Miguel Urbán: “La izquierda, al moderarse, es vista como parte del problema”

El eurodiputado exfundador de Podemos e integrante de Anticapitalistas visitó la Argentina durante la semana de la memoria, en marzo. En entrevista con El Destape analizó la realidad internacional en el auge del crecimiento de las extremas derechas, así como el lugar de las izquierdas para el futuro.

07 de abril, 2024 | 00.05

En medio del auge de las extremas derechas a nivel mundial, el eurodiputado Miguel Urbán se anima al análisis coyuntural sobre un fenómeno que parece cada vez más grande y, por momentos, difícil de explicar: "La extrema derecha propone una alternativa: regresar al pasado", como propuesta de futuro. En entrevista con El Destape, el exfundandor de Podemos y militante de  Anticapitalistas, habló sobre cómo ven desde Europa la situación Argentina tras la llegada de Javier Milei, de la memoria democrática, de la "crisis del régimen", de "choque interimperialista", de la guerra en Ucrania y del Acuerdo Mercosur-Unión Europea. También hace su crítica a la izquierda moderada.

“Tenemos que plantear una propuesta antisistémica que pueda dar un horizonte utópico”, planteó y criticó que "la única" propuesta por parte del progresismo y la izquierda, hasta ahora, "es la gestión con rostro humano de la crisis del capital". Eso, dice, "no es posible". 

- ¿Cómo están viendo a la Argentina desde Europa y desde España?

- Depende de quién mire. Si vemos la toma de posesión de Milei una parte muy importante de la internacional reaccionaria, de la derecha europea, estuvo muy presentes. Evidentemente fuera de ese círculo, lo que genera es mucha preocupación. Primero, por la cuestión de la memoria democrática. Para todos aquellos que trabajamos la cuestión de los derechos humanos, creíamos que esa cuestión estaba conquistada y consolidada con lo cual vemos que ninguna conquista es permanente mientras no se siga peleando y defendiéndola. Y ahora está en peligro. Por poner un ejemplo, en las elecciones en Portugal, por primera vez, la tercera fuerza ha sido la extrema derecha, que obtuvo un 18%. En 2019 tenía 1,9. Es el único partido que cuestiona la herencia de la Revolución de los Claveles, de la que se cumplen 25 años en abril, que fue el hito democrático de la constitución de la democracia portuguesa. En Argentina, por primera vez, vemos una fuerza que cuestiona esa herencia democrática. Es muy peligroso. Están cuestionando a la misma democracia, al mismo concepto de los derechos humanos.

- Entiendo que el planteo que hace es que hay un diálogo entre lo que sucede en Argentina con el resto del mundo. En ese sentido, en Europa será un año particular por la cantidad de elecciones que habrá, incluidas las del Parlamento Europeo, en donde las encuestas avizoran triunfos de la derecha y la extrema derecha, ¿dónde es que están creciendo estas fuerzas en ese continente?

- Este 2024 vota la mitad del mundo. Y en las elecciones europeas las encuestas están dando que la extrema derecha puede ser la opción más votada en nueve de los 27 países, entre los que están los centrales en términos geopolíticos y económicos. Me refiero a Alemania, en donde está la posibilidad de que sean primera fuerza; Francia, en donde llevan primeros desde el 2014. Ahí la duda es cuántos puntos le saca al siguiente partido y se está hablando que, incluso, puede llegar a los 10 puntos de diferencia con el de (Emmanuel) Macron. En Italia, la primera fuerza va a ser (Giorgia) Meloni. Además de Hungría, Polonia y otros países donde la extrema derecha no va a ser primera, pero sí va a mejorar sustantivamente sus resultados. De hecho, si consiguieran unificarse en un único grupo en el Parlamento -que están bastante organizados sí, pero están divididos en tres- serían el segundo grupo de la Eurocamara y el primero sería a la derecha. Muchas veces ha parecido que la cuestión de la extrema derecha como un sarampión europeo. Y, la verdad, es que hemos visto cómo está golpeando a América Latina, la victoria de (Donald) Trump (en Estados Unidos) y la posibilidad de que gane otra vez…A veces no hablamos de cómo en Israel llevan gobernando hace prácticamente 20 años y en cómo se ha convertido en un etno-estado, donde ya no hay elementos democráticos básicos. Rusia, Turquía, Filipinas o incluso en la India desde el 2014 gobierna un ultraderechista como (Nerenda) Modi que tiene organizaciones paramilitares de hasta 6 millones de miembros. Es un fenómeno global, que de momento no está dejando de crecer. Entonces, la siguiente pregunta es ¿por qué?

