Las estrategias que se usan en el mundo para combatir a las extremas derechas: movilización popular y alianzas amplias

Militantes e intelectuales de América Latina y Europa compartieron diversas formas para hacerle frente a los movimientos antiprogresistas que buscan llegar al poder. Incluyen distintas plataformas y a toda la sociedad. Aprendizajes para Argentina en tiempos de Milei.

30 de octubre, 2023 | 00.05

Salir a las calles, organizar encuentros, tejer alianzas entre partidos, así como entre fuerzas políticas, sindicatos y organizaciones de base. Educar en la diversidad y crear comunidades y estrategias propias-in situ y en la redes sociales son sólo algunas de las estrategias que intelectuales y militantes propusieron en diálogo con El Destape para pensar cómo combatir al avance de las extremas derechas.

Se trata de un fenómeno global. En los últimos años, hizo pie especialmente en América y Europa -con sus respectivos matices- con iniciativas políticas que tienen en común el punitivismo, la intolerancia, el antifeminismo y la deshumanización de un otre, en desmedro de la democracia. Como respuesta, desde las organizaciones sociales y los partidos políticos tienen, en casi todo momento, una misma proclama: el antifascismo.

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Entre las caras más visibles de este fenómeno se pueden destacar Donald Trump, Jair Bolsonaro y Giorgia Meloni, en la escena política de Estados Unidos, Brasil e Italia, respectivamente. A la vez, junto con sus respectivos partidos más tantos otros que se organizan alrededor del mundo occidental, forman parte de una tendencia antiprogresista y marcan un quiebre en la historia contemporánea. Los ejemplos desde Chile, Brasil, Uruguay y las lecturas desde Europa.

La calle, la cancha, internet, la música, el feminismo y el antirracismo

Tras las acciones feministas y de la diversidad congregadas en el movimiento Ele Não, en 2018, que no lograron evitar la elección de Bolsonaro, fueron diversas las estrategias que se desplegaron. A las movilizaciones declaradas antifascistas, lo siguieron la proclamación bajo esa denominación de partidos políticos como el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), escisión y actual aliado del Partido de los Trabajadores (PT); y hasta hubo organizaciones de policías que sumaron.  

Las hinchadas de fútbol que se proclamaron por la democracia fueron sumamente importantes en la acción directa, al momento de desarmar los bloqueos bolsonaristas que antecedieron al intento de golpe del 8 de enero, tras el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva el año pasado. Su accionar, ya contaba con cierto derrotero. En el portal Equerda, el historiador y autor del libro En el césped donde espera la lucha: el antifascismo y la disputa por la democracia en Palmeiras, Micael Zaramella, trazó su historia: se organizan desde 2013, comenzaron usando las redes sociales como informativas a consolidarlas como plataformas de debate que, luego, llevaron a las canchas y, más tarde, fueron clave para combatir las narrativas de medios hegemónicos para contar sus propias actividades. También se articularon con movimientos por la vivienda, con partidos políticos, colectivos antifascistas y otras organizaciones de izquierda.

En el portal Ponte, en 2020, definieron el ser antifascista en Brasil como un movimento que es en su esencia anticapitalista, antirracista, contra el sexismo y contra la LGBTfobia, del que participan trabajadores, negros y LGBTs.

En las redes sociales, territorio por excelencia de las extremas derechas, se organizaron con campañas como Tira voto do Jair (quitarle el voto a Jair, en español), una especie de manual sobre cómo abordar a indecises, dónde encontrarlos y cómo encararlos al momento de la conversación. Artistas de todas las ramas "salieron del armario", hicieron canciones y los medios tuvieron un fuerte rol para desmontar fake news. O Globo, por ejemplo, creó una cápsula llamada Fato ou fake (Hecho o mentira) para ello.

Bajo el título “Mujeres en la lucha antifascista, antirracista y en el combate a la violencia”, en 2020, el Consejo feminista del PSOL hizo su propia caracterización sobre la situación política en el país y asumieron como tarea central la lucha antifascista desde una perspectiva feminista y antirracista, ante un sistema que consideraron, "deshumaniza" los cuerpos, sobre todo, de mujeres negras y LGBTI+. En un paralelo que trazaron con Estados Unidos describieron a ambos gobiernos como “ultra neoliberales y conservadores”.

Las redes, las mujeres y disidencias como territorio en disputa

Karen Vergara, directora de incidencia de ONG Amaranta, investiga los vínculos entre el resurgimiento de organizaciones de extrema derecha con los ataques hacia mujeres y disidencias en el mundo digital. “Notamos que está muy presente que los atacantes provienen de organizaciones y agrupaciones que directamente se atribuyen o celebran estos ataques”, aseveró ante El Destape. Esa tendencia, afirmó, se replica en Chile como en el resto de América del Sur contra mujeres que manifiestan una tendencia política de izquierda con el objetivo de acallar esas voces.

¿Cómo se combaten esos ataques? Los términos en los que piensa son a corto y a largo plazo: desde educación sexual integral –que en Chile no está garantizada-, necesaria “porque que la falta hace que el cuerpo de las mujeres siga siendo visto como un objeto de conquista o un espacio que se puede disputar”. También, educación y alfabetización digital para las mujeres y diversidades que activan en esos espacios para crear, en definitiva, “estrategias de resistencia que también provengan en el fondo de estrategias de ciberseguridad, sobre todo feministas”.

