Las instalaciones como la represa hidroeléctrica ucraniana de Kajovka "no pueden ser objeto de ataques, aunque sean objetivos militares" si producen "pérdidas importantes en la población civil", indican los protocolos incorporados en 1977 a la Convención de Ginebra que regula los conflictos armados.
"Las obras o instalaciones que contienen fuerzas peligrosas, a saber, las presas, los diques y las centrales nucleares de energía eléctrica, no serán objeto de ataques, aunque sean objetivos militares, cuando tales ataques puedan producir la liberación de aquellas fuerzas y causar, en consecuencia, pérdidas importantes en la población civil", indica el artículo 56 de los protocolos incorporados en 1977.
"Los otros objetivos militares ubicados en esas obras o instalaciones, o en sus proximidades, no serán objeto de ataques cuando tales ataques puedan producir la liberación de fuerzas peligrosas y causar, en consecuencia, pérdidas importantes en la población civil", añade el texto, considerado una piedra angular en el derecho internacional humanitario.
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De esta forma, la destrucción de la represa hidroeléctrica de Kajovka, de la que Ucrania y Rusia se acusan mutuamente, puede ser una violación del derecho internacional y constituir un crimen de guerra.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), considerado una especie de guardián del Derecho Internacional, recordó en ese sentido que "las represas tienen una protección especial", tras conocerse el ataque contra la instalación ubicada en el sur ucraniano.
La organización precisó que este hecho se trata de "uno de los daños más significativos contra infraestructuras civiles desde febrero de 2022", fecha en la que el Ejército ruso lanzó su ofensiva militar en Ucrania.
"Decenas de miles de personas a ambas orillas del río Dnieper están ya sufriendo inundaciones, lo que pone en riesgo sus vidas", alertó el CICR, que evalúa las consecuencias de lo ocurrido.
La represa ubicada a 60 kilómetros de la ciudad de Jerson es una infraestructura clave del sur de Ucrania y abastece de agua a la península de Crimea, anexada por Rusia en 2014.
Tanto esa instalación como la central hidroeléctrica fueron tomadas por las tropas rusas al inicio de la invasión a larga escala del país vecino.
El Kremlin atribuyó a un "sabotaje deliberado" de Ucrania la destrucción parcial de la represa.
"Se trata sin duda de un acto de sabotaje deliberado de la parte ucraniana, que fue planificado y ejecutado por orden de Kiev", declaró a la prensa el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov.
En cambio, responsables ucranianos acusaron a Moscú de haber destruido la presa con tal de "frenar" la contraofensiva que Kiev prepara para recuperar el terreno perdido en el sur y el este del país.
En ese sentido, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, dijo hoy que "el mundo debe reaccionar" tras el ataque.
"Rusia está en guerra contra la vida, contra la naturaleza, contra la civilización", dijo en Telegram, acusando a los rusos de haber "minado" y hecho "explotar" la represa.
Con información de Télam