- Antes de preguntar por qué siguen creciendo las extremas derechas, quería consultarle cómo ve que puede llegar a impactar este crecimiento de movimientos que en un principio se declararon euroescépticos.

- Un elemento fundamental: la extrema derecha dejó de ser euroescéptica cuando comprendió que podía gobernar la UE. Lo que plantean ahora es una Europa menos federal, más de las patrias. De hecho, se ve cómo son capaces, sin gobernar, de marcar cada vez más la agenda legislativa, política y gramática. Las políticas migratorias son un muy buen ejemplo. Ahora, por ejemplo, vamos a firmar el Pacto Migratorio, que es el más racista y xenófobo que hemos tenido. Incluso puede que acabe con el derecho al asilo en Europa. Es una auténtica locura y está inspirado en cesiones constantes a la extrema derecha en contra de los derechos humanos y de los derechos de las personas migrantes. Ahora, ¿quién tiene derecho a tener derechos? Es la pregunta que nos hacemos y es la extrema derecha que responde: los europeos, los alemanes, los franceses, los españoles, el resto son humanidad superflua. Hay un apoyo cada vez más grande a este tipo de políticas, no sólo en Europa, sino en Estados Unidos, Chile, Perú y otros países. Están emulando lo que pasa en Europa y eso es un caldo de cultivo perfecto para la extrema derecha.

- ¿Y cómo ve que está jugando el crecimiento de estas posiciones en los distintos conflictos que circundan al continente europeo?

- El conflicto en Ucrania ha sido una auténtica teoría del shock dentro de los pueblos europeos para justificar, mediante el miedo a Rusia, el incremento del gasto militar, que es uno de los grandes objetivos de la UE: la construcción de un mecanismo común de Defensa, y se ha puesto en marcha con el envío de armas coordinado. Por primera vez se ha conseguido romper la barrera del aumento del gasto militar hasta el 2% del producto interno bruto. Todo esto es una aceleración también del proceso de crisis ecológica y climática. El Parlamento Europeo empezó a la Legislatura en 2009 declarando la emergencia climática y hemos terminado ahora aprobando los presupuestos más militaristas de la historia. Es una contradicción en sí misma porque no es posible un pacto verde -con transición ecológica y energética- con una remilitarización, que además aumenta la presión extractivista sobre el Sur global. Ucrania, también, se ha utilizado para romper los pocos países europeos que quedaban tradicionalmente neutrales, como Suecia y Finlandia, que siempre habían sido expuestos como modelo de buscar una coexistencia pacífica en el marco de conflictos interimperialistas. Suecia llevaba desde 1700 sin entrar en una coalición militar. Un mes antes de la invasión de Ucrania, el 79% de la población sueca y un 72 de la finlandesa rechazaba entrar en la OTAN. Dos meses después, los números cambiaron: el 75% de los suecos y un 80 de los finlandeses apoyaban el ingreso.

- En este contexto, ¿en qué lugar queda el acuerdo Mercosur-UE, que intentó ser reimpulsado por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pero ahora pareciera estar estancado? ¿Está caído?

- No, ojalá. Es la gran apuesta de la UE, la agresividad comercial de la UE tiene su punto clave en el Mercosur sobre todo por el elemento de disputa con China, fundamentalmente. De hecho, la primera misión internacional que vino a la toma de posesión de Milei fue la del Parlamento Europeo para hablar del Mercosur porque al final la UE, gobierne quien gobierne los negocios se defienden. La UE creo que está intentando utilizar su capacidad de coacción para que Brasil firme. Por otro lado, la cuestión es que ahora mismo están las protestas de productores y el auge de la extrema derecha en países centrales, lo que genera muchos conflictos. Para esos casos, lo que hace normalmente la UE es trocear los acuerdos, que significa que se saltean la aprobación de los parlamentos nacionales con la aprobación temporal de la aplicación del pilar comercial y de inversiones, que no necesita la ratificación de todos.

- En relación al por qué crecen las extremas derechas en entrevistas anteriores planteó dos ideas: que la extrema derecha es cada vez más radical, mientras la izquierda es cada vez más moderada y, también, que desde los progresismos y las izquierdas hay incapacidad para pensar el futuro, ¿Podría explicar un poco más esas ideas?

