Las experiencias que en nuestro país se vienen verificando en la organización colectiva para la instrumentación de diferentes demandas sociales, pertenecen a una larga tradición argentina que exigen prestarles mayor atención y diferenciarlas de los acontecimientos que se registran en otras países.
Las enseñanzas de la Historia
La Argentina ofrece una historia rica en su evolución hacia un Estado Social de Derecho, que encuentra un punto de inflexión indiscutible a mediados del siglo XX. Porque sin prescindir de las numerosas luchas llevadas a cabo hasta entonces, lo cierto es que fue desde esa época en que comenzó a concretarse el reconocimiento de derechos fundamentales y la incorporación de la clase obrera a la política, con un amplio acceso a importantes funciones públicas de representación y de gestión.
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Las más relevantes leyes de protección social y, principalmente, laboral se sancionaron durante los doce años que precedieron al golpe de estado de 1955, transformando muchas iniciativas –frustradas- que las precedieron como Proyectos, en actos legislativos que en buena medida se mantuvieron a pesar de las sucesivas interrupciones del orden institucional.
Acompañó ese proceso la promoción estatal de la negociación obrero-patronal, que se cristalizó en centenares de convenios colectivos de trabajo, con el consiguiente empoderamiento de las organizaciones gremiales y completando la regulación protectoria del trabajo en sus diversas formas.
Pero fueron también otros muchos los logros inclusivos e igualadores en el campo social, como en el área económica y en la consolidación de la soberanía nacional, que en 1949 obtuvieron su consagración jurídica más elevada con la reforma constitucional sancionada ese año.
El surgimiento del Peronismo tuvo desde sus inicios rasgos singulares en orden a su carácter movimientista, estructurado en función de diversos colectivos y cuya naturaleza no era exclusivamente política. Su expresión como partido nunca fue central, sino que jugó básicamente un rol de herramienta electoral y como una parte más del Movimiento Nacional inspirado por Perón.
Memorias de resistencias
Nuestro Pueblo ha dado claras muestras de no claudicar ante los autoritarismos, aún cuando las prácticas antidemocráticas que debieran enfrentarse resultaran de gobiernos dictatoriales.
Si sólo comparásemos lo ocurrido con respecto a otros países de Suramérica, fácil sería advertir que a diferencia de las experiencias del siglo pasado en Bolivia, Perú, Paraguay, Chile, Uruguay o Brasil en donde las dictaduras se mantuvieron por dos o más décadas, en Argentina no pudieron sostenerse por más de siete años ni siquiera mediando violencias extremas como fue el caso de la instaurada a partir del 24 de marzo de 1976.
Los modos en que se expresaron esas resistencias respondieron a las distintas coyunturas históricas, adoptando o valiéndose de organizaciones con cierto grado de consolidación como fueron los sindicatos y las comisiones gremiales de base, las agrupaciones universitarias y Centros de Estudiantes u otras de arraigo territorial (sociedades de fomento, clubes de barrio, centros culturales); o desarrollando algunas que tenían un carácter incipiente o que surgieron ante las adversidades con un alto nivel de espontaneísmo como muchos organismos de derechos humanos.
Entre estos últimos cobraron una especial relevancia las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que se constituyeron en un símbolo de la Argentina y un ejemplo para el Mundo. Las que sin abandonar la lucha que les dio origen -la aparición con vida de los 30.000 desaparecidos que se sostuvo luego en el objetivo de Memoria, Verdad y Justicia, como por la recuperación de los niños apropiados por los genocidas-, supieron transformar su enorme potencial y ampliar su campo de acción en la defensa de otros derechos humanos fundamentales.
La formación de colectivos
La aparición en escena de hijas, hijos y familiares de los responsables de crímenes de lesa humanidad, formando una agrupación (Historias Desobedientes) para sumar sus experiencias de vida en el combate contra la impunidad, configura un hecho de una singularidad virtualmente sin precedentes.
La organización creciente de las mujeres por la reivindicación de sus derechos, protagonistas de movilizaciones multitudinarias contra los femicidios (Ni Una Menos) o en demanda de la aceptación de la interrupción legal del embarazo (Aborto legal, gratuito y seguro).
Brindando su apoyo a las víctimas de violaciones o abusos, haciendo causa común y enunciando lemas elocuentes en orden a superar el obrar individual y la frecuente revictimización de quienes se atreven a formalizar las denuncias (NoNosCallamosMás, Mirá Como Nos Ponemos, Nunca Más Solxs), ha tenido un enorme impacto que se manifestó inmediatamente en el aumento exponencial de nuevas denuncias sobre violencias de ese tipo.
La decidida acción de las trabajadoras de Casas Particulares en el Nordelta, que hizo visible una discriminación inadmisible y una organización comunitaria anacrónica que impedía el acceso de medios de transporte público, a la vez que las segregaba en la utilización del servicio privado que operaba con exclusividad.
La reciente constitución de un espacio (el Foro de Abogadas y Abogados de Organizaciones Sindicales) de una amplitud, pluralidad y diversidad como nunca antes se había logrado, que reúne a profesionales que asisten a sindicatos adheridos a la CGT, a las distintas CTA, pertenecientes a agrupamientos gremiales diversos (Corriente Federal de Trabajadores, MASA) o no enrolados en ninguna Central.
Los que superando –pero sin renunciar a- las disparidades de enfoques ideológicos o posicionamientos gremiales, plantean una necesaria solidaridad para enfrentar las permanentes prácticas antisindicales del Gobierno nacional, la violación de la autonomía sindical impulsada desde la Secretaría –otrora Ministerio- de Trabajo y la ausencia de una decidida y oportuna actuación de la Justicia para garantizar derechos básicos inherentes a la libertad sindical.
De cara al 2019
Es propio del neoliberalismo la acentuación de los comportamientos individualistas, erigiendo a la competencia y la meritocracia como piedra angular del desenvolvimiento humano.
El triunfo personal desde esa perspectiva se alcanza a partir del esfuerzo de cada uno, generando la falsa concepción que sólo de ello depende con total abstracción de las políticas públicas y del rol que asuma el Estado.
La salvación individual es únicamente para pocos, nos lo confirma a diario la realidad en que estamos inmersos. Para el resto, la mayoría, la alternativa es colectiva, en base a la solidaridad y la acción en común.
En vísperas del comienzo de un año decisivo para el futuro de la Argentina adquiere especial importancia atender, alentar y acompañar la organización de expresiones colectivas que van dando muestras elocuentes de la efectividad de conductas de esa índole para defender, recuperar o conquistar derechos.
La acción política también debe responder a similares demandadas, poniendo de manifiesto una seria convicción en procura de interpretar y representar los reclamos sectoriales, para ponerle término a la caótica situación actual que es consecuencia de medidas de gobierno que se desentienden de los requerimientos y del clamor popular.
Con ese propósito es prioritario vertebrar un Movimiento Nacional amplio e inclusivo, que reúna y convoque a diferentes colectivos, no circunscribiéndose a la alianza de Partidos en la construcción de un Frente opositor que sea capaz de expresar a todos y cada uno de ellos en los comicios que se avecinan. Con el afán de obtener un triunfo electoral que implique, no sólo implementar políticas que respondan a los intereses populares y a la defensa de la Patria, sino que alcancen un grado de organización que asegure la perduración y profundización de ese rumbo.
En septiembre de 1949 al promover la sanción de un Proyecto de Ley de Régimen de Partidos Políticos, Perón sostenía que el hombre no vence al tiempo, la organización es lo único que puede vencerlo. Hoy sus palabras cobran mayor sentido, ante el desafío de dotar de unidad y organización a una fuerza político social que definitivamente retome el camino del desarrollo soberano de la Argentina, con un Estado democrático que garantice libertad, igualdad y justicia social.