23 de abril, 2020 | 16.41

Coronavirus: el trabajo del Garrahan con niños y niñas que son población de riesgo en plena pandemia

Los adultos mayores no son los únicos vulnerables, muchos menores de edad padecen patologías inmunodepresoras.

Desde que apareció la pandemia del coronavirus, la atención estuvo puesta en los adultos mayores y aquellos que padecen patologías inmunodepresoras que pueden agravar su cuadro de salud. Sin embargo, hay muchos niños y niñas que también tienen enfermedades complejas y que requieren los mismos cuidados que toda la población de riesgo. El Hospital Garrahan es el espacio donde, por excelencia, se tratan los menores y como ocurre a nivel general, se establecieron protocolos rigurosos para contener y evitar los contagios, se priorizaron los casos que sí o sí deben ser atendidos en el nosocomio y se virtualizaron las consultas que, por menor gravedad, permiten un seguimiento a distancia. Sin embargo, la falta de personal médico y el cansancio generado por el pluriempleo al que están sometidos los profesionales, también son un factor a tener en cuenta y atender para garantizar el adecuado cuidado de pacientes, médicos, enfermeras y trabajadores en general.

Norma Lezana, nutricionista y presidenta de la Asociación de Profesionales y Técnicos Civil y Gremial explicó a El Destape que en estos momentos funciona el tratamiento oncológico ambulatorio. A ellos se les abrió una entrada especial y exclusiva para su tránsito con el objetivo de evitar contactos peligrosos. Se trata de un área que no puede suspenderse, al igual que la quimioterapia, diagnósticos o cirugías. Son atenciones vitales que, de interrumpirse, pueden tener graves consecuencias sobre la vida de los pacientes.

También sigue en funcionamiento el área de cirugía cardiovascular para los niños y niñas. Si esta intervención se atrasa, explicó la licenciada, puede ser perjudicial. Necesitan que se haga lo antes posible para lograr una rápida recuperación nutricional y otros aspectos. Al igual que el sector de neonatología con complicaciones, que también sigue operativo porque son tratamientos que no se pueden postergar.

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El caso de los pacientes diabéticos, por ejemplo, se habilitó el tratamiento a distancia a menos que sea una urgencia, con controles virtuales o por teléfono y la garantía de que reciban todos los insumos necesarios durante este tiempo de pandemia. “La idea es evitar que la familia entera tenga que ir al hospital para cumplir con el aislamiento social y porque son grupos de riesgo. Son todos los pacientes inmunocomprometidos”, explicó Lezana.

El trabajo con los niños es muy demandante. La profesional explicó que empezó a funcionar un equipo de contención para explicarle a los pacientes de qué se trata el coronavirus. Lezana contó situaciones propias que se viven en este tipo de atención: “Los chicos que necesitan salir, tienen que pedir permiso para hacerlo y una nena se imaginaba que afuera había algo peligroso. Al ver que no había nada en la calle, analizó que 'no nos está yendo tan mal con el coronavirus'. Es que ellos interpretan la situación de diferentes maneras y miran mucho lo que hacemos”. Tal vez, el mayor temor y preocupación pasa por los padres.

 

Los protocolos y el trabajo en pandemia

 

Para continuar con la atención y los cuidados rigurosos que implica un contexto de pandemia, se elaboraron estrictos protocolos para trabajar con el triage – la clasificación de los pacientes y la organización según los recursos existentes – en el ingreso para dividir a aquéllas personas que puedan ser COVID-19 positivo para realizar testeos, circuitos separados de atención, circulación e internación y el estímulo de tratamientos ambulatorios, si las condiciones de salud lo permiten.

Los trabajadores se dividieron en equipos para evitar cruzarse, ya que si hay un caso sospechoso, todo el grupo debe quedar aislado. De este modo, se evita dejar inactivo a todo un sector de profesionales y se desfavorece la circulación del virus si hay menos personas en el hospital. Sobre todo, teniendo en cuenta que un 30% de los infectados son asintomáticos y, en el caso puntual del Garrahan, trabajan con pacientes inmunodeprimidos. Lo que ayuda es que se dejaron de atender cuestiones no urgentes para tener disponibilidad de camas y se postergaron cirugías que pueden esperar.

