Explosiones y ráfagas de ametralladora retumbaban este lunes en la capital de Sudán en el tercer día seguido de combates entre el Ejército y un grupo paramilitar que dejaron decenas de muertos y obligaron a la ONU a suspender sus actividades en el país. En total, el jefe de la misión de la ONU en Sudán, Volker Perthes estimó que al menos 185 personas murieron y más de 1.800 resultaron heridas desde el comienzo de los enfrentamientos, el sábado pasado.
Los dos bandos rivales luchan en zonas urbanas densamente pobladas con tanques, artillería y otras armas pesadas. Aviones de guerra sobrevolaban hoy Jartum, y los proyectiles antiaéreos iluminaban el cielo al caer la noche. El sindicato médico de Sudán había cifrado este lunes en al menos 97 los civiles muertos por los combates. Pero se estima que la cifra de civiles muertos es mucho mayor, porque había muchos cuerpos en las calles alrededor del centro de Jartum, la capital, a los que nadie puede llegar debido a los enfrentamientos, dijo Sindicato de Médicos de Sudán.
En tanto, no ha habido información oficial sobre el número de combatientes muertos en los combates, que enfrentan a las fuerzas de dos generales y también se libran en muchas otras ciudades y zonas del gran país árabe del noreste de África.
La escalada de violencia ha sido tal que la ONU suspendió sus operaciones en Sudán, según informó el vocero del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en medio de febriles gestiones diplomáticas para poner fin a la violencia. La ONU "no va a pedir a su personal que vaya a trabajar cuando, claramente, la seguridad no está garantizada", dijo el portavoz, Stéphane Dujarric, tras una reunión a puertas cerradas del Consejo de Seguridad de la ONU para discutir la crisis.
Al término del encuentro, los tres miembros africanos del consejo -Ghana, Gabón y Mozambique-, emitieron una declaración común en la que pidieron un "alto el fuego inmediato". Más temprano, Guterres dijo que una escalada mayor podría ser "devastadora para el país y la región".
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En Jartum, envuelta en un fuerte olor a pólvora y privada parcialmente de agua y electricidad, los habitantes estaban hoy resguardados en sus casas, informó la agencia de noticias AFP. En el centro de la ciudad, un espeso humo negro se elevaba por sobre el principal cuartel militar, que es foco de intensos combates. Los pocos supermercados abiertos advirtieron que sólo podrán seguir funcionando unos días más, debido a la falta de suministros, y los hospitales que reciben a los heridos dijeron que se estaban quedando sin insumos.
Incluso en un país con una larga historia de conflictos civiles, las escenas de lucha en la capital y la ciudad contigua, Omdurman, al otro lado del río Nilo, no tienen precedentes.
Los enfrentamientos son parte de una lucha de poder entre el general Abdel Fatah al Burhan, comandante de las Fuerzas Armadas, y el general Mohamed Hamdan Daglo, jefe de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), un grupo paramilitar. Los dos generales son antiguos aliados que orquestaron conjuntamente un golpe de Estado en octubre de 2021 que descarriló la transición de Sudán a la democracia después de décadas de dictadura militar. Ambos generales han dicho que no negociarán una tregua e ignorado llamados a desmovilizar sus fuerzas, incluso de los países que los apoyan.
Al Burhan y Daglo, apoyados cada uno por decenas de miles de soldados, se exigen mutuamente la rendición. Además, Daglo se presentó este lunes a sí mismo en Twitter como un defensor de la democracia y calificó a Burhan de agresor e “islamista radical”.
Los combates han sido particularmente feroces alrededor de las principales bases de cada bando, ubicadas en medio de áreas civiles y en edificios gubernamentales estratégicos. En ese contexto, el Ejército afirmó haber tomado control del principal edificio de televisión en Omdurman, repeliendo un intento de las FAR de apoderarse de él. La televisión estatal de Sudán recién reanudó este lunes sus transmisiones.
El Ejército obtuvo un logro importante el sábado cuando las RSF dijeron que abandonaron su principal cuartel y base, en Omdurman, luego que fuera bombardeado desde el aire por el Ejército. Save the Children, una organización benéfica internacional, anunció que suspendió temporalmente la mayoría de sus operaciones en Sudán porque "saqueadores" asaltaron sus oficinas en Darfur y robaron suministros médicos, computadoras portátiles, vehículos y un refrigerador.
El sábado, el Programa Mundial de Alimentos (PAM) de la ONU suspendió sus operaciones en Sudán después de que tres de sus empleados murieran por los combates en Darfur, y el Comité Internacional de Rescate dijo que también detendrá su trabajo. En ese contexto, diplomáticos de todo el mundo instaron a las partes a dejar de pelear, incluido el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken. La Liga Árabe, la Unión Africana (UA), Reino Unido exigieron un "cese inmediato" de la violencia. “La gente en Sudán quiere que los militares regresen a los cuarteles”, dijo Blinken en una reunión del G7 en Japón.
En paralelo, médicos y organizaciones humanitarias dijeron este lunes que algunos barrios de Jartum no tienen agua ni electricidad desde el sábado. Médicos informaron de cortes de electricidad en los quirófanos y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), "varios de los nueve hospitales de Jartum que reciben civiles heridos ya no tienen reservas de sangre, equipos de transfusión y otros materiales vitales". Los pacientes, algunos de ellos niños, y sus familiares "no tienen comida ni agua", afirmó una red de médicos.
El Ejército y las FAR también luchaban este lunes en la mayoría de los principales centros urbanos del país, incluyendo en Darfur y partes del norte y el este, junto a las fronteras con Egipto y Etiopía.
Con información de Télam