A todos nos han picado los mosquitos. No sólo es molesto el granito, sino también el zumbido en el oído o su excesivo gusto por los tobillos. Distintas investigaciones científicas dieron con la verdadera causa: el ácido lácteo emanado por los pies es altamente tentador, al igual que el de las palmas de las manos y la parte frontal de la cara.
Los mosquitos hembra son los más sedientos de sangre tibia pero necesitan de señales sensoriales para poder identificar de dónde sacarla. Allí, el dióxido de carbono de la respiración es uno de los mecanismos para encontrar sus objetivos hasta a 50 metros. Si lo que encuentran es un grupo de personas, eligen a las que más los tientan para lo que usan el olor corporal.
Por eso, según publicó Infobae, el sudor es clave, ya que los microrganismos lo convierten en ácidos orgánicos volátiles como el láctico, que es lo que los atrae. En las plantas de los pies hay unas 250.000 glándulas sudoríparas, superando la de otras partes del cuerpo, y los tobillos son como el conducto por el que atraviesan y salen del cuerpo. Por eso estos insectos vuelan a él, se posan y pican.
No es la única zona con mucha sudoración, ya que también lo son las palmas de las manos - los antebrazos serían sus tobillos - y la región frontal de la cara - la emanación sale por las orejas -. Según experimentos, gracias a estas detecciones, los mosquitos son hábiles para encontrar a los humanos.
Ante esta situación, comenzaron a analizar la producción de repelentes más potentes para alterar estas capacidades de los insectos que provocan cientos de miles de muertes al año en todo el mundo.