“Creo que lo principal es la resistencia comunitaria”, indicó al ser consultada sobre diversas estrategias en tiempos de campaña. Instalar los temas, saber que la violencia digital tiene consecuencias físicas y generar espacios de contención. Aprender sobre seguridad digital, conocer métodos de respaldo, los términos y las formas de engaño y de robo de información que se utilizan.

La articulación en distintos niveles: la experiencia desde Uruguay

“Somos Consejo de la Nación Charrúa (Conacha) y Charrúa Antifascista –como se les puede encontrar en Instagram- pasó a ser una definición ideológica por el socialismo indígena del buen vivir, antirracista, antifascista, antipatriarcal, por la justicia social, la justicia histórica y la justicia ambiental”, dijeron ante El Destape para presentarse. Desde la organización realizan trabajos en barrios periféricos con encuentros indígenas antifascistas, en defensa del agua -en el país que sufrió la peor crisis hídrica en 70 años-, de la seguridad social, con acciones directas como escraches que se articulan con trabajos académicos con la Universidad de la República (Udelar), así como desde lo sindical con la Central Nacional de Trabajadores y con organizaciones de derechos humanos.

Desde ese lugar, lograron la identificación y el reconocimiento de Salsipuedes –lugar de masacre al pueblo charrúa- como sitio de memoria y por su articulación con el diputado afro-indígena Felipe Carballo (del Frente Amplio) se hizo un homenaje a la nación, y él, como legislador, pidió perdón en nombre del Estado por el genocidio. Aunque Lacalle Pou y el partido militar llegaron al Gobierno, la movilización y la articulación siguen en movimiento, en un desarrollo cuya deriva “antifascista” fue “casi espontánea”.

La razón que los llevó a hacer explícito su posicionamiento fue la misma historia de su país: “Pudimos observar el auge de la extrema derecha con el movimiento político de estancieros y agroempresarios Un solo Uruguay, el surgimiento de partidos políticos militares de ultra derecha -Cabildo Abierto- y con la gota que derramó el vaso: el asesinato de Felipe Cabral, un joven militante de la Unión de Jóvenes Comunistas de descendencia indígena y era grafitero”, dijeron y denominaron a este movimiento que vieron como “ascenso del fascismo”. A Plef, como se lo conocía, lo mataron por la espalda mientras grafiteaba la palabra "revolución".

Qué no hacer

En una entrevista en la revista Seul, la investigadora española radicada en Brasil, Esther Solano, aportó su análisis específico sobre qué no debería hacer la prensa en casos en los que emerge un candidato de este tipo. Solano, que es doctora en ciencias sociales por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de la Universidad Federal de São Paulo y estudió el bolsonarismo y a sus seguidores, habló sobre: no menospreciar el fenómeno, no caricaturizar, recomendó desestabilizar a través de preguntas concretas y difíciles a esos candidates y dar voz a la gente.

Manual de instrucciones desde la experiencia europea

"Son formaciones políticas que representan una amenaza real, un peligro para los valores democráticos y para la misma supervivencia de las democracias liberales y pluralistas", definió Steven Forti, ante El Destape sobre los movimientos de extrema derecha o ultraderechistas. Forti es historiador e investigador italiano radicado en España, autor del libro Extremas derechas 2.0, que lo convirtió en uno de los especialistas más consultados en la materia. En enero de 2021, luego de lo que se conoció como el asalto al Capitolio, en Estados Unidos, cuando Trump se negaba a reconocer los resultados electorales, escribió una serie de recomendaciones en el portal Ctxt

El hilo conductor son las respuestas articuladas en distintos niveles así como el estudio de estos fenómenos: porque es necesario “entenderla”. Conocer dónde surgió, como se organiza, cómo actúa y qué discursos utiliza. Pensarlo en la escala global: tener en cuenta que están organizados a nivel internacional y tienen características en común con ciertos rasgos identitarios del lugar en donde se desarrollan. En Europa, por ejemplo, aparece como un factor común las ideas contra las personas migrantes y el nacionalismo, mientras que en América Latina se pueden encontrar matices al respecto entre un Bolsonaro o un Milei, por ejemplo. Abordarlas desde lo económico, lo cultural y lo educativoEn cuanto al rol de los medios de comunicación: evitar el clickbait e invertir en fact cheking, escribió Forti en ese entonces.

 

Ahora bien, los tiempos en campaña se modifican y se hacen más ágiles. Para el caso, ante la consulta, Forti hizo referencia a la movilización y a conquistar el voto: "La extrema derecha intenta ampliar la desconfianza, no solo para ganar votantes, sino para desmovilizar a los otros", señaló. Y resaltó la importancia de "hacer un trabajo en las calles, en las periferias, con los grupos de amigos, los familiares, convencer a quienes no están convencidos y mostrarles cuál es el riesgo de que estas formaciones lleguen al poder porque son una amenaza para cualquier persona, familia y para una sociedad democrática". 

En síntesis, de lo que se trata, en el fondo, es dar la batalla cultural. Porque la ambición y la espera de esos grupos no fue poca: "La extrema derecha viene trabajando desde hace medio siglo en buscar conquistar la hegemonía cultural", cerró.