- Muchas veces se intenta explicar su crecimiento por la cuestión de las fake news, el control de los medios de comunicación, entre otras cuestiones. Todo eso cuenta, pero no justifica ni explica realmente el fenómeno al que nos enfrentamos. Creo que estamos ante una auténtica crisis de régimen capitalista, que se da por la conjunción de dos crisis: la gobernanza neoliberal, la quiebra del imperio norteamericano y de lo que había sido la globalización feliz; con la mutación en un neoliberalismo cada vez más autoritario. Un autoritarismo que no sólo está en el tuétano de las extremas derechas, sino que aborda al conjunto del arco político y se está comiendo la propia democracia liberal tal y como la conocíamos. La otra crisis es la ecológica, que ha puesto en cuestión la utopía capitalista del crecimiento sin límites, del futuro concebido como crecimiento y como progreso. Somos una generación que sabe que no va a vivir mejor que los padres. Esa lógica de depredación de recursos del capitalismo es insostenible, genera miedo y pánico. De hecho, hay una encuesta del 2022 que indica que el 77% de los jóvenes de los 16 países más populosos del mundo ante la pregunta de cuál es su imagen del futuro su respuesta fue “aterradora”. Es una lógica de cancelación del futuro ante la ruptura del mantra de lo que sería la utopía capitalista del crecimiento como progreso y como futuro. Somos incapaces de imaginar el futuro o cuando lo imaginamos lo único que vemos es el fin del mundo o una distopía. Somos capaces de imaginar el fin del mundo, pero no el fin del capitalismo, que están bastante ligados, por cierto.

- ¿Eso quiere decir que la extrema derecha sí tiene una propuesta de futuro? 

- Ante esa incapacidad de imaginar el futuro, ante esos miedos y esos errores, la extrema derecha propone una alternativa: regresar al pasado. Pero no a un pasado mitificado como los viejos fascismos, de la Roma imperial de Mussolini. Es al pasado de antes de la crisis, a los 90, al 2000, a ese final de la historia de capitalismo y globalización idílica y feliz -que nunca existió-, pero que aporta una seguridad conocida. Es un pasado que me deja usar todos los pesticidas posibles y que no cuestiona la familia heteropatriarcal. Esas seguridades conocidas aportan una identidad y una adscripción. Esto no es una cuestión de razón, sino de pasión. Estamos en un momento de pasiones. Ese elemento reaccionario de volver al pasado como forma de intentar imaginar o afrontar el futuro es un intento de estabilizar esta crisis de régimen capitalista. Aunque hay un elemento interesante, las Ciencias Políticas de la televisión siempre nos decían que las mayorías sociales y electorales se construían desde el centro y la moderación. Lo que estamos viendo es que la extrema derecha se construye desde los márgenes del sistema porque el sistema es lo que genera malestares, lo que está deslegitimado. Se ponen fuera, son antisistema desde la radicalidad de sus propuestas.

- Claro, mientras que, como dijo usted, las izquierdas y los progresismos se quedan en la moderación…  

-  La izquierda está haciendo todo lo contrario, cada vez se centra más y cada vez pierde más. Porque estamos en un momento en donde no hay espacio para la reforma. La izquierda ha dejado de imaginar un mundo no capitalista. La utopía de la izquierda acabó con los cascotes del Muro de Berlín y no hemos conseguido recuperar una utopía de superación del capitalismo y la única propuesta es la gestión con rostro humano de la crisis del capital y eso no es posible. La izquierda tiene que comprender que al centrarse y moderarse es vista como parte del sistema y como parte del problema. Cuanto antes asumamos que estamos ante una crisis de régimen, que tenemos que plantear una propuesta antisistémica que pueda dar un horizonte utópico de superación del capitalismo como principio de esperanza, de vivir mejor, de poder imaginar el futuro, antes empezaremos a recuperarnos de la derrota política en la que nos encontramos. No es fácil evidentemente, pero hay una cuestión fundamental, que es que, si bien la extrema derecha es un intento de estabilización de esta crisis, sabemos que no va a funcionar. Con lo cual se va a volver a dar oportunidad y ahí es donde la izquierda tiene que haber hecho su tarea y comprendido que ahora mismo la principal contradicción es capital-vida. Nos tendremos que meter en el cuestionamiento de una sociedad donde el capital no sea quien rija nuestra vida. 

- ¿El ecologismo en ese sentido es una respuesta?

- Los ambientalistas y el feminismo, enemigos públicos número uno de la extrema derecha, porque tienen la capacidad de pensar el futuro. Aprendamos de ellos, como formas de construir un relato emancipador de futuro, que supere esa lógica de gestión con rostro humano del capital para poder abordar una sociedad no capitalista. Es la única forma de poder pasar a la ofensiva.

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