La lucha por los derechos de los y las trabajadoras de la economía popular no empezó ni termina con la ley de emergencia social. La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular -la CTEP- empezó a construirse hace 6 años, a la luz de debates que nos dimos distintas organizaciones sociales de distintos colores políticos. Dicho debate emerge de la práctica gremial y barrial, es decir de palpar y padecer en carne propia la situación de este sector que supo construir su propia identidad.
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Así como de este sector emanó la ley, también emanaron las propuestas económicas que cuestionaron la matriz económica del neoliberalismo macrista, pero también -vale recordar- de los límites del modelo de desarrollo que desplegó el kirchnerismo. En el Movimiento Evita, a estas propuestas las denominamos "el segundo tomo", y también nos atrevimos a ponerle nombre propio: Jorge Taiana. Pero no es la discusión de nombres lo que importa, sino la de modelo de país. Nadie puede pensar la economía nacional excluyendo el 30% de la clase trabajadora, ningún economista ni ningún representante político serio.
El ajuste, la típica receta neoliberal que también llamamos transferencia, lo sufren nuestros compañeros y compañeras, pero no sólo durante los cuatro años de mandato, sino que nos provocan heridas generacionales casi irreparables. Por eso es urgente pelear recursos paliativos pero también discutir medidas de mediano plazo. Conseguimos el aumento de los salarios, el medio aguinaldo, el aumento de partida presupuestaria del 50% para merenderos y comedores, y avanzamos en la institucionalización de la economía popular con el registro nacional, el concejo de la economía popular y la transformación del subsidio en salario social.
El desendeudamiento y en general "la bendita herencia" de la década anterior permite al gobierno la holgura para gestionar a través de créditos externos. Esto quiere decir que el país no va a volar por los aires. Y por otro lado, los movimientos sociales no estamos dispuestos a recuperar el Estado a partir de la crisis del modelo neoliberal. La crisis siempre se paga con el sufrimiento de los más humildes. No hay registro en la historia de que alguna vez la crisis la hayan pagado los Techint o los Herrera de Noble. Tenemos que recuperar las riendas del Estado -sí o sí- ganando en la política.
Pretender una victoria sólo porque los adversarios políticos nos llevarán a la ruina es perder el horizonte de volver a representar la esperanza, de volver a ser la opción política de futuro. Ese es el verdadero debate político mirando hacia 2017 o 2019. Nuestro deber es ampliarnos y construir una nueva mayoría electoral con ideas fuerza que nos conviertan en opción de futuro.
Algunos dicen que la economía popular es el 30%, otros dicen el 40%. Más allá de la diferencia estadística, no existe proyecto popular de país sin esa porción de la clase trabajadora adentro del plan de gobierno, ni desde la perspectiva económica -por el volumen de riqueza que implica el sector-, y muchísimo menos desde el punto de vista humanista. Está claro que la alternativa de país que soñamos no es para pocos ni para algunos sino para 42 millones.
La discusión de la ley entonces es la discusión de la economía popular. Y la discusión de la economía popular es también la discusión del modelo de país.
Sería soberbio decir que solamente el Movimiento Evita impulsa estas ideas, pero sobre todo es irresponsable e irrespetuoso en boca de malos analistas políticos. El acuerdo que tanto debate suscitó, está firmado por 40 movimientos populares. Algunos con tres décadas de lucha a cuestas, otros, movimientos jóvenes que se atreven a irrumpir en los esquemas de la política tradicional para decir "acá estamos" para discutir y hacer.
Estas fuerzas políticas existen, construyen en los barrios, en las universidades, en los ámbitos de trabajo, construyen en el poder legislativo, movilizan miles y son parte de la discusión política nacional.
Quienes hablamos de un frente contra el neoliberalismo que pueda frenar el ajuste en la calle y soñar una alternativa electoral, hablamos de un frente más grande que el peronismo, más grande que el kirchnerismo, más grande que los movimimientos sociales arriba mencionados.
Más allá que haya nombres que nos gusten más o menos, más allá que haya denominaciones ideológicas que nos gusten más o menos, más allá de lo que nos guste a algunos, se trata de que necesitamos un país para todos. Al menos para nosotros esa es la discusión de fondo, la verdadera emergencia.