Sin embargo, Lezana advirtió que ésto no se pudo hacer en el área de enfermería porque “la dotación es muy ajustada y cuesta mucho hacer los cortes en dos equipos que no se crucen”. Estas profesionales son cruciales para la atención y el problema es estructural: “Veníamos con un desgaste impresionante de un 30% de déficit en enfermería”. Por poner un caso, ante brotes estacionales como la gripe o Influenza, “el año pasado se solventó la atención con 4.000 horas extra de trabajo. Se necesitan 390 enfermeros que no fueron repuestos”.

A esto se suma que en enfermería tienen un sueldo de hasta 50% menos que el resto de los profesionales, lo que los empuja al pluriempleo del que ya habló El Destape, o a la cancelación de vacaciones. “Es un personal que está agotado y con el trabajo por cortes, cada enfermera tiene que atender a cinco pacientes, lo que les genera más sobrecarga por las consultas normales”.

Frente a esto, remarcó que formar a un profesional de la salud lleva años de estudio, perfeccionamiento y práctica, “no se puede reponer fácilmente si migran y es una pérdida enorme dejarlos ir”.

 

Los insumos y la interacción con las autoridades

 

La información es central para hacer frente a la pandemia. Diariamente se comunican cuántos casos sospechosos o confirmados de coronavirus fueron registrados. Hasta ayer, no había positivos entre los pacientes ni entre los profesionales, que trabajan con los elementos de cuidado necesarios para protegerse. Sin embargo, Lozana remarcó la importancia del aislamiento social porque este virus es más contagioso que el resto: “Se pensaba que una persona contagiaba a dos o tres, pero se pueden contagiar hasta cinco o siete”.

Y enfrentarlo no es sencillo. Los profesionales de la salud necesitan realizar un entrenamiento para utilizar elementos a los que no están acostumbrados porque “es un desafío inédito, sobre todo para el sistema de salud”. Los insumos de protección personal se contaminan y es necesario saber no sólo como usarlos sino también cómo descartarlos para tener el mínimo contacto y reducir el riesgo.

En este momento, informó, en el hospital cuentan con stock de barbijos quirúrgicos aunque su distribución es muy rigurosa para evitar que se malgasten. Si les dan dos por jornada, pueden pedir uno nuevo en caso de necesitarlo porque, según la Organización Mundial de la Salud, se deben cambiar una vez que se humedecen. Además, cuentan varios modelos de máscaras faciales, algunos que llegaron de donación, pero no todos se adaptan a la cabeza de los profesionales, lo que hace que sea difícil su uso por incomodidad.

De momento, se desarrolló un sistema de comunicación COVID-19 por Whatsapp, donde se bajan los protocolos, la situación del hospital y los casos posibles o confirmados. La Dirección es la que participa de ese sistema pero Lozada remarcó la necesidad de que también lo hagan los trabajadores, porque son quienes tienen que ejecutar esos lineamientos. Por eso, ella es una de las que se encarga de ir sector por sector para ver qué información no les llega y solicitarla a las autoridades. “Es un cambio cultural y un desafío enorme” donde la resiliencia es fundamental para “generar la capacidad de respuesta y recomponerse para volver a responder en forma efectiva”.

En el hospital hay cuatro mil trabajadores en total, "enfermeros y profesionales jóvenes del área de emergencia, internación y terapistas que tienen que estar en primera linea con mucho desgaste previo y bajos salarios, a los que hay que cuidar porque son valiosísimos”.

Actualmente, de todos modos, trabajan menos porque muchos están con licencia por enfermedad, porque están embarazadas o son padres con hijos menores y no tienen con quién dejarlos.

Este personal será el que tendrá que enfrentar la pandemia y también el brote estacional que se espera para junio, cuando el hospital estará nuevamente saturado. Por eso, están pidiéndole al Consejo que administra el nosocomio “que de un aumento de emergencia para el personal que está en la parte operativa y el que ingrese, que falta sobre todo en enfermería”. A diciembre, registraron una caída en su poder adquisitivo del 46% y no tuvieron aumentos extra o una negociación paritaria salvo las cuatro cuotas otorgadas por el Gobierno nacional, de $5.000 en total. “Es un esfuerzo enorme el que estamos haciendo”, resumió.