Las milicias de la región separatista de Lugansk comunicaron hoy que tomaron el control de los alrededores de la planta química de Azot, en la ciudad de Severodonetsk, uno de los últimos bastiones de la resistencia ucraniana en la región de oriental del Donbass, mientras el conflicto iniciado el pasado 24 de febrero ocupa también la agenda del G7, en Alemania.
Así lo anunció el portavoz de las milicias de Lugansk, Andrei Marochko, quien precisó que se están revisando las instalaciones y "limpiando el territorio" alrededor de esta planta, en la que ya entraron las fuerzas prorrusas este fin de semana tras controlar la ciudad.
Marochko señaló que algunas de las personas que se refugiaron en la planta de los bombardeos fueron ya evacuadas, mientras otro grupo optó por permanecer en las instalaciones "porque consideraron que allí estaban más seguros", informó la agencia rusa de noticias Interfax.
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En las últimas 24 horas, las autoridades de Lugansk informaron que 500 civiles fueron evacuados de los alrededores de las instalaciones de la planta química.
Ayer, el representante de esta provincia separatista en Moscú, Rodion Miroshnik, informó de la salida de otras 250 personas.
Hasta ahora, la ciudad de Severodonetsk había sido uno de los últimos espacios de resistencia de las fuerzas ucranianas en Lugansk, después de que se recluyeran en la planta química, en una maniobra semejante a la que llevaron a cabo en Mariupol, donde buscaron refugio en la planta siderúrgica de Azovstal, que finalmente, junto al total de la ciudad, cayó en poder ruso.
El conflicto se metió en la agenda del G7, cuando el presidente ucraniano Volodimir Zeleneski dijo a los líderes reunidos en el castillo de Elmau, en Baviera, que todavía no era el momento de negociar con Rusia y que Ucrania debe consolidar primero sus posiciones, informó la presidencia francesa.
El mandatario ucraniano pidió asimismo a los países del G7 que refuercen las sanciones contra Rusia "limitando el precio del petróleo" que exporta Moscú.
El presidente ruso, Vladimir Putin, en tanto, realizará mañana su primer viaje al exterior desde el inicio de la invasión a Ucrania, con un desplazamiento hacia Tayikistán, una exrepública soviética de Asia central, informó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
El mandatario tiene agendada también una visita a Turkmenistán el miércoles, donde asistirá a una cumbre de los países del mar Caspio, consignó la agencia de noticias AFP.
El último viaje al extranjero del presidente ruso se produjo entre el 4 y 5 de febrero cuando fue a China para reunirse con su homólogo Xi Jinping coincidiendo con la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno.
Desde entonces, Putin no ha efectuado ningún viaje, ni siquiera para visitar a su aliado más cercano, Bielorrusia, cuyo presidente Alexandr Lukashenko se desplazó varias veces a Rusia.
Hoy, en tanto, la Cancillería rusa anunció la prohibición de entrada para 43 nacionales de Canadá en respuesta a las sanciones que Ottawa impuso en mayo pasado a ejecutivos de varias empresas rusas y miembros de sus familias.
La lista incluye a "funcionarios federales y regionales, cargos oficiales del gobernante Partido Liberal y hombres públicos".
"En medio de la rusofobia beligerante que se empeña en aplicar el régimen de Justin Trudeau, gobernante en Canadá, la parte rusa se reserva el derecho de tomar contramedidas reaccionando a las acciones abiertamente hostiles de Ottawa", advirtió la Cancillería rusa, citada por la agencia Sputnik.
En Kiev, en tanto, la atención está puesta hoy en la presidenta de Moldavia, Maia Sandu, quien llegó a la capital ucraniana en el marco de una visita que la llevará a las ciudades de Borodianka, Bucha e Irpin, en la que se reunirá con Zelenski.
Así lo informó en un comunicado la oficina presidencial moldava, tres días después de que la propia Sandu anunciara el viernes la visita al país, sobre la que no se dieron más detalles, y que se produce poco después de que el Consejo Europeo (CE) decidiera otorgar a Moldavia y Ucrania el estatus de candidatos a la adhesión a la Unión Europea (UE) .
Moldavia apoyó desde un principio a Ucrania y condenó la agresión rusa, además de ser uno de los países que más refugiados ucranianos per cápita recibió hasta ahora, con unos 80.000 desde febrero pasado.
El pasado jueves el Parlamento moldavo extendió 45 días el estado de emergencia por la ofensiva bélica rusa, de la que también la exrepública soviética se ha visto directamente afectada con episodios de inestabilidad y amenaza a la seguridad en abril y mayo en la región separatista prorrusa de Transnistria.
Con información de Télam