El papa Francisco dio esta semana otra señal del acercamiento a China que mantiene desde el inicio de su pontificado al declarar "venerable", primer paso hacia la beatificación, al jesuita misionero en el gigante asiático Matteo Ricci, uno de los occidentales más valorados por Beijing.
El Pontífice autorizó esta semana al cardenal italiano Marcello Semeraro a hacer oficial el decreto vaticano que reconoce las "virtudes heroicas" del misionero nacido en la ciudad italiana de Macerata en 1552 y muerto en Beijing en 1610.
El gesto se suma a la larga lista de señales de acercamiento del Papa a China, que tuvieron su punto más alto con la aprobación en 2018 de un acuerdo para la designación conjunta de obispos, renovado luego en 2020 y 2022, que puso fin a más de 50 años de división en la Iglesia local en medio de un vínculo en el que Roma y Beijing no tienen relaciones diplomáticas desde la proclamación de la República Popular en 1949.
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Para llegar a la declaración de "venerabilidad" fue necesaria la aprobación de la comisión teológica que determinó la heroicidad de las virtudes, y luego la aprobación del voto de los cardenales y obispos miembros del dicasterio para las Causas de los Santos, encargado de las causas de canonización.
Luego de "venerable", los pasos que le quedan al jesuita en su camino a la Santidad son "siervo de Dios", "beato" y "santo", en un proceso que puede durar años y depende de la aparición de milagros confirmados por su intercesión.
Si bien las causas de beatificación se inician en las diócesis de fallecimiento de la persona, en el caso de Ricci el proceso es impulsado desde 1982 en Macerata por los cruces existentes entre Beijing y Roma hasta la firma del acuerdo de 2018, que supuso el paso de acercamiento más grande entre los dos Estados.
Ricci, quien se convirtió al morir en el primer extranjero en tener autorización para ser enterrado en China, marcó una época en el siglo XVI y se convirtió en el gran exponente del catolicismo en Oriente.
Ricci fue, en 1582, el primer jesuita que obtuvo el permiso para entrar en China, inaugurando una primea época de apertura del gigante asiático hacia la Compañía de Jesús que terminó con la prohibición dispuesta en 1773.
Habría que esperar hasta 1842 para que se iniciara el segundo período de estabilidad para los jesuitas. En su momento, Ricci fue el primer occidental en entrar en la Ciudad Prohibida. Cuando Ricci murió, había en China 2.500 católicos, según estadísticas del Vaticano.
Fue el propio Francisco quien en 2016 se encargó de marcar la continuidad entre su política con Beijing y la misión de Ricci.
"La experiencia de Ricci nos enseña que es necesario entablar un diálogo con China, porque es una acumulación de sabiduría y de historia. Es una tierra bendecida con muchas cosas", planteó en una histórica entrevista al Asia Times.
"Francisco sigue en China las huellas de su hermano Matteo Ricci", había planteado al inicio del pontificado de Bergoglio el obispo Gianfranco Vecerrica, conocedor de la relación sino-vaticana.
Del lado chino los paralelismos trazados son similares.
Fue el Global Times, la versión en inglés del periódico oficial chino, el que definió a Francisco como "el primer Papa Jesuita" y lo vinculó directamente a Ricci diciendo que este hombre, como su predecesor, tenía una relación muy flexible y dinámica para la evangelización, capaz de amar a su pueblo.
Más allá de los acercamientos, en las últimas semanas la Santa Sede mostró de todos modos su disconformidad a las autoridades chinas por la ceremonia de instalación de un obispo por fuera del acuerdo de 2018.
"Sorpresa y pesar" expresó el Vaticano a fines de noviembre al conocer la noticia de la "ceremonia de investidura", en Nanchang, de monseñor John Peng Weizhao, obispo de Yujiang (provincia de Jiangxi), como "obispo auxiliar de Jiangxi", diócesis no reconocida por la Santa Sede.
Con información de Télam