de diciembre Mauricio Macri tiene que terminar su mandato e irse a su casa”.