El objetivo de eliminar el hambre en el mundo para 2030 parece cada vez más imposible de alcanzar, ya que el número de personas que padecen hambre crónica apenas ha variado en el último año, mostró un informe de la ONU publicado el miércoles.
El informe anual "El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo" señala que alrededor de 733 millones de personas pasaron hambre en 2023 -una de cada 11 personas en el mundo y una de cada cinco en África-, debido a los conflictos, el cambio climático y las crisis económicas.
David Laborde, director de la división de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que colabora en la elaboración del estudio, señaló que aunque se han logrado avances en algunas regiones, la situación se ha deteriorado a nivel mundial.
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"Hoy estamos en una situación peor que hace nueve años, cuando lanzamos este objetivo de erradicar el hambre para 2030", dijo a Reuters, afirmando que desafíos como el cambio climático y las guerras regionales se habían agravado más de lo previsto incluso hace una década.
Si se mantienen las tendencias actuales, unos 582 millones de personas sufrirán desnutrición crónica al final de la década, la mitad de ellas en África, advirtió el informe.
El objetivo más amplio de garantizar el acceso regular a una alimentación adecuada también se ha estancado en los últimos tres años, y el 29% de la población mundial, es decir, 2.330 millones de personas, sufrirá inseguridad alimentaria moderada o grave en 2023.
Como muestra de las marcadas desigualdades, el año pasado alrededor del 71,5% de las personas de los países de renta baja no pudieron permitirse una dieta sana, frente al 6,3% de los países de renta alta.
Si bien las hambrunas son fáciles de detectar, la mala nutrición es más insidiosa, pero puede marcar a las personas de por vida, retrasando el desarrollo físico y mental de bebés y niños, y dejando a los adultos más vulnerables a infecciones y enfermedades.
Según Laborde, la ayuda internacional vinculada a la seguridad alimentaria y la nutrición asciende a 76.000 millones de dólares anuales, lo que equivale al 0,07% de la producción económica anual total del mundo.
"Creo que podemos hacer más para cumplir esta promesa de vivir en un planeta donde nadie pase hambre", afirmó.
Las tendencias regionales variaron significativamente: el hambre siguió aumentando en África, donde el crecimiento demográfico, las guerras y los trastornos climáticos pesaron mucho. En cambio, en Asia apenas ha habido cambios y en América Latina ha mejorado.
"Sudamérica cuenta con programas de protección social muy desarrollados que les permiten orientar las intervenciones de forma que puedan salir eficazmente del hambre de una forma muy rápida", aseguró el economista jefe de la FAO, Máximo Torero.
"En el caso de África, no hemos observado eso".
Las Naciones Unidas señalaron que es necesario cambiar la forma de financiar la lucha contra el hambre, con una mayor flexibilidad para garantizar que los países más necesitados reciban ayuda.
"Tenemos que cambiar la forma de hacer las cosas para estar mejor coordinados, aceptar que no todo el mundo debe intentar hacerlo todo, sino estar mucho más centrados en lo que hacemos y dónde", afirmó Laborde.
El informe ha sido elaborado por la FAO, con sede en Roma, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de la ONU, su Fondo para la Infancia (UNICEF), la Organización Mundial de la Salud y el Programa Mundial de Alimentos.
Con información de